Estos perfumes son mis favoritos: no abruman, son elegantes y aguantan todo el día

Hay perfumes que no necesitan levantar la voz para dejar huella. Y aquellos con estelas olfativas más frescas son los reyes indiscutibles de la primavera. Cuando suben las temperaturas y la ropa se aligera, el aroma también pide soltarse. No buscamos intensidad, sino ligereza con intención. Son fragancias sofisticadas, pero sin pretensiones, e inolvidables sin estridencias.

Lo mejor de un perfume fresco es que no abruma. No pesa. Y no exige. Se posa suavemente en la piel como lo haría la luz de mayo al colarse por la ventana. Y ahí se queda. Combinan notas cítricas con flores delicadas, toques acuáticos o hierbas suaves, y han aprendido a durar, a tener historia sin invadir y a acompañarte desde el primer café de la mañana hasta esa copa que se alarga demasiado.

Además, tienen algo que engancha. Quien pasa a tu lado no se gira por curiosidad, se gira por instinto. ¿La razón? Se ha demostrado que hay algo en esa frescura que enamora. Y además, es afín a los códigos del lujo silencioso, por lo que, no se les puede pedir más.

Hay perfumes que huelen a vacaciones, y este es uno de ellos. Maldives Ylang Coco es un billete sensorial a una isla donde la brisa huele a flor de plátano, la piel sabe a leche de coco y el tiempo se mide en mareas. Es acuático sin ser predecible, dulce sin empalagar y cremoso como una piel bronceada. Es un aroma que abraza, que baja las revoluciones y que hace que quieras ponerte un vestido blanco y desaparecer en algún lugar del Índico. Ideal para las que creen que el verano no es una estación, sino una actitud.

Este perfume es un paseo a cámara lenta por una tarde de junio. Es cítrico, pero no aburrido. Minimalista, sencillo y con esa elegancia casual del lujo que no necesita nombre. Si alguna vez soñaste con capturar en un frasco el rumor de un jardín italiano al mediodía, esto es lo más cerca que vas a estar.

Su salida cítrica es una explosión luminosa que se queda flotando gracias a una base inesperadamente profunda, con grosella negra, vainilla y ámbar reciclado. Dura más de lo que imaginas, y sinceramente me gusta mucho porque es optimista, vibrante y con alma sostenible. Esta fragancia es como una declaración de intenciones perfecta para el buen tiempo porque no abruma.

Es una reinterpretación floral y afrutada que captura lo efervescente de lo inesperado. Brilla, vibra, y tiene ese tipo de magnetismo que no se explica, se huele. Es Chanel en modo ligereza, pero sin perder el pulso: hay elegancia, sí, pero también picardía. Ideal para aquellas que buscan lo mejor de los dos mundos.

Esta fragancia de Guerlain reinventa la rosa desde un lugar inesperado: el agua. Es delicada y crujiente, como morder una pera verde con la piel aún mojada. El pepino aporta esa nota húmeda que te transporta a una piscina de diseño en medio del campo, mientras el almizcle blanco acaricia la piel como una toalla recién lavada.

No es el perfume que huele a la típica rosa (afortunadamente). Es una estela que huele a una rosa sin artificios, ligera, limpia, y con esa elegancia silenciosa de lo que no necesita adornos para ser inolvidable. De hecho es uno de mis favoritos del entretiempo.