De la ingente carta de tratamientos no invasivos, jamás pensé que iba a sucumbir a uno ¡para las rodillas! «Es posible estilizarlas en una hora y en pleno verano», me cuentan desde Thermage FLX, una radiofrecuencia –la más potente del mercado– que había probado en el rostro (la mejor inversión facial) y que ahora se encuentra al servicio de la parte de nuestra anatomía más esquiva a protocolos estéticos y quirúrgicos.
«Antes de Thermage las rodillas se trataban con procedimientos como la mesoterapia (una técnica de infiltración que ayuda, por ejemplo, a que el volumen de las células grasas disminuya), el masaje drenante, la presoterapia o las ondas de choque«, enumera la reconocida especialista en medicina estética Cristina de las Heras, fundadora de la Clínica H&H Medicina Estética, en Madrid. En sus manos me pongo para probar este protocolo único.
Esta potente radiofrecuencia busca un aumento de la temperatura -el impacto térmico es de 60º- que desorganice el colágeno propio y suponga un estímulo inflamatorio relevante como para que migren todos los fibroblastos a esa zona a generar colágeno nuevo fruto del daño provocado. En palabras de la doctora, «si hay calor, hay inflamación; si hay inflamación, hay movimiento, y si hay movimiento hay colágeno». Este nuevo colágeno hace que la piel esté mucho más compactada.
El protocolo (y esto es algo que no esperaba) comprende todo el muslo, puesto que es el eje que hace de sostén cutáneo. «La rodilla es la parte más baja de un recorrido. Si hay laxitud en la piel, esta va cayendo hasta apoyarse en la rodilla. Es como cuando descuelgas una cortina», ilustra de las Heras. Y ahí está Thermage FLX para volver a colgarla, con «disparos» que se alargan hasta las inglés, prácticamente, y los glúteos. Me encuentro, además, con un sorprendente bonus, y es que la radiofrecuencia no solo contrae la piel sino que drena los tejidos. «Al contraer las fibras de colágeno debido al calor, estás liberando espacio y favoreciendo el drenaje», apunta la doctora.
No es un tratamiento para la grasa ni para la celulitis (aunque haya beneficios colaterales), sino para tensar la piel. La especialista incide en que la piel flácida cae sobre la rodilla como un faldón, y yo pienso en Thermage FLX como en esa media que vas subiendo hasta que queda tirante. «Está indicado para mejorar el aspecto de las rodillas que no tienen consistencia ni densidad, en las que la piel se ve floja o muy arrugada. Suelen ser personas delgadas, porque ahí no hay grasa; hay piel en forma de «pellejo». Suele ocurrir por el paso de los años y muchas veces por el exceso de sol«, describe.
«Vengo aquí a preparar, a dejar el campo alisado para que Thermage FLX vaya directo al colágeno y encuentre menos oposición». Quien lo comenta es Cristina García, ayudante médica de Cristina de las Heras y la persona que se encargará de una primera fase drenante. En mi caso, la «oposición» al colágeno es la retención de líquidos, con lo cual antes de pasar a Thermage toca drenar.
El método elegido son las ondas de choque, un tratamiento acústico bastante popular que, mediante repetidos repiqueteos sobre el tejido, rompe la fibrosis del adipocito, provocando que la piel se alise. La sensación es la de haber eliminado «relleno» de encima y de alrededor de la rodilla. Se acompaña de un masaje manual que drena y activa la circulación y que resulta de lo más placentero.
Y llega Thermage FLX per se, de aproximadamente una hora y media de duración. Primero, sobre fondo negro, me hacen fotos de las piernas para certificar el antes y el después. La doctora está a cargo del tratamiento, mientras que la auxiliar ejerce de copiloto controlando los «disparos» y el nivel de calor. Antes de empezar, me coloca una especie de calcomanía dividida en cuadrantes que servirá de guía a la doctora.
Ya estoy marcada, y les confieso a ambas mi temor: Thermage FLX en la cara me dolió bastante a pesar de los dispositivos de criógeno y vibración con los que la tecnología se ha actualizado y que hacen que el tratamiento sea más tolerable. «Se lleva mejor porque existen milisegundos entre los pequeños disparos. Todo lo que es fraccionado, como en este caso, permite un tiempo de recuperación térmica», recuerda Cristina de las Heras a modo de consuelo.
«¡Vamos a empezar!«. La doctora vierte en mi pierna un gel frío y viscoso que hará mucho más llevadero el dolor a lo largo de todo el tratamiento. »No tengo ni idea de lo que vas a aguantar, así que comenzaremos sin pretensiones, con un nivel 3 de energía. Tenemos margen para subir. En unos puntos aguantarás mejor y en otros peor«, advierte. Thermage FLX se pone en marcha con un sonido similar al de encendido del ordenador y los impactos recuerdan a una máquina de coser, como si me estuviesen pespunteando el muslo.
«Me lo imaginaba peor. En la cara me quemaba más», digo. «Es porque en la cara tenemos menos tejido graso», responde. Sube medio punto de energía y por ahora no necesita más recursos disuasorios de vibración o frío. «Te va a drenar bastante. El calor produce una contracción del propio colágeno que va dejando huecos libres para que el tejido libere toxinas. Drena y modela al mismo tiempo«, anima la doctora.
En total, realiza cuatro pases por zona y, por último, sella lo que llama los vectores, puntos que recogen la cara interna del muslo hacia el pliegue del glúteo, y que sirven de remate del protocolo. Es el momento álgido de dolor, debido a que la piel ya está muy caliente. Cristina le echa psicología, parte del éxito de un tratamiento de este tipo. «Si de entrada subo la potencia, los vectores no los vas a aguantar. Por eso prefiero reservar energía para el final», asegura. Sube aún más la temperatura, pero esta vez con el cabezal de vibración en marcha como medida antidolor.
«¡Vamos a por la otra pierna! Estás en modo fiebre. Conforme avanza el tratamiento, tu sangre va llevando el calor a todo el cuerpo». Significa que necesito menos dosis de energía para alcanzar el umbral de calor que hará que Thermage FLX resulte eficaz. El proceso se repite y llega a su fin, con vuelta a las fotos sobre fondo negro para escrutar un primer efecto, ya que el nuevo colágeno no alcanza su punto álgido hasta los tres meses, que será cuando los resultados sean más visibles.
Lo primero que noto es la piel más suave y lisa, como si me hubiese hecho un resurfacing. «Todo lo que calienta la piel mejora las condiciones externas. Thermage FLX no hace peeling ni abrasión, no va a tratar foliculitis ni la sensación rugosa de la piel, pero el calor desinflama el folículo pilosebáceo», asegura la doctora. Segundo: cero rojez o hematoma en los muslos, así que, si quiero, puedo irme directa a la piscina. Y tercero y más importante: la piel está más compacta.
La prueba del pellizco es infalible: intento cogerlo por encima de la rodilla y se escapa porque el muslo está duro y firme. También veo menos hoyitos de celulitis y, en general, me siento más ligera. «El drenaje hace que el adipocito sea capaz de deshacerse de la grasa extra. No es un tratamiento lipolítico, pero libera el terreno donde se asienta la grasa, de modo que es normal que notes más ligereza».
A los dos meses, los pliegues horizontales que caían sobre la rodilla se han atenuado debido a la compactación de la piel.
· En una única sesión estás lista: es lo bueno de Thermage FLX, que debido a su potencia no tendrás que andar descontando sesiones de un bono. Olvídate de volver a cabina hasta dentro de un año (o dos, dependiendo del estilo de vida y el estado de la piel).
· Remodelado inmediato: además de la creación de nuevo colágeno, visible a los tres meses, el efecto nada más terminar el tratamiento es el de un contorno más definido.
· Sin efectos colaterales: nadie diría que te has sometido hora y media a un tratamiento de calor. La pierna queda intacta (la rojez dura escasos minutos). Tanto, que puedes irte a la piscina acto seguido.
· El dolor asociado a Thermage, que me recuerda ligeramente al de la depilación láser. He de decir que se hace bastante llevadero gracias al gel frío con el que la doctora embadurna constantemente mis piernas durante el tratamiento.
· Precio: cuesta 2.300 €. Es un gran desembolso, lo sabemos. Lo mejor es pensarlo prorrateado a doce meses.
No hay que perder de vista el target de Thermage FLX para las rodillas: una piel envejecida, fina, con aspecto de «pellejo» más que de piel. Este perfil es el idóneo y no merece la inversión si lo que deseas es eliminar grasas y/o líquidos o simplemente drenar (para esto hay tratamientos específicos menos costosos).
Si hablamos de radiofrecuencia, existen también Accent e Indiba, pero son más suaves (como mucho alcanzan los 40º) y requieren de más sesiones. Suelen combinarse con ultrasonidos para eliminar grasas y, en algunos casos, se infiltran sustancias lipolíticas para disolver los acúmulos.
Volviendo a Thermage, la radiofrecuencia sin parangón, si te encuentras en Sevilla o Écija, el doctor Miguel Aragón, director de clínicas Maux es uno de los mejores de España, con más de 20 años de experiencia a las espaldas utilizando esta tecnología. El doctor Jaime Rodríguez, al frente de la clínica Mesomedic (Palma de Mallorca) acaba de adquirir el primer Thermage FLX de la isla.