Alexandra de Hannover guarda un parecido increíble con una reina europea que conocemos muy bien en España (tienen la misma cara)

Las nuevas generaciones Grimaldi reclaman ya su espacio en la alfombra roja royal, donde Carlota Casiraghi y Beatrice Borromeo han tomado ya el relevo de Carolina y Estefanía de Mónaco. No ha durado demasiado tiempo su reinado, pues dos jóvenes estrellas de la familia les viene pisando los talones con fuerza. Gabriella, la hija mayor de Alberto y Charlène, aún tiene tiempo por delante para reclamar su trono. Sin embargo, Alexandra de Hannover está más que lista para reinar ante las cámaras. Es la nueva sensación del clan y lo sabe.

El poder de seducción de Alexandra de Hannover tiene doble foco. No solo es la hija pequeña de Carolina de Mónaco y, por tanto, parte de la tribu royal más publicitada, explotada y promocionada en los medios de comunicación globales. Además, es princesa por la gracia de la familia Hannover, un título que le ha costado tristezas y lágrimas debido a la mala vida que le ha dado su padre, Ernesto. Conocemos lo peor de la historia: escándalos de borracho, fotos de trifulcas e ingresos psiquiátricos.

Por descontado, se hizo público también la otra deriva peligrosa del carácter de Ernesto de Hannover: la infidelidad. Alexandra de Hannover tuvo que ser perfectamente consciente de cómo las amantes sucesivas de su padre, sumadas a sus problemas de adicción al alcohol y control de la ira, terminaron en una separación de hielo. No hay divorcio para preservar las dignidades y expectativas económicas de la hija en común, pero nada más. La distancia entre ambos es insalvable.

Así las cosas, Alexandra de Hannover se integró con total normalidad en la familia Grimaldi y, sobre todo, en la facción Casiraghi. Inseparable de su madre, con la que mantiene una relación excelente, conecta especialmente con su hermana Carlota Casiraghi, a la que le une la pasión por la moda y la filosofía. A los efectos, Alexandra es una Casiraghi más, pero su rostro la traiciona. No puede esconder el ADN que ha heredado de su padre.

Los rasgos físicos de Alexandra de Hannover han sido sometidos a un examen minucioso por los expertos en fisionomía royal y, era de esperar, tenemos ya constatado y explicado el parecido razonable de rigor. Es sorprendente, porque son dos mujeres distantes y de generaciones también muy distintas, pero la cara, asombrosamente, es la misma.

Es cierto: hay que retroceder bastante en el tiempo para encontrar esa mujer de la realeza que tiene la misma cara que Alexandra de Hannover (23 años). Es, además, una royal bien conocida en España, pues residió aquí durante décadas y aquí murió, en un desgraciado postoperatorio tras una intervención de estética rutinaria (una blefaroplastia). Efectivamente: la reina Federica de Grecia.

Basta observar fotografías de la reina Federica en su juventud, justo tras casarse con el príncipe Pablo de Grecia convertirse ella misma en princesa. Es increíble la semejanza de su rostro con el de Alexandra de Hannover, especialmente en sus característicos ojos rasgados. El parecido es más que razonable: es increíble. Y debe sorprender a muchos miembros de la familia real griega, donde el recuerdo de la reina Federica está tan vivo.

Sin duda, este parecido debe provocar todo tipo de sentimientos encontrados en la reina Sofía y en su hermana, Irene de Grecia, aunque la oportunidad de encontrarse cara a cara con Alexandra de Hannover haya sido, de momento, nula. Pero, ¿cómo se explica que la única hija de Ernesto y Carolina de Mónaco tenga la misma cara que la reina Federica? Fácil: por el parentesco que une a las familias reales europeas.

Tenemos dos versiones que explican que Alexandra y Federica, dos mujeres separadas por un siglo, tengan la misma cara. La corta es que Federica de Grecia era la hermana del abuelo de Alexandra, el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, príncipe de Brunswick. La larga nos parece más interesante: indaga en los orígenes de la monarquía griega.

Remontándonos al origen de la monarquía en Grecia encontramos un dato incontestable: las dos familias que se han mantenido en el trono son de indudable origen alemán. El primer rey de Grecia, Otón I, era hijo de Luis I de Baviera y de María Teresa de Sajonia-Altemburgo. Esta familia bávara, los Wittelsbach, no lograron el favor del pueblo que depuso al rey.

La siguiente familia en tomar el cetro fueron los Slesvig-Holsten-Sønderborg-Glücksborg, con Jorge I. Fue el segundo hijo del príncipe Christian de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, apodado 'el abuelo de Europa'. Los siguientes monarcas griegos proceden de esta casa alemana, de ahí su tendencia a casarse con aristócratas prusianas como Sofía de Prusia o Federica de Hannover.