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La cosmética coreana entiende la piel como un todo que debe cuidarse con respeto y constancia, y eso se nota especialmente en sus tratamientos para todo tipo de pieles. Su filosofía reside en fórmulas con ingredientes milenarios —como el ginseng, el arroz o la centella— que trabajan en profundidad para regenerar, reafirmar y aportar luminosidad. Lo mejor es que lo hacen desde un enfoque slow beauty, sin agresiones y respetando incluso las pieles más sensibles.
Además, destacan por su sensorialidad y eficacia en una misma textura. Sus fórmulas están repletas de activos potentes como péptidos, ceramidas, retinol vegetal o fermentos, pero sus texturas —ya sean tipo bálsamo, gel-crema o emulsión ligera— se adaptan a diferentes tipos de piel sin saturar. Además, muchas de ellas son veganas, libres de fragancias añadidas y sostenibles.
Aunque lo más importante son los resultados. Porque quien ha probado una crema coreana ha experimentado un antes y un después real. Más luz, más firmeza, y más confort. Estas cremas no prometen milagros exprés, pero con uso continuado, la piel se transforma. Se ve más cuidada, más suave, más equilibrada.
Su fórmula es tan redonda como reconfortante. ¿El secreto? Un cóctel botánico pensado para pieles maduras que necesitan cariño: rosa calmante, avena fortalecedora, bayas antioxidantes y manteca de karité. Es rica, sí, pero su textura se funde sin saturar.
Con ingredientes tradicionales como arroz fermentado y sake, y activos como escualano o ginseng, esta crema aporta ese equilibrio perfecto que buscamos a partir de los 50: firmeza sin pesadez, hidratación sin saturar. Su acabado glass skin —esa luminosidad sutil y saludable— es un sí rotundo. Y, además, es vegana y sin perfume añadido. Más no se puede pedir.
Es la definición de una crema potente y nutritiva. Con su textura mantequillosa y envolvente, es como un abrazo para las pieles más secas y deshidratadas. Está infusionada con manteca de karité, aceite de baobab, ceramidas y extractos antioxidantes se encargan de devolver elasticidad, confort y luz. Perfecta para los días en los que tu piel necesita algo más que hidratación: necesita que la mimen.
Es la opción más reconfortante y sencilla, pero no por ello menos eficaz. Gracias a la jojoba y a la centella asiática, hidrata, calma y repara desde la primera aplicación. Si tu piel está sensible o alterada, esta crema es un salvavidas con textura rica pero no pesada. Perfecta para sellar tu rutina nocturna o como capa de protección durante el día.
Es la crema todoterreno que une rostro, cuello y escote en un solo gesto. Reformulada con retinol, péptidos, niacinamida, ácido hialurónico y ginseng, su fórmula aborda firmeza, manchas y deshidratación de una sola vez.
Algo que la hace irresistible es su aroma suave y su textura deliciosa que la convierten en el comodín perfecto para una piel visiblemente rejuvenecida y cuidada. Es una crema que lo hace todo, y lo hace bien.