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Su aparición fue una de las más comentadas de la alfombra roja en los Oscar 2020. Natalie Portman quiso homenajear a todas las directoras que no habían sido nominadas en esa edición y decidió llevar una capa con su vestido de Christian Dior en la que aparecían sus nombres bordados.
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Audrey Hepburn recibió el Oscar por Vacaciones en Roma (1954) con un espectacular diseño de Hubert de Givenchy. No solo ha pasado a la historia por ser uno de los más bellos (y deseados), sino también porque fue el inicio de la relación entre el diseñador y su musa.
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En 1973 Lizza Minelli desafió a la mala suerte al acudir a los Oscar vestida de amarillo. Y ganó. Se llevó el Oscar a mejor actriz por Cabaret. Lo que no sabe todo el mundo es que fue un homenaje de la actriz a Studio 54, el templo del desfase cool de los 70, al que era asidua. Lo firmaba Halsey.
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Rebelde, contestataria y única, Diane Keaton recogió el Oscar en 1978 por Annie Hall y lo hizo vestida conforme al personaje al que había interpretado. Durante el rodaje de la película de Woody Allen, Diane usó su propia ropa con un corte bastante masculino. Y en esa misma línea se presentó en los Oscar. Aquello marcó un antes y un después para miles de mujeres en el mundo de la moda.
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Cuando Julia Roberts tomó la decisión en 2001 de acudir a los premios de la Academia de Hollywood vestida con un Valentino de alta costura de 1992 estaba creando, sin saberlo, el que para muchos expertos en moda fue el pistoletazo de salida de la moda vintage en las alfombras rojas. El propio diseñador admitió que había vestido a mucha gente pero que ver a Julia por televisión recogiendo el Oscar por Erin Brockovich lo emocionó muchísimo.
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Ella no lo sabía en aquel momento y, en realidad, todo obedeció a que no tenía estilista. El caso es que la propia Renée Zellweger, algo huérfana de asesoramiento, participó de manera activa en la creación del vestido de inspiración nupcial de Carolina Herrera con el que acabaría recogiendo su Oscar por Cold Mountain. ¿El resultado? Uno de los vestidos de novia más vendidos en la historia de la marca.
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El vestido con el que Emma Stone deslumbró en la alfombra roja de los Oscar en el año 2017 era obra de Riccardo Tisci para Givenchy. Y no era un diseño casual sino que estaba inspirado en la película de La La Land por la que la actriz ganó la estatuilla.
DRNo es, ni de lejos, uno de nuestros looks favoritos de alfombra roja. Sin embargo, cuando Halle Berry se convirtió en la primera afroamericana en ganar un Oscar a Mejor Actriz por Monster´s Ball en 2002, aquella elección de naked dress con falda tornasolada le abrió las puertas de la alfombra roja a un Elie Saab hasta entonces prácticamente desconocido (y que acabaría convirtiéndose en uno de los diseñadores fetiche de las estrellas).
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El esmoquin con el que Jane Fonda recogió el Oscar en 1972 por Klute acabó sentando precedentes. Su diseño de Yves Saint Laurent ha sido copiado y versionado desde entonces en infinidad de ocasiones.
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Se ha considerado a lo largo de la historia uno de los vestidos más divertidos (y más feos) de la alfombra roja de los Premios Oscar, pero lo cierto es que el peculiar look que la diseñadora de vestuario Lizzy Gardiner llevó a la gala en 1995 obedecía a una cuestión presupuestaria: “Estaba arruinada, así que busqué algún modelo descartado” –explicó tiempo después. Lo que entonces no sabía es que aquel vestido, que no pasó el corte de vestuario en Priscilla, reina del desierto (la película por la que Gardiner estuvo nominada a mejor vestuario) acabaría subastándose por 12.650 dólares.
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