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Barack y Michelle Obama no quieren que sus hijas vivan en un mundo irreal. Así lo han transmitido en varias ocasiones. Quieren que Malia, de 18 años, y Sasha, de 15, lleven una vida lo más normal posible. Algo que no es fácil teniendo en cuenta lo poco habitual que resulta ser hija del presidente de Estados Unidos.
Aun así, el matrimonio Obama quiere continuar aplicando a sus hijas la ley del esfuerzo y por eso estos días han puesto a la pequeña de camarera en un establecimiento durante unas horas al día para que aprenda lo que supone trabajar. La joven ha estado unas cuantas jornada en un restaurante en Martha’s Vineyard (en el estado de Massachussets) atendiendo mesas y cobrando a los clientes. El establecimiento en cuestión se llama Nancy’s y pertenece a un amigo del presidente estadounidense que ha acogido gustosamente a la joven, cuyo objetivo estos días ha sido aprender lo que cuesta “ganarse el jornal”.
Serán solo unos días, los suficientes para que tenga clara la lección antes de comenzar las vacaciones familiares. Pero hasta entonces, los clientes y trabajadores del restaurante se han visto sorprendidos por la presencia de la joven, a la que detectaron por el séquito de guardaespaldas que la protege. Ni más ni menos que seis agentes de seguridad que velan por la integridad de la menor de los Obama que, como su hermana, ya no es la niña que llegó a la Casa Blanca hace ocho años.