Su refugio en Asturias
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Hace siete años, los nietos de Francisco Franco y Carmen Polo decidieron poner en venta La Piniella, un sobrio palacete edificado en el siglo XVIII en San Cucao, en el municipio asturiano de Llanera, a unos quince kilómetros de Oviedo. Para encontrar nuevo dueño a la que fuera una de las propiedades más queridas y emblemáticas de la familia Franco, recurrieron a la inmobiliaria de lujo cántabra Mikeli y el precio de salida fue entonces 5 millones de euros.
Se da la circunstancia de que a través de esa misma inmobiliaria, los Franco trataban de vender entonces el más conocido pazo de Meirás, en ese caso por 8 millones de euros. Pero en ese momento, la Diputación de A Coruña exigió a la Xunta de Galicia que iniciase de forma inmediata un expediente sancionador contra los herederos de Francisco Franco por tratar de vender ese «emblema del patrimonio gallego» construido a finales del siglo XIX y que fue el lugar de trabajo de la escritora Emilia Pardo Bazán.
Ahora, cuando el Boletín Oficial del Estado acaba de recoger el inicio del procedimiento para declarar el Pazo de Meirás como Lugar de Memoria Democrática, La Piniella sigue sin encontrar comprador. Por eso, la familia ha reducido sustancialmente sus pretensiones económicas, pidiendo tan solo 1,2 millones de euros por esta «bonita casa de campo del siglo XVIII en el centro de Asturias».
Esta propiedad de 50 hectáreas, apodada La Casina por la familia Franco, lleva en venta desde apenas dos meses después de la muerte de la matriarca del clan, Carmen Franco Polo. Desde entonces forma parte de un vasto patrimonio en manos de los siete nietos de Francisco Franco, atesorando recuerdos entrañables para la familia, ya que fue allí donde él y su esposa pasaron su noche de bodas en 1923.
Desde entonces, el palacete se convirtió en una de las residencias de verano favoritas del matrimonio, sobre todo de Carmen Polo, que la convirtió en enclave familiar y refugio privado, ya que le permitía seguir manteniendo fuertes vínculos con su tierra natal, Asturias. Allí recibía visitas y organizaba reuniones sociales.
Lejos de lujos y ostentaciones, La Piniella destacó por su utilidad como residencia de descanso y explotación agropecuaria, produciendo leche, carne y productos agrícolas, que supervisaba la propia Carmen Polo, que había heredado la finca de su familia. Durante sus estancias veraniegas allí, su esposo se dedicaba en cuerpo y alma a recorrer los ríos asturianos para practicar la pesca del salmón, un deporte al que era gran aficionado.
Sin ninguna referencia a la naturaleza de sus vendedores, ahora es otra inmobiliaria de lujo, Engel & Völkers, la que presenta esta propiedad como una oportunidad de inversión vinculada a proyectos de hostelería o restauración. «Escoltada por dos garitas nos recibe un camino con setos altos hasta llegar a la verja principal por la cual accedemos al camino con plátanos que nos dirige desde el jardín a la entrada principal y la capilla», podemos leer en el anuncio.
La primera planta está compuesta por un salón de té, luminoso comedor con chimenea, amplia cocina con pasaplatos y zona de despensa y de calderas. En la segunda planta están los dormitorios, siete en total. El principal, de grandes dimensiones, con dos baños en suite, dispone de un armario de madera de castaño con amplio espacio de almacenaje y dos ventanales que aportan mucha luz natural. Cuatro baños más, terraza y sala de costura completan una superficie de 360 m2.
A esta hay que sumar 300.000 m2 más de terreno que rodean a la casona, que incluyen varias edificaciones. En un lateral hay una gran explanada, la casa de los guardeses, el almacén, la cuadra, un gallinero y un amplio garaje para coches de doble altura. El anuncio finaliza con un aviso para compradores interesados: «Se requiere restauración».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.