El complicado futuro de Alexandra de Hannover: por qué la hija favorita de Carolina de Mónaco (y princesa de tres reinos) no recibe invitaciones de las familias reales europeas

Los esfuerzos de Carolina de Mónaco no han servido de nada. Alexandra de Hannover sigue sin contar en las cortes de la realeza europea. Su destino profesional y sentimental está en Mónaco.

Alexandra de Hannover, la hija favorita de Carolina de Mónaco, bajo la lluvia. / gtres

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Es otro verano cualquiera para Alexandra de Hannover, la hija menor de la princesa Carolina de Mónaco y la única hija de Ernesto Augusto V, y ahora mismo una invitada más en el Pachá III que tiene su base de operaciones en Saint Tropez. La cuestión de sus vacaciones no es baladí, pues ejemplifica la complicada situación a la que se enfrenta desde ya debido a lo intrincado de su árbol genealógico. En la disyuntiva entre desaparecer completamente del mapa (como las princesas herederas europeas) y cultivar el veraneo típico de los Grimaldi, elige este último. El dato es significativo.

En realidad, pocas princesas puede presumir de una situación tan privilegiada en el Gotha europeo. Su título completo es princesa Alejandra Carlota Ulrica María Virginia de Hannover, duquesa de Brunswick y Luneburgo y princesa de Gran Bretaña e Irlanda y, en teoría, se encuentra en la línea de sucesión en el Principado de Mónaco y en el Reino Unido. Figura en el puesto duodécimo para ocupar el trono monegasco y a 444 puestos del trono británico.

Hasta hace pocas fechas, Alexandra de Hannover presumía de royal en tres reinos: Hannover, Mónaco y Reino Unido, aunque como veremos ahora la traslación de la teoría a la realidad de todos estos sus privilegios tiene sus complicaciones. Primero, porque en Hannover rige la ley sálica que elimina a las mujeres de la línea de sucesión a un trono que es, además, hipotético: esta entidad soberana se disolvió en 1886.

Qué tronos europeos podría ocupar la princesa Alexandra de Hannover

Por ser parte de la familia Hannover, emparentados con la reina Victoria de Inglaterra, apodada «la abuela de Europa», Alexandra posee la nacionalidad británica y, además, figura en la línea de sucesión al trono de Isabel II. Hasta 2018, estaba en el puesto 444, pero justo en ese año abandonó la religión luterana en la que la bautizaron los Hannover y se convirtió al catolicismo, la religión oficial en el Principado de Mónaco. De nuevo, el dato es significativo.

Con este cambio en su confesión religiosa, Alexandra de Hannover realiza un movimiento estratégicamente muy significativo en la geopolítica de los Hannover-Grimaldi: puestos a vincularse claramente con una familia, elige la de su madre y se afianza como una royal más en la tarea de seguir vinculando Mónaco al glamour aristocrático y financiero de Europa. Desde 2018, la princesa Alexandra de Hannover forma parte oficialmente del ejército de aristócratas al servicio del Principado.

Su decisión debió inquietar bastante a su madre, la princesa Carolina, que se ha empeñado muchísimo en proteger los derechos de su hija menor a pesar de su ruptura total con Ernesto de Hannover. De hecho, parece que la primogénita del príncipe Rainiero y la princesa Grace se ha negado en redondo a tramitar un divorcio con el polémico príncipe alemán, precisamente para que su hija no pierda privilegios ni aristocráticos ni sobre la futura herencia familiar.

Desafortunadamente, la obsesión de la princesa Carolina por seguir vinculada al rancio abolengo de los Hannover no ha funcionado todo lo bien que hubiera deseado. Alexandra es princesa, sí, pero con la misma situación en la jerarquía royal europea que tuvo ella misma, como princesa de Mónaco. Aunque su hija sume los títulos de la familia Hannover, no ha conseguido ampliar los círculos de influencia que ella misma conquistó.

Sintomáticamente, la princesa Alexandra de Hannover recibe las mismas invitaciones que su madre, Carlota Casiraghi o Beatrice Borromeo: las que envían las mismas instituciones monegascas y las de ciertas casas de moda de París, especialmente Chanel y Dior. Continúa sin figurar en la lista de invitados de los eventos de la gran realeza europea, por ejemplo el sonado décimo octavo cumpleaños de la princesa Ingrid de Noruega. Alexandra es princesa pero, como Carolina y Estefanía, una princesa 'light'.

La disyuntiva que se le presentaba a la princesa Alexandra era complicada, pues ha vivido durante casi toda su vida a medio camino entre Hannover y Mónaco. Por un lado, a familia de su padre y el propio príncipe Ernesto han supuesto todo tipo de quebraderos de cabeza para sus hermanos, con pleitos interminables sobre sus propiedades y escándalos constantes por altercados y borracheras. Por otro, la familia Grimaldi se convirtió en su refugio seguro, gracias a la estabilidad de la facción Casiraghi desde que la princesa Carolina se separó.

Un factor que seguramente ha inclinado la balanza a favor de Mónaco y los Grimaldi ha sido su noviazgo con Ben-Sylvester Strautmann, un joven de la alta sociedad alemana, heredero de una gran fortuna amasada gracias a la venta de maquinaria agrícola en la zona de la Baja Sajonia. El joven Strautmann se trasladó a Mónaco junto a sus padres, ambos ejecutivos de banca y vinculados al mundo de la inversión financiera, cuando era muy pequeño, con lo que ha hecho el mismo viaje geográfico y sentimental que Alexandra de Hannover: raíces alemanas, pero monegascos de adopción.

La relación entre la princesa Alexandra de Hannover y Ben-Sylvester Strautmann se ha mantenido estable en los últimos seis años, con lo que no es atrevido suponer que protagonizarán la próxima boda royal en la familia Grimaldi. El joven, aunque aficionado la baloncesto y entregado al mundo de la noche como DJ, encaminará seguramente sus pasos al mundo de la inversión y la banca, como sus padres, y Mónaco es un lugar perfecto para hacer carrera en el sector.

21 de marzo-19 de abril

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