Por qué el misterioso asesinato de los marqueses de Urquijo se convirtió en el crimen más fascinante de los años 80: lujo, un marido abandonado y un mayordomo acusador

Una mansión de lujo en Somosaguas despertó la mañana del 1 de agosto con dos cadáveres en la cama. Los marqueses de Urquijo pasaban así a la pequeña gran historia de la crónica negra española.

Myriam de la Sierra y Juan de la Sierra, los hijos de los marqueses de Urquijo, fotografiados en el día del funeral de sus padres. archivo abc
Por qué el misterioso asesinato de los marqueses de Urquijo se convirtió en el crimen más fascinante de los años 80: lujo, un marido abandonado y un mayordomo acusador
Elena de los Ríos

De todos los crímenes que se cuentan en la crónica negra española, ninguno ha alcanzado el estatus mediático del doble asesinato de los marqueses de Urquijo, un sangriento asalto pistola en mano que no impidió la mutación del suceso en fenómeno pop. La trágica muerte en la cama de Manuel de la Sierra y la marquesa Lourdes Urquijo y Morenés es al planeta de los ricos, aristócratas y famosos lo que el caso de Alcàsser al feminismo: el misterioso crimen sin resolver paradigmático de un contexto.

Efectivamente: el contexto del doble asesinato de los marqueses de Urquijo lo es todo. Nos sitúa en la alta sociedad, un territorio aún muy inexplorado por la hambrienta prensa de los años 80, con unos marqueses como víctimas de un asesino nocturno y pistola en mano. Entró en la impresionante mansión de la pareja, situada en una urbanización de lujo de Somosaguas y con el característico lujo silencioso del poder financiero. Nada y todo que ver con Dinastía o Falcon Crest, la series que entonces arrasaban en la tele.

El o los asesinos fueron implacables: saltaron la valla, abatieron la puerta de al piscina y entraron en la casa. Mataron al marques de un tiro en la nuca mientras dormía. Tenía 54 años. A la marquesa, la titular del marquesado, la eliminaron al escuchar que preguntaba '¿Quién anda ahí?' desde la habitación contigua. Fue de un tiro en la boca y otro en la carótida. Tenía 45. Todo lo que sucedió después del trágico suceso ha alimentado la leyenda que convierte a este caso en algo único. Un misterio sin resolver.

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Le enumeración de comportamientos extraños a raíz del doble asesinato impresiona. Para empezar, el administrador de la fortuna de los marqueses de Urquijo, Diego Martínez Herrera, se presentó, en pleno verano, vestido de luto, de negro riguroso, a las 9 de la mañana del día del crimen. Antes de que llegara el equipo forense ordenó lavar los cuerpos y presentaba una sospechosa herida en el brazo: no supo explicar su origen. Además, varios documentos habían desaparecido de la caja fuerte. De él se dijo que era el cerebro en la sombra, pero no se pudo demostrar su participación en el crimen.

Oportunamente, la persona del servicio que dormía con los marqueses, una mujer dominicana, no había pasado la noche en la casa: estaba en la casa del vecino y, según ella misma aclaró, manteniendo relaciones sexuales con uno de sus empleados. Boly, el caniche de la familia, un perro lleno de mala leche, casualmente tampoco ladró aquella noche. Sin embargo, el mayordomo de confianza de la marquesa, Vicente Díaz, se convirtió en la auténtica garganta nada profunda del caso, señalando a cara descubierta a las personas que creía culpables.

¿Quién mató a los marqueses de Urquijo?

El sospechoso principal y finalmente culpable desde el minuto uno fue Rafael Escobedo, separado de Myriam de la Sierra y Urquijo, la hija de 24 años de los marqueses, hacía seis meses. Conocía la casa como para entrar rompiendo lo mínimo y por el lugar más propicio y tenía un móvil: le echaba la culpa al marqués de haber deshecho su matrimonio con Myriam, quien ya había iniciado una nueva relación sentimental con su jefe.

Junto a Escobedo, finalmente condenado a 53 años de cárcel, resultaron culpables de complicidad su amigo Javier Anastasio, quien reconoció haberse deshecho de la pistola de marras (y escapo a Brasil hasta que prescribió el delito), y Mauricio López-Roberts, marqués de la Torrehermosa y también amigo de Rafi, por prestarle dinero. Quedó en libertad provisional tras pagar medio millón de las antiguas pesetas.

La teoría del asesino único no convenció ni al juez, que en su sentencia escribió el famosos «solo o en compañía de otros» que dejaba abierto a elucubraciones el crimen de los marqueses de Urquijo. Tampoco a Vicente el mayordomo quien, para sorpresa nacional, contó las malísimas relaciones entre el marqués y sus hijos y sostuvo que el crimen era un encargo de Juan, el hijo de 22 años de los marqueses, a Rafael Escobedo. Aseguró que era una obra colectiva de Juan, Escobedo, Mauricio López-Roberts y Diego Martínez Herrera para hacerse con la fortuna de los Urquijo.

Los hijos de los marqueses de Urquijo, Myriam y Juan de la Sierra, en su mansión de Somosaguas. archivo abc

Los movimientos de Juan, fallecido hace solo unos días a los 64 años, habían sido escudriñados minuciosamente por la policía durante la investigación. Aún así no terminó de aclararse un rumor insistente: que el hijo pequeño de los marqueses de Urquijo había viajado de Londres, donde estudiaba finanzas, a Madrid la misma noche del crimen.

Juan no solo era buen amigo de Rafi Escobedo, sino que al día siguiente de su detención tanto el administrador, Diego Martínez Herrera, como Javier Anastasio hicieron un viaje relámpago a Londres, supuestamente para reunirse con él. Martínez Herrera aseguró que no, que viajó para realizar unas gestiones de venta de los hoteles Ritz y Palace, algo que fue desmentido por sus respectivos directores.

¿Cómo murió el yerno de los marqueses de Urquijo?

Mientras el mayordomo apuntaba en los medios de comunicación a Juan como iniciador de toda la operación criminal, Rafi Escobedo, ya en la cárcel, hacía declaraciones para involucrar a Myriam. Ni ella ni su hermano tenían buen relación con su padre, pero se beneficiarían de un patrimonio de más de 200 millones de pesetas (más de un millón de euros). La prensa se cebó con Miriam, a la que pintaron como fría hija y mujer casi fatal, un clásico de la misoginia. Sin embargo, Juan pudo capear el temporal relativamente bien, sin tantas lapidaciones mediáticas, e instalarse en Panamá.

En 1988, tras conceder varias entrevistas (la más mítica, de nuevo a Jesús Quintero) en las que se mostraba desesperado al ver que no se investigaba su inocencia, Rafael Escobedo se suicidó en su celda de la cárcel del Dueso (Cantabria). Apareció ahorcado, aunque el legendario forense José Antonio García Andrade encontró restos de cianuro en sus pulmones. ¿Un asesinato? Eso sostuvo incansablemente su abogado, Marcos García-Montes, quien aseguraba que cinco personas, entre ellas una mujer, habían estado en la mansión de Somosaguas la noche del crimen.

Tras el sospechoso suicidio de Rafi Escobedo, la teoría del chivo expiatorio alzó el vuelo. Hasta Myriam de la Sierra escribió en su libro '¿Por qué me pasó a mí' que pensaba que su ex marido había estado la noche del crimen en la mansión de Somosaguas, pero que le veía incapaz de haber cometido el crimen. Pudo ser cómplice, pero no autor material.

En el juicio, los psicólogos y psiquiatras que examinaron a Rafi certificaron que Escobedo «no tenía capacidad, intelecto ni voluntad para matar y menos rematar». Tanto García Andrade como el forense Raimundo Duran, encargados de la investigación forense del crimen de los marqueses de Urquijo, escribieron en su informe que el doble asesinato tuvo «un autor frío, calculador y profesionalizado».

¿Qué dos teorías han quedado suspendidas en el limbo de la sospecha hasta hoy? La primera, que Rafael Escobedo no quiso revelar lo que pasó la fatídica noche del crimen de los marqueses de Urquijo por amor. Es la teoría que sigue apuntando a Myriam. La segunda, sostenida por las declaraciones de los forenses y las inconsistencias que se observaron durante la investigación, que estamos ante un crimen de altos vuelos financieros orquestado por profesionales.

¿Qué teoría de la conspiración financiera se relaciona con el crimen de los marqueses de Urquijo?

Manuel de la Sierra era, además de marqués y grande de España consorte, caballero de la Orden de Malta, del Santo Sepulcro y del Santo Cáliz de Valencia, ingeniero, abogado y consejero del Banco Urquijo, en representación de la familia. Su mujer, María Lourdes Urquijo y Morenés, era además de marquesa de Urquijo y de Loriana y grande de España, propietaria minoritaria del banco que, justo en aquellos momentos, valoraba su fusión con el Banco Hispanoamericano.

Parece que el marqués de Urquijo era el único accionista significativo que se resistía a la fusión, una negativa que llevó al forense José Antonio García-Andrade a apoyar la teoría del crimen de alto standing. En su libro Los muertos también hablan», dedicado al asunto, escribió: «Ahí se encuentra el móvil de esos tres crímenes, el de los marqueses y el de Rafi, en el dinero, sí, pero dinero a gran escala, a la manera de los crímenes mafiosos». Sin embargo, fuentes del banco negaron esta posibilidad. La participación de la familia Urquijo en el banco no era tan importante como para impedir la fusión. Aún así, las sospechas continúan.

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.