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El nombre de Akie Abe saltó a los titulares el pasado mes de julio. Entonces, la primera dama japonesa y Donald Trump compartieron mesa en la cumbre del G-20 y el presidente norteamericano contó poco después que Abe no sabía ni una palabra de inglés y que por eso, no había podido hablar con ella durante la cena.
La polémica se desató cuando un vídeo en el que Abe daba una conferencia íntegramente en inglés se hizo viral y todo el mundo empezó a preguntarse si, simplemente, la primera dama había ignorado activamente al presidente estadounidense. Y ahora, su nombre ha vuelto a los titulares. Su papel en la compra ventajosa de unos terrenos para construir una polémica guardería ha colocado a Abe en las primeras páginas de los periódicos nipones, ha provocado multitudinarias protestas entre la ciudadanía y la oposición y está poniendo en apuros al propio gobierno de su marido.
Nunca ha sido una primera dama convencional. Más bien al contrario. Creció en el seno de una familia adinerada y estudió en un colegio católico. Con 22 años, empezó a trabajar en una famosa agencia de publicidad y fue su jefe quien insistió en presentarle a Shinzo Abe, un ambicioso joven con aspiraciones políticas. Salieron durante dos años, se casaron en 1987 y aunque trataron de tener hijos, no consiguieron formar una familia.
Quizá por eso, Abe se dedicó a otros menesteres: primero trabajó como 'disc jockey' en una radio local bajo el apodo de 'Akky' y cuando en 2006 su marido se convirtió en primer ministro por primera vez, ella abrió un pub en Tokio. Algunas de sus juergas -incluso con los opositores políticos de su marido- se han hecho legendarias en Japón. Pero cuando su marido dimitió del cargo apenas un año después, Abe volvió a la universidad.
Y aquello lo cambió todo. Se dio cuenta de que no quería ser una esposa tradicional y empezó a expresar enérgicamente sus propias opiniones. Desde entonces, ha criticado abiertamente algunas de las decisiones políticas de su marido –en el poder de nuevo desde 2012– y en Japón se le conoce como el 'partido opositor' del gobierno.
Además, Abe ha seguido desarrollando sus propios proyectos -en 2012 abrió un restaurante ecológico en Tokio- mientras se convertía en una 'influencer' con cientos de miles de seguidores en Facebook e Instagram. Sin embargo, en las últimas semanas el escándalo ha conseguido silenciarla. Veremos por cuánto tiempo…
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