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José Andrés, el cocinero que conquistó América

Factura 75 millones de dólares al año, se pelea con Donald Trump en los juzgados y es amigo de los Obama. Esta es la historia del chef español que triunfa en Estados Unidos.

IXONE DÍAZ LANDALUCE

Todo empezó con una bronca. En diciembre de 1990, José Andrés había quedado para comer con Ferran Adrià en un restaurante de Barcelona. Él era su mentor y su jefe en El Bulli. Pero cuando el asturiano llegó al local, Adrià no estaba. Salió a buscar una cabina para llamarlo y cuando volvió, se encontró al cocinero sentado en la mesa, esperando. Estaba enfadado. Discutieron, subieron el tono y Adriá despidió a José Andrés en el acto. Hoy son amigos íntimos, pero aquel malentendido marcó para siempre la carrera del cocinero nacido en Mieres (Asturias), que creció en Cataluña, dejó el colegio antes de tiempo y trabajó como cocinero de un almirante en la Marina nada más salir de la escuelade hostelería.

Los comienzos del chef

Se había quedado sin trabajo, pero tenía mucha ambición y muy poco miedo. Con 22 años se subió a un avión y cruzó el charco. Llegó a Washington con 50 dólares en el bolsillo y un trabajo apalabrado en El Dorado Petit. Apenas dos meses después de llegar, conoció a Patricia, la que se convertiría en su mujer y madre de sus tres hijas. Los inicios no fueron fáciles. Aquel restaurante cerró sus puertas solo dos años después, pero José Andrés aprovechó la oportunidad para embarcarse en una nueva aventura. En 1993, su socio, Rob Wilder, y él pusieron en marcha Jaleo, su primer restaurante en la ciudad. Su obsesión era popularizar las tapas.

Más de 20 años después, José Andrés es dueño de un pequeño imperio hostelero con más de 20 restaurantes en Estados Unidos, una empresa –Think Food Group– que factura 75 millones de dólares al año y que emplea a más de 800 personas. Y hace solo unas semanas, la guía Michelin –que el cocinero ha vilipendiado en el pasado– le concedía sus dos primeras estrellas premiando el vanguardista menú de Minibar, un restaurante donde solo cenan 12 comensales cada noche.

José Andrés no es un hostelero cualquiera. «Yo no abro restaurantes, yo cuento historias», suele decir para explicar su filosofía. La suya es la del cocinero español que aprendió a moverse en los círculos de poder de Washington, una ciudad construida sobre las alianzas –y las traiciones– políticas, que suelen gestarse en los despachos, pero también en los reservados de los restaurantes.

Durante más de 20 años, senadores y congresistas han sido su clientela. José Andrés tiene una relación particularmente estrecha con el matrimonio Obama, habitual de sus establecimientos. «Estoy muy contento y agradecido de que vengan, lo mismo que en su momento lo hicieron el presidente Clinton o Laura Bush. Pero esto es normal en Washington. Es una ciudad pequeña y hay muchos políticos», ha explicado. Pero su relación con el matrimonio presidencial va mucho más allá de un par de encuentros casuales. Además de haber ayudado a la primera dama a poner en marcha el huerto de la Casa Blanca para fomentar la alimentación saludable, formó parte en marzo de la delegación que acompañó a Obama en su histórico viaje a Cuba. También ha cocinado en más de una ocasión en la Casa Blanca, la última vez durante la visita oficial de los Reyes de España a Washington, en septiembre de 2015.

El reconocimiento

El pasado 22 de septiembre, el presidente le otorgaba la Medalla Nacional de las Humanidades, uno de los mayores reconocimientos al mérito civil de EE.UU. No era la primera vez que Barack Obama premiaba la labor del cocinero. «Es el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando a un inmigrante le damos la oportunidad de echar raíces en este país y crear negocios y empleos», dijo en una ocasión sobre él. Hace tres años, y más de dos décadas después de llegar a Washington, José Andrés y su mujer conseguían el pasaporte americano.

Sus conexiones políticas, su olfato para los negocios y su talento en los fogones le han convertido en un cocinero único en su especie que en 2011 fue nombrado mejor chef del año por la Fundación James Beard y al que, un año después, la revista Time incluyó en la lista de los 100 personajes más influyentes del mundo.

Hiperactivo por naturaleza, siempre tiene dos o tres nuevos proyectos entre manos, sea un nuevo restaurante, el rodaje de un documental gastronómico o un proyecto solidario. José Andrés es uno de los impulsores de LA Kitchen, una empresa con fines sociales que proporciona formación en hostelería a personas en riesgo de exclusión social. Una idea que aplicó más tarde en Haití, después de comprobar sobre el terreno la devastación que el terremoto de 2010 dejó en el país caribeño.

El cocinero también tiene una relación estrecha con Hillary Clinton, que en su etapa como secretaria de Estado le nombró embajador culinario de la Alianza global por las estufas limpias, que se encarga de distribuir cocinas eficientes en los países en desarrollo. Proyectos filantrópicos aparte, José Andrés ha dado clases en Harvard y en la universidad George Washington y ha puesto en marcha un programa de estudios de cocina española en el Centro Culinario Internacional de Nueva York.

Su obsesión siempre ha sido popularizar la cocina española y, sobre todo, su materia prima. Su lógica, desde luego, es aplastante: cuantos más restaurantes españoles haya en el mundo, más productos exportará España. Así de sencillo.

Él puso su granito de arena popularizando la gastronomía patria en Made in Spain, un programa de la televisión pública americana en el que preparaba recetas típicas de España. Y es que también es un animal televisivo: ha sido asesor culinario de la serie 'Hannibal', ha cocinado en la Casa Blanca delante de las cámaras y presentado un programa de viajes con su amigo el chef Anthony Bourdain.

Quizá por eso, sabe manejarse igual de bien entre políticos que entre celebrities. De hecho, Gwyneth Paltrow es una de las inversoras de su último proyecto: Beefsteak, una cadena de restaurantes de comida saludable. «Un día me dijo medio en broma medio en serio: “José, si necesitas inversores, dímelo”. Y yo le contesté: ‘Gwynnie, ahora es el momento’», contó haces unos meses en el Washington Post.

El secreto del éxito

Quienes le conocen, dicen que es hiperactivo, inteligente, carismático, apasionado algo autoritario e incansable. Quizá el secreto es que para él estar entre fogones ni si quiera es un trabajo. «Suelo decir que no he trabajado en mi vida. Para mí, el trabajo es algo que no te gusta, pero que tienes que hacer. Y en mi caso, me encanta cocinar», ha explicado.

En casa, con su mujer y sus tres hijas, cocina más que en sus restaurantes. «Aunque yo soy el chef, son ellas las que dictan cuál es el menú. Y lo que más nos gusta es preparar platos humildes», ha confesado.

Nunca terminó el instituto, pero ha dado clases en Harvard. Da de comer a los sintecho, pero también a los Obama. Se ha convertido en el azote de Donald Trump y en la voz de millones de inmigrantes.

En 2014, José Andrés y Donald Trump firmaron un contrato para que el cocinero abriera un restaurante en el hotel que el magnate acababa de inaugurar en Washington. Pero cuando Trump decidió presentarse a las primarias republicanas, sus declaraciones tachando a los inmigrantes mexicanos de “violadores y drogadictos” indignaron tanto a José Andrés que rompió el contrato. Trump le demandó por incumplimiento y le exigió diez millones de dólares, a lo que el chef contestó con otra demanda por daños y perjuicios de ocho millones. El caso sigue en los juzgados, mientras Andrés ha hecho campaña a favor de Clinton.

José Andrés es el sueño americano, un hombre hecho a sí mismo que, citando a Winston Churchill, suele decir que el secreto de su éxito siempre ha sido no tener miedo al fracaso. «Quizá un día me gustaría meterme en política. Me encantaría ser alcalde», ha confesado. Y está en el lugar adecuado. Nadie como él sabe cómo se cocinan los acuerdos en Washington. Y pocos tienen tantos y tan buenos contactos. Ambición no le falta y, desde luego, no tiene miedo al fracaso.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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