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Carolina de Mónaco, una abuela a bordo

La princesa Carolina de Mónaco disfrutó de una jornada a bordo de su barco, el Pachá III acompañada por sus nietos.

Carolina de Mónaco a bordo del Pachá III en una imagen de archivo. / Gtres

Hoy Corazón
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Durante los últimos meses ha sido casi invisible a ojos de los 'paparazzi'. Carolina de Mónaco ha permanecido apartada de los focos durante prácticamente toda la primavera y parte del comienzo de este verano atípico, pero su discreción no es sinónimo de un encierro en palacio ahora que ha llegado la nueva normalidad. Y estos días lo hemos comprobado.

Después de aparecer en un par de actos en el principado, entre ellos el funeral por su prima, la baronesa Elisabeth-Ann de Massy, la hija de Rainiero y Grace Kelly se ha hecho a la mar como suele hacer casi todos los años por estas fechas. Lo ha hecho a bordo de su barco y con la mejor de las compañías, la de sus nietos.

A sus 63 años, Carolina atraviesa una etapa tranquila, centrada en su familia y manteniendo algunas de sus antiguas costumbres. Entre ellas, la de salir a navegar por las aguas del Mediterráneo en el Pachá III, la embarcación que compró junto a su marido, Stéfano Casiraghi, en 1989, poco antes del fallecimiento de este y al que puso el número III en el nombre por los tres hijos que tuvo junto a él, Andrea, Carlota y Pierre –más tarde vendría Alejandra, fruto de su matrimonio con Ernesto de Hannover–.

La madurez de Carolina

Aunque tras enviudar de Casiraghi Carolina pasó mucho tiempo sin salir a navegar en el Pachá, en los últimos años es más que frecuente verla sola o acompañada por los suyos a bordo de un yate que ha sido testigo de algunos de los momentos familiares más entrañables, como el inicio de la luna de miel de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo. En él descubrimos también los albores de la relación entre Carolina y Ernesto de Hannover quien a día de hoy sigue siendo, al menos formalmente, su marido.

Aunque del príncipe alemán hace tiempo que no se sabe nada ni dentro ni fuera de Mónaco–hay medios que afirman que ahora reside en Austria–, Carolina atraviesa una etapa de calma ahora que ha alcanzado la madurez. En el Pachá ha protagonizado estos días estampas que sin duda también formarán parte de ese álbum de recuerdos felices de una Carolina más serena, quizá menos mediática, pero igual de estupenda que siempre a sus 63 años.

Junto a ella en su travesía de estos días estaban tres de sus seis nietos: Sacha e India, de siete y cinco años, nacidos del matrimonio entre el mayor de sus hijos, Andrea Casiraghi, y Tatiana Santo Domingo, y Raphael Elmaleh, de seis, el hijo mayor de Carlota, fruto de la relación de esta con el cómico francés Gad Elmaleh.

Los tres pequeños, divertidos y felices, han permitido que, desde lejos, atisbemos a una Carolina que es más difícil de ver: la abuela entregada que juega con sus nietos, que, como cualquier otra, les ayuda a hinchar el flotador, les saca fotografías con su móvil y que disfruta viendo la vida a través de sus ojos.

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