Más Grimaldi que Hannover
Crear una cuenta
Iniciar sesiónMás Grimaldi que Hannover
No hace falta ser un experto en casas reales para detectar con un simple vistazo que los alemanes disfrutan del chisme royal tanto como cualquier europeo, pero también que tienen sus preferencias. De hecho, siguen al dedillo las vicisitudes de Kate Middleton e ignoran olímpicamente a la que podría ser por derecho propio la noble más mediática de Alemania, Alexandra de Hannover, la hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover.
El espacio que ocupan una y otra en las páginas de sociedad de la prensa germana no tiene ni punto de comparación. Hasta en Der Spiegel «Catherine Herzogin von Cambridge» tiene espacio propio mientras que a Alexandra de Hannover ni está ni se la espera.
La razón de semejante descompensación de espacio no sólo hay que buscarla en que Kate Middleton será reina y la hija de Carolina de Mónaco, a no ser qué nos dé una sorpresa mayúscula, no. También hay que contextualizar el atractivo de una y de otra. Mientras en Alemania Kate es percibida como la encarnación de la princesa del pueblo, Alexandra de Hannover se ha convertido en una «von» más, de hecho, en una noble germana que despierta bastante indiferencia. La Cenicienta plebeya ha ganado en popularidad a la auténtica princesa Disney, al menos en la tierra natal de los Hannover.
La hija de Carolina de Mónaco es la única aristócrata de primera fila que les queda a los alemanes, una auténtica María Antonieta fruto del cruce del glamour de los Grimaldi y la fortuna de los Hannover. Es joven, es guapa, es lista, tiene buen gusto, no se le conocen escándalos y disfruta el lujo y los front row. A primera vista, debería ser carne de paparazzi de publicación alemana. Pero no. Y el mérito de que Alexandra pase desapercibida en el radar de las publicaciones más amarillistas hay que reconocérselo a sus padres.
Su progenitor, Ernesto Augusto de Hannover, tiene un patrimonio tan abultado como su mala fama y pasó a la historia de la prensa sensacionalista germana como el «príncipe del pis» por hacer lo propio hace 25 años en la pared del pabellón turco de la Exposición Universal del 2000. Desde entonces su imagen no ha remontado.
Aquel no fue el único incidente que las publicaciones de su país han disfrutado en relatar: para ellos el noble es una cantera de noticias escandalosas por su capacidad para protagonizar peleas a paraguazos, liarla en una comisaría o demandar a su propio heredero. Aunque de vez en cuando también se recuerda que ocupa el puesto 449º en la lista de herederos al trono británico, y hay pocas cosas más aristocráticas que estar en la lista de candidatos a acceder al mismo trono al que aspira Kate Middleton.
Por su parte, de Carolina de Mónaco poco puede decir la prensa alemana que no haya dicho ya, pero aún hoy se publican notas sobre ella recordando que a los 68 años sigue siendo la imagen de la elegancia indiscutible del principado más glamouroso de Europa (Baile de la Rosa dixit).
Pero Carolina también es la mujer que ha demandado en múltiples ocasiones a la prensa del país para salvaguardar su intimidad y la de sus hijos. Si bien es cierto que durante mucho tiempo la hija mayor de Grace Kelly fue la protagonista de los escándalos más jugosos, desde que falleció Stefano Casiraghi el verdadero papel de la princesa Carolina parece haber quedado reducido el de madre coraje vía demanda.
La situación, por lo tanto, se podría resumir en que entre el temperamento del padre y el proteccionismo materno Alexandra ha quedado imposibilitada para convertirse en la siguiente Gloria von Thurn und Taxis: han logrado que no merezca la pena hablar de ella.
Los tiempos han cambiado y eso implica que ser princesa de Hannover ahora no es lo mismo que ostentar ese mismo título hace apenas cincuenta años. En la vaciada nobleza alemana Alexandra podría haber brillado, pero sólo si cumplía unos requisitos que no parece dispuesta a cumplir, como el de relacionarse sólo con aquellos que tienen su mismo pedigrí sanguíneo y por relacionarse queremos decir casarse.
Aunque la teoría dictamina que podría matrimoniar con un guardaespaldas y no perder ni un ápice de interés y herencia, como su propia tía Estefanía hizo en el pasado, la realidad es que Alexandra se ha decantado por un hijo de banquero millonario confirmando para el público alemán que la hija de Carolina es más pija que noble.
Salvo las migajas que Alexandra tira en el Baile de la Rosa que organiza su madre llevando el vestido más pomposo posible, la hija de Ernesto de Hannover es tan discreta que resulta invisible. Ella misma se esfuerza para no despertar la curiosidad de la prensa: pocas entrevistas, casi ninguna declaración pública, escasos eventos, nula agenda y, por si fuera poco, decidió convertirse al catolicismo y renunciar así a su puesto en la lista de candidatos al trono inglés.
Sin obras de caridad, sin jugosos romances, sin fotos a deshoras que llevarse a la boca, es normal que la prensa alemana se decante por la jugosa Kate: una plebeya que será reina, que tiene archienemigos al otro lado del océano, cuya familia ha superado escándalos financieros, que ha dado a la corona británica los niños más bien educados de los últimos tiempos y que ha superado un cáncer. Alexandra, aunque quisiera, no podría competir.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.