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Durante años, los aceites faciales han sido injustamente relegados a las rutinas de invierno. Pero la verdad es que, si los usas bien, pueden convertirse en tus mejores aliados cuando suben las temperaturas. ¿La razón? Su capacidad para reparar, nutrir y devolver elasticidad a una piel que, entre el sol, el cloro, la sal y el aire acondicionado, pide auxilio.
Si tu piel se ve seca, tirante o deshidratada, un buen aceite facial será tu salvavidas. Su textura puede intimidar a las pieles mixtas o grasas, pero no hay que dejarse engañar, ya que cuando están bien formulados, no engrasan, no obstruyen los poros y, de hecho, ayudan a equilibrar la producción de sebo. Además, tienen una ventaja extra: sellan la hidratación y potencian el efecto del sérum o la crema que apliques después.
A la hora de escoger el mejor, conviene mirar la etiqueta. Los aceites de oliva y lavanda destacan como dos clásicos infalibles: el primero por su alto contenido en antioxidantes, vitamina E y su poder nutritivo profundo; el segundo, por su acción calmante, reparadora y su capacidad para aliviar rojeces y pequeñas irritaciones solares. A estos se suman fórmulas más sofisticadas con ingredientes botánicos que transforman visiblemente la piel.
El aceite de rosa mosqueta BioRegenerate de Pai está formulado especialmente para pieles sensibles o dañadas. Contiene una mezcla poderosa de omegas y antioxidantes que ayudan a reparar el daño solar, atenuar cicatrices, unificar el tono y devolver la elasticidad. Su extracción mediante CO₂ permite conservar intactos todos sus beneficios, ofreciendo una textura rica pero de fácil absorción. Ideal para usar por la noche y despertar con una piel renovada.
Es un tratamiento integral antiedad que no solo nutre, sino que revitaliza y prepara la piel para absorber mejor cualquier tratamiento posterior. Su mezcla de aceites de rosa negra, ciruela y camelina, junto con extractos botánicos de alta eficacia, transforma las pieles secas, maduras o simplemente apagadas en una versión más luminosa, firme y confortable.
Pensado para las pieles deshidratadas que necesitan un extra de frescura y vitalidad, el extracto de orquídea azul revitaliza, el pachulí tonifica y el aceite de avellana aporta nutrición sin sensación grasa. El resultado es una piel suave, flexible y con ese brillo saludable que solo se consigue cuando está bien hidratada.
Con una fórmula 100% natural y una textura ligera, este aceite es un cóctel antioxidante de ocho aceites vegetales BIO que actúan sobre los signos del envejecimiento. Reduce líneas de expresión, mejora la firmeza y protege frente a los radicales libres, responsables del envejecimiento cutáneo.
Este aceite es el equilibrio perfecto entre eficacia y sensorialidad. No es un aceite al uso: su textura acuosa se funde con la piel como si fuera un sérum ligero, pero con el poder nutritivo de un aceite concentrado. En su fórmula destaca la miel de la Abeja Negra de Ouessant, junto con jalea real y otros ingredientes apícolas de alto poder reparador.
Promete resultados visibles desde la primera aplicación, logrando una piel más firme, densa y luminosa. Y lo cumple. Su fragancia, delicada y solar, convierte cada uso en un ritual que puedes usar sin importar el tipo de piel o edad que tengas.