celebrities

Hacer ejercicio, ¿engorda?

La actividad física puede tener un efecto rebote en la báscula. Combinada con una dieta saludable, puede ser la solución para alcanzar nuestras metas.

La actividad física puede tener un efecto rebote en la báscula. / d. r.

David Saldaña
DAVID SALDAÑA

Cuántas veces nos ha pasado que nos levantamos con la decidida intención de cambiar nuestro estilo de vida. Una mañana salimos a apuntarnos al gimnasio, empezar a correr o a caminar para quitarnos ese kilo o ese michelín de más. Pasado un tiempo, sorpresa, no solo no hemos adelgazado sino que incluso hemos engordado un poco. Un conocido personal se pesó una semana después de correr una maratón y había engordado un kilo y medio respecto al peso previo. ¿Cómo es posible? Aún no lo sabemos a ciencia cierta.

Para adelgazar todo el mundo sabe que lo primero es comer menos y de esta manera reducir nuestra ingesta calórica y consumir más aumentando nuestra actividad. De esta manera tendremos un balance negativo entre lo ingerido y lo gastado y para compensarlo usaremos nuestras reservas internas. Esto, al final, nos debe hacer reducir nuestro peso.

Un caso real

Pero las cosas no son tan sencillas como pueden parecer. El pasado mes se publicó en la una importante revista de nutrición un curioso artículo de un grupo de investigadores de California. Su intención fue justo estudiar este fenómeno. ¿Por qué las personas que inician la práctica de ejercicio físico con intención de adelgazar no lo hacen?

Para ello reunieron a cientos de personas con sobrepeso y vida sedentaria. Los dividieron en tres grupos, al azar. En el primero de ellos las personas no modificaron sus hábitos, en el segundo iniciaron una actividad moderada, en cintas para correr o bicicletas, divididas en tres sesiones y en el tercer grupo la actividad física fue más intensa. Se monitorizaron, de manera estrecha, diversos parámetros como la actividad basal —la normal en la vida diaria—, la calorías ingeridas diariamente con los alimentos, líquidos tomados durante el día, nivel de sensación de hambre, etc. El estudio duró seis meses. Durante el que los participantes podían comer lo que quisieran y todos los parámetros anteriormente descritos fueron seguidos estrechamente.

Las personas que hacían ejercicio aumentaron su ingesta calórica y engordaron

Al analizar los resultado se pudo comprobar que el grupo que no había modificado su vida ni su actividad física continuaba igual, como es lógico. Lo paradójico resultó que del grupo que había realizado ejercicio moderado no había perdido peso o al menos no tanto como cabría esperar por el aumento de la actividad. Lo mismo pasó en el grupo de ejercicio más intenso. De alguna manera habían compensado el aumento de actividad y de gasto.

Se pudo apreciar que los participantes no habían modificado su actividad basal. Continuaban moviéndose igual que siempre en las actividades de su vida diaria, es decir su organismo no había entrado en modo ahorro, como se podía esperar. Lo que había cambiado realmente es que comían más. Era poca la cantidad, el equivalente a una rebanada de pan de molde, pero suficiente para ralentizar la pérdida de peso. Habían tenido un comportamiento de intercambio. Cambiaban el ejercicio por unas galletas o un donut, por ejemplo.

Ejercicio y dieta

Cualquiera que haga deporte y registre el consumo de calorías con un reloj, podómetro, pulsera, etc. sabe lo que hay que sudar para gastar 100 calorías. También sabemos lo fácil que es recuperarlas, una galleta o un trozo de pan alcanzan fácilmente esa cifra, por no hablar de una hamburguesa que puede alcanzar las 1.000. Pero no todo son malas noticias, aquellos que no aumentaron su ingesta diaria de calorías si adelgazaron. Así que si quiere perder peso realice ejercicio y haga dieta, mejor asesorado por un especialista y no se desanime, si otros han podido usted también puede.

Más noticias relacionadas...

- ¿Qué es la viagra femenina y qué efectos tiene?

- La adicción al sexo ya es enfermedad

- La vejez, inicio de una nueva vida

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

¿Qué me deparan los astros?