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Aquel 22 de mayo de 2004, la entonces Reina Sofía apareció muy elegante, con un vestido largo de Pertegaz (el mismo modisto que vestía a la novia) y con una mantilla española como manda la tradición para ser la flamante madrina en la boda de su hijo y futuro heredero de la Corona. La madre de la novia, Paloma Rocasolano, dejó claro desde ese mismo día que ella quería un papel protagonista en la nueva vida de su hija (aunque fuera lejos del foco mediático): su dos piezas rojo y su enorme pamela hablaban, sin palabras, alto y claro.
Los Reyes Eméritos fueron los padrinos de bautizo de la Princesa Leonor, heredera al trono de España, un gesto que se lee como algo institucional. Sin embargo, una vez cumplido el protocolo que se esperaba con la futura Reina Leonor, el bautizo de la Infanta Sofía tuvo un cariz más familiar y sus padrinos fueron el príncipe Kostantin de Bulgaria y la abuela materna, Paloma Rocasolano, que ocupó un lugar protagonista.
En las Navidades de 2012 se pudo ver a la entonces Princesa Letizia con sus hijas Leonor y Sofía, su madre, Paloma Rocasolano y su abuelo Francisco disfrutando de una tarde en el Circo Price, un plan familiar y muy 'normal' que demostró la cercanía y complicidad de la 'abu' Paloma con las niñas, algo que doña Sofía siempre ha echado de menos.
Una de las imágenes que más llamó la atención en la comunión de la Infanta Sofía fue esta, en la que Paloma Rocasolano, de blanco y radiante, se colocó muy sonriente y sin ningún pudor en el centro de la foto, escoltada por sus nietas, y desplazando a la Reina Sofía a un plano lateral.
Los Premios Princesa (antes, Príncipe) de Asturias es la única cita oficial en la que coinciden cada año (menos el pasado 2020 marcado por la pandemia) la Reina Sofía y Paloma Rocasolano. Una en el palco de honor, como marca su condición de Reina Emérita, y la otra en el patio de butacas, Rocasolano deja claro que aunque por estatus Sofía tenga más protagonismo, en complicidad y cercanía ella gana por goleada.