UN CUENTO DE HADAS
UN CUENTO DE HADAS
No era una boda real, por lo que la ceremonia pasó más desapercibida en Jordania que en la prensa extranjera, aunque se declaró fiesta nacional. Abdalá, hijo mayor del rey Hussein y de su segunda esposa, la británica Toni Avril Gardiner, que recibió el título de princesa Muna, todavía era un príncipe cuando conoció a Rania Al-Yassin. Fueron presentados en una cena en Amán, la capital de Jordania, en casa de una de las hermanas de Abdalá, en 1992.
Rania, que tenía 22 años, estaba graduada en negocios por la Universidad Americana de El Cairo, y había trabajado en Citibank y en el departamento de marketing de Apple. Había nacido en Kuwait de padres palestinos y de una familia de médicos. Se mudaron a la capital jordana en 1991, tras el final de la Guerra del Golfo. Abdalá se educó en un colegio británico y se licenció en la Academia de Sandhurst y en la Universidad de Georgetown.
Todos los que presenciaron aquel encuentro entre el príncipe y la joven palestina aseguran que fue amor a primera vista. El propio rey lo calificaba así en una entrevista que concedió a la revista People en 2005. «Lo supe desde el primer momento», dijo. «Tenía una sonrisa tan encantadora y una energía tan contagiosa que nos entendimos de maravilla», recordaba Rania en 2016. «Y el resto, como dicen, es historia». La pareja se llevaba 12 años. Tres meses después de aquel encuentro, se comprometieron y la boda se celebró el 10 de junio de 1993, en el Palacio Zahran, en Amán. Apenas habían pasado seis meses desde que se habían conocido. Asistieron 2.000 invitados.
La novia, una joven morena de gran belleza, eligió, para la ceremonia, un diseño a medida bordado en oro, del prestigioso diseñador británico Bruce Oldfield –uno de los diseñadores favoritos de Diana y de la reina Camila–, complementado con un tocado de seda y un velo a juego. El novio lució uniforme militar inspirado en la tradición hachemita. Asistieron 2.000 invitados.
Para el vestido de la novia, muy voluminoso, Oldfield se inspiró en varios trajes de ceremonia sirios expuestos en el Victoria & Albert Museum de Londres. Llevaba una chaqueta de manga corta y anchas solapas decoradas con motivos florales de oro. Era de seda y tenía una falda de corte princesa con una gran caída. En la cintura destacaba un magnífico cinturón que décadas más tarde lució su hija, la princesa Iman, en su fiesta de la henna antes de su boda, en 2023.
Rania llevó guantes blancos, y unos pendientes de perlas y oro, pero sorprendió al no lucir tiara, como era la tradición. Su tocado sin joyas, una banda ancha de seda bordada en oro sobre un alto recogido estilo bailarina, fue un homenaje a sus raíces palestinas no reales. Criada junto a sus dos hermanos en la ciudad cisjordana de Tulkarem trabajó arduamente para alcanzar sus objetivos y su decisión dejaba claro que no olvidaría sus orígenes. La novia llevó cinco damitas de honor.
Tras el enlace, la pareja salió de la ceremonia bajo un arco de espadas y recorrió las calles de Ammán en un Lincoln convertible clásico de 1961. La gente se agolpó para ver a la pareja. Para su recepción en los jardines del Palacio Raghadan, la novia lució un segundo atuendo de Bruce Oldfield, un vestido blanco de anchos tirantes con adornos dorados.
Los recién casados cortaron con una espada un gigantesco pastel de bodas de varios pisos, decorado con coronas y guirnaldas imitando encaje. Entre los invitados reales a la ceremonia se encontraban la princesa Irene de Grecia y la reina Sofía, que también fue una de las asistentes de la realeza a la boda del príncipe heredero Hussein el año pasado.
Tras la boda, se convirtieron en padres del príncipe heredero Hussein, de 28 años, de la princesa Iman, de 26, de la princesa Salma, de 22, y del príncipe Hashem, de 18. La princesa Iman se casó en marzo de 2023 y el príncipe Hussein, heredero al trono, en junio de ese mismo año. La vida de Rania cambió de la noche a la mañana. Se convirtió en princesa, pero, más drástico fue el cambio a reina.
Abdalá no estaba destinado a heredar el trono. En su lugar, lo previsto era que reinara su tío, el príncipe Hassan bin Talal, hermano de su padre. Sin embargo, el rey Hussein cambió de opinión poco antes de morir en febrero de 1999 y nombró su heredero a Abdalá. Rania describió a la periodista Oprah Winfrey aquel giro del destino como «una gran sorpresa».
La reina Rania es hoy ampliamente admirada por su incesante trabajo. Fue nombrada una de las 100 mujeres más poderosas del mundo por la revista Forbes en 2011, por impulsar proyectos en temas como los derechos de las mujeres, la protección infantil, el medio ambiente y el empoderamiento juvenil. También es conocida por su fino sentido del estilo. Desde la elegante vestimenta tradicional jordana hasta conjuntos impecablemente confeccionados de moda europea, causa sensación con su vestuario, algo por lo que ha sido también criticada por considerarse un derroche de lujo.