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Nació en Surrey (Reino Unido) y murió en Ciudad de Panamá. En medio, Margot Fonteyn se convirtió en la bailarina británica más icónica de todos los tiempos y en el alma gemela del bailarín ruso más icónico de todos los tiempos, Rudolf Nureyev, que le regaló una segunda vida en el ballet cuando estaba a punto de abandonarlo. Margot recibió el máximo honor de su oficio de manos de Isabel II, bailó en la boda de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco, participó en un golpe de Estado por amor y no se quitó las puntas hasta pasados los 60.
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Margaret Evelyn Hookham nació en 1919 en Reigate (Reino Unido). Su padre era un ingeniero mecánico de la British American Tobacco Company, mientras que su madre era la hija ilegítima de una irlandesa y un industrial brasileño. Fue ella la que le introdujo en el mundo del ballet junto a su hermano mayor, Félix, cuando solo tenía 4 años.
Al principio, la madre de Fonteyn le acompañó en las lecciones para aprender los rudimentos de la danza y poder aconsejar mejor a su hija al respecto. Y lo hizo durante toda su vida: no era raro ver a Evelyn en las bambalinas de los teatros donde su hija, ya consagrada, actuaba, y en el mundillo la conocían como Black Queen (la reina negra).
Se formó en Shaghai (donde la familia se mudó por el trabajo del padre, en 1931) con el ruso George Goncharov. En 1934, volvió a Londres con su madre para seguir estudiando danza allí. Se formó con maestras como Serafina Astafieva o Vera Volkova (que era pareja de Goncharov) y comenzó su carrera con el nombre de Margot Fontes, aunque tuvo que cambiarlo por Fonteyn porque su abuelo materno, que no quiso reconocer a su madre, no le permitió utilizar su apellido.
En 1935 se convirtió en prima ballerina en la que sería su compañía durante toda la vida, la Vic-Wells (después convertida en la Royal Company). Dos años después, en 1937, mientras visitaba por trabajo la Universidad de Cambridge, conoció a un joven panameño de 18 años que la enamoró bailando rumba: Tito Arias. Pasaron una semana juntos, pero él regresó a Panamá y no volvió a ponerse en contacto con ella. Ya entonces Margot tenía una relación con Constant Lambert, el director musical de la compañía, un idilio que cortarían y retomarían a lo largo de toda su vida.
A principios de los años 40 parece que Fonteyn decidió abortar tras quedarse embarazada de su pareja, y por influencia de su madre comenzó a relacionarse con el director de cine Charles Hasse.
Justo al finalizar la segunda guerra mundial, en 1946, y para subir el ánimo e inaugurar la época de paz, la compañía pidió, rebuscó y reutilizó cada pieza de brocado, terciopelo y seda para crear un vestuario espectacular y estrenar ante los reyes (Jorge y María, y unas jóvenes princesas Isabel y Margarita) La bella durmiente de Tchaikovsky. La Aurora de Fonteyn, que la artista creó de cero, sin referencias de otras representaciones, se convirtió en uno de los papeles más celebrados de toda su carrera y la catapultó a la fama.
A partir de ahí, París y Nueva York, la portada del Times y Newsweek, coreografías de Massine, Roland Petit o Balanchine, y por fin una pareja a su altura, Michael Somes, con quien alcanzó las mayores cotas de reconocimiento de la que, sorprendentemente, solo sería la primera etapa de su carrera.
¿Y qué pasaba con el corazón de Margot? Que aquel panameño que se lo robó en el primer capítulo de su vida, Tito Arias, fue a visitarla al camerino en la gira americana de La bella durmiente en 1953. Por entonces, él tenía esposa e hijos, pero volvió a prendarse de la inglesa y acabó pidiendo el divorcio para casarse con ella en 1955, en París.
Al año siguiente, en 1956, Somes y Fonteyn actuaron en la boda de Grace Kelly y el príncipe Rainiero. Fue elegida presidenta de la Real Academia de Danza y recibió el honor de ser nombrada 'Dame' de la Orden del Imperio Británico. Además, se convirtió en mujer de diplomático cuando su marido fue nombrado embajador, un cambio en su vida que le supuso crítica por su falta de interés en la política. Margot actuó en Sudáfrica a pesar de la vigencia del apartheid y también para Imelda Marcos, la controvertida primera dama de Filipinas.
En 1959, la bailarina se vio envuelta en un golpe de Estado que le supuso 24 horas de cárcel en Panamá y una deportación inmediata a Nueva York. Su marido fue acusado de intentar derrocar al presidente Ernesto de la Guardia con la ayuda de Fidel Castro, y mientras él huía del país ella se entregaba a las autoridades panameñas para distraer la atención y ayudarle a escapar. La intervención de la diplomacia británica la libró de mayores consecuencias y acabó reencontrándose con Arias en Río de Janeiro semanas después.
La vida aún le deparaba su mayor sorpresa. El joven Nureyev acababa de desertar de la Unión Soviética y el Royal Ballet le acogió con los brazos abiertos. Para el debut del bailarín, la compañía quería que le acompañara Margot. Pese a los 19 años de diferencia entre ambos (ella por entonces tenía 42, él 23) y que casi todo el mundo esperaba que se retirara, la artista aceptó el reto y en 1962 ambos estrenaron Giselle y volvieron loco al mundo de la danza. Y se volvieron locos el uno por el otro. ¿Hasta qué punto? Nureyev aseguraba que hubo relaciones íntimas; Fonteyn siempre lo negó.
En 1964, un amigo disparó cuatro veces a Tito Arias en Panamá y este quedó parapléjico el resto de su vida. Al parecer, fue una disputa de celos: Arias estaba teniendo una aventura -una de las muchas que mantuvo mientras estaba casado con Margot)- con la esposa del agresor. Fonteyn viajó para recogerlo y traerlo de vuelta a Londres y alargó su retirada hasta 1979, con 60 años (aunque desde 1972 actuaba a un nivel mucho menos exigente), para poder pagar los carísimos tratamientos que necesitaba su marido, que moriría 10 años después.
Nombrada prima ballerina assoluta del Royal Ballet (un raro honor concendido a muy pocas bailarinas por su excepcionalidad), hasta su muerte en 1990, en Panamá, Fonteyn se retiró a una finca desde donde siguió hablando por teléfono con Nureyev todas las semanas. Poco antes de morir, siempre fiel a su infiel marido, se convirtió al catolicismo para que sus cenizas pudieran descansar en la misma tumba de Arias, que había muerto poco antes. Su alma gemela, que siempre aseguró que ambos eran «un cuerpo, un alma», no pudo acudir a despedirla: estaba muy enfermo por el VIH y solo le sobrevivió un par de años más.
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HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.