Y COMIERON PERDICES (LITERAL) Así fue la boda de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar que revolucionó Sevilla: el velo de Sofía, Juan Carlos de padrino y 39 casas reales

La de la infanta Elena fue la primera boda real celebrada en España en 80 años. Se celebró hace 28 años y la infanta escogió Sevilla como homenaje a su abuela paterna, la duquesa de Barcelona.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar se convirtieron en marido y mujer el 18 de marzo de 1995. / GTRES

Elena Castelló
ELENA CASTELLÓ

Fue el 18 de marzo de 1995 y el lugar elegido, Sevilla, que despertaba a la primavera. La infanta Elena entró en la catedral del brazo de su padre, el rey don Juan Carlos, a las 12 y media de la mañana, con un vestido diseño del sevillano Petro Valverde de estilo princesa y mangas francesas, de seda natural bordada en color marfil, y tocada por un gran velo de gasa de cuatro metros –el mismo que habían lucido su madre y su abuela materna, la reina Federica–.

El imponente velo lo llevaba sujeto por la tiara Marichalar, creación de Ansorena, de brillantes y platino, regalo de la familia de su futuro marido, Jaime de Marichalar, hijo de los condes de Ripalda. La infanta escogió también unos pendientes largos de diamantes y perlas, pertenecientes a su madre, y una pulsera que había pertenecido a la infanta Isabel de Borbón, «La Chata».

La ceremonia se celebró en el altar mayor, reservado a la realeza y los Grandes de España. Los sevillanos se agolparon en las calles para ver a los novios y los balcones se engalanaron con mantones de manila y los edificios con banderolas. Muchas sevillanas se pusieron mantilla, al igual que la mayoría de las damas que asistieron al enlace. Era la primera boda real que se celebraba en España en 80 años.

El menú, los invitados, la despedida de solteros... Así fue la boda real que terminó en cese temporal de la convivencia

Entre los 1.500 invitados estaba el presidente del Gobierno, Felipe González, representantes de las altas instituciones del Estado, relevantes figuras de la sociedad española y de la aristocracia y miembros de 39 casas reales de Europa, África, Asia y Oriente, entre ellos los Grecia, emparentados con la novia, el príncipe Carlos de Inglaterra, Beatriz de Holanda, el sultán de Brunei, Noor de Jordania, Paola de Bélgica, Josefina Carlota de Luxemburgo y Rainiero de Mónaco con el príncipe Alberto. Decenas de periodistas españoles y de corresponsales de prensa extranjera abarrotaban la ciudad.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar se casaron en Sevilla el 18 de marzo de 1995.

Doña Elena eligió Sevilla para casarse como homenaje a su abuela paterna, María de las Mercedes, condesa de Barcelona, que vivió en la ciudad hasta que partió al exilio con sus padres en 1931, tras la proclamación de la República. Doña María le regaló al novio una botonadura de zafiros que perteneció a don Juan, y a su nieta una pulsera de oro y brillantes.

La despedida de solteros fue, dos días antes, en Los Arenales, una finca de Morón de la Frontera propiedad del conde de la Maza y de María Victoria Ybarra. Los invitados empezaron a llegar a partir de las cuatro de la tarde. Fran Rivera y Espartaco ofrecieron una novillada y se celebró un almuerzo campero, con platos típicos españoles. Al día siguiente hubo un espectáculo ecuestre en La Maestranza, y esa misma noche, una cena a los invitados en Villamanrique de la Condesa, en la que se degustó un menú creado por los restauradores jerezanos Alfonso y Antonio Rodríguez que compuesto de caldo de apio, lenguado del estero al jerez, pato asado a la miel, y, de postre, colina de azúcar moreno.

La familia Marichalar y los herederos de las casas reales se alojaban en el Hotel Alfonso XIII. La familia real se alojaba en el Alcázar. Algunos «royals» aprovecharon para llegar con antelación a la ciudad andaluza y disfrutar haciendo turismo. La retransmisión de la ceremonia fue dirigida por la cineasta Pilar Miró.

La anécdota del día fue el olvido de la novia a la hora de pedir la venia a su padre antes de dar el sí. El rey Juan Carlos derramó alguna lágrima. Oficiaron como testigos del enlace el príncipe de Asturias, la infanta Cristina, la princesa Alexia de Grecia, Juan Gómez-Acebo, Alfonso Zurita, Marisa Caprile, Leticia Espinosa de los Monteros, Rita Allendesalazar, Alfredo Fernández Durán y Carlos García Revenga. Tras la ceremonia, los novios se convirtieron en Duques de Lugo, el regalo del padre de la novia al nuevo matrimonio.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar el día de su boda.

Tras la ceremonia nupcial, los novios se dirigieron hasta la Parroquia del Salvador y la Infanta Elena depositó su ramo sobre la tumba de sus bisabuelos, padres de doña Mercedes, el infante Carlos de Borbón y la princesa Luisa de Orleans. Después se dirigieron a los Reales Alcázares, al palacio mudéjar, en una calesa del siglo XVIII, para asistir al banquete, haciendo un recorrido por la ciudad. El menú fue obra del sevillano Rafael Juliá y estaba compuesto por lubina del Cantábrico con trufas y almendra, perdiz roja y tarta de chocolate decorada con flores de lis.

La historia de amor de doña Elena y Jaime de Marichalar terminó 12 años después, cuando la casa real anunció «el cese temporal de la convivencia» de su matrimonio. Pero nadie puede negar que aquel 18 de marzo sevillano fue un día feliz y que la infanta estuvo radiante como nunca.

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