Hace 30 años vimos ‘El declive del imperio americano’ (1986). Luego el canadiense Denys Arcand hizo ‘Las invasiones bárbaras’ (2003) y ha concluido la trilogía (si lo es) con ‘La caída del imperio americano’. Mucha filosofía de fácil acceso y el triunfo del capitalismo con la peripecia de un doctor en filosofía que se encuentra dos bolsas llenas de dinero. Arcand dice que en todas sus películas habla de lo mismo: de la sociedad y la época en que vive. La primera película iba sobre sexo; la segunda, sobre la muerte, la tercera, sobre el dinero. Pero mostrando fe en el individuo (aunque no en el sistema). Quizá es condescendencia con los personajes, no sé. La película es un thriller, género que Arcand trabajó en los años 70. Al filósofo lo persiguen mafiosos y policías. Como señala el canadiense, el director que diga que no disfruta rodando con pistolas, miente.
Prerrogativa de la caballería

La caballería y sus vanidades es un temas cuyo atractivo me sorprende a mí misma. ‘La vanidad de la caballería’ (Gatopardo ediciones), de Stefano Malatesta, es una joyita maravillosamente escrita. Una ‘petite histoire’ que va de la anécdota a la crónica de viaje, pasando por el análisis histórico. Las batallas más famosas a caballo, sus jinetes más presumidos y extravagantes. Por ejemplo Lord Cardigan, que comandaba durante la Guerra de Crimea la Brigada Ligera en la batalla de Balaclava, que costó la vida a 110 de los 674 hombres que lideraba. Alcanzó la batería enemiga, giró y cabalgó hacia sus propias líneas, que todavía no habían alcanzado el objetivo. También los sombreros del duque de Aosta, la furia de Gengis Kan, la torpeza de Mussolini a caballo… La vanidad, según Stefano Malatesta (Roma, 1940), ha sido siempre prerrogativa de la caballería y de los hombres de uniforme.
Eva y Villanelle

Vuelve una de las series más esperadas. ‘Killing Eve’ estrena su segunda temporada el 8 de abril en HBO. La ficción sobre una agente del M15 que persigue a una asesina vuelve sin Phoebe Waller-Bridge, que ahora es sólo productora ejecutiva (estaba ocupada con la segunda de ‘Fleabag’). Pero ha dejado como showrunner a Emerald Fennell, un alma gemela. El tono va a ser el mismo, es decir, distinto del de las novelas de Luke Jennings en que se basa. Volveremos a ver a esas dos mujeres, Eve (Sandra Oh) y Villanelle (Jodie Comer), y a disfrutar de su extraña relación. De su mutua obsesión. A ver de lo que es capaz Villanelle, ese animal salvaje con forma de persona. La segunda temporada empieza 30 segundos después de donde lo dejaron. Eve acababa de apuñalar a Villanelle. Y Villanelle había desaparecido.
No está bien respirar por la boca

Sobre Mary McCarthy habíamos leído mucho últimamente en el estupendo ‘Agudas. Mujeres que hicieron de la opinión un arte’ (Turner), de Michelle Dean. De ella y de otras escritoras del siglo XX. Ahora Lumen vuelve a publicar las ‘Memorias de una joven católica’ de McCarthy (la editorial tiene también en su catálogo ‘Entre amigas’, extraordinaria correspondencia entre Hannah Arendt y McCarthy). En las memorias está su infancia en casas ajenas. Su abuela católica y aterradora y su abuela judía, que siempre llevaba un velo para tapar un estiramiento facial que no había salido bien. El tío que le pegaba y la tía que mezclaba zumo de naranja con aceite de ricino para pegarle los labios y que no respirara por la boca (no le parecía bien). Lo sublime y lo ridículo en su visión de la sociedad estadounidense de los año 20 y 30. La mirada personal convertida en material literario de calidad. Lo más peculiar del testimonio de una de las escritoras más inteligentes del pasado siglo es ese añadido del final de cada capítulo donde hace anotaciones, duda de la veracidad de lo que cuenta y advierte de que su propia memoria la pueda estar traicionando.