UN CAPÍTULO OSCURO
UN CAPÍTULO OSCURO
Hay mucha literatura sobre los altercados de Ernesto de Hannover, que hace unos días protagonizaba un sonado incidente en un restaurante de Madrid. Quizás uno de los más llamativos fue el que protagonizó en la isla de Lamu, donde solía escaparse con su mujer, Carolina de Mónaco.
Era un auténtico paraíso terrenal y los millonarios querían convertirlo en un resort de lujo para los más privilegiados. Tan interesados estaban Carolina y Ernesto de Hannover que realizaron una considerable inversión en Lamu, una isla de pescadores keniatas apartada del mundanal ruido donde podían estar en pleno contacto con la naturaleza.
A priori nada podía salir mal. Pasaron allí incluso algún Año Nuevo, pero el imprevisible carácter de Ernesto de Hannover, ex marido de Chantal Hochuli, a quien recientemente vimos en la boda de Teodora de Grecia, hizo de las suyas. No supo controlar su temperamento y echó al traste una de las mejores ideas que habían tenido para su tiempo de ocio.
El proyecto de Ernesto y Carolina era muy serio. No en vano construyeron una beach house y rehabilitaron tres villas con espectaculares vistas al océano Índico. Era toda una declaración de intenciones, pues de lo que se trataba era de recibir a familiares y amigos para disfrutar de veladas inolvidables.
Quien parecía disfrutar más de este enclave privilegiado era Ernesto de Hannover, ahora pareja de Claudia Stilianopoulos, hija de Pitita Ridruejo. Al príncipe alemán le encantaba degustar ostras en el único hotel de lujo disponible, se paseaba en pareo por la playa y tomaba champán de alta gama.
Hasta ahí todo bien. Las veladas solía acabarlas en la discoteca de su compatriota Josef Brunnlehner, un arquitecto al que dio una paliza y que envió a la UCI. Estuvo internado en un hospital de Mombasa y el asunto acabó en los tribunales. Tras diez años de litigios, Ernesto de Hannover tuvo que indemnizarle con 200.000 euros.
Tras desertar de la isla keniata, Carolina se recogió a los cuarteles de invierno y Ernesto de Hannover se empezó a dejar ver por Ibiza, pero una pancreatitis se interpuso en su estilo de vida y tuvo que bajar el ritmo. La separación de Carolina de Mónaco se hizo efectiva, pero nunca llegaron a divorciarse.
Mientras Carolina de Mónaco sigue firmando como princesa de Hannover, el aparente motivo por el que no se divorcian, ya que su título solo le alcanza para ser reconocida como Su Alteza Serenísima, Ernesto de Hannover se ha instalado en España, donde ha emprendido un nuevo camino.
En este periplo también ha quedado su litigio judicial por la herencia de su hijo, Ernesto Augusto de Hannover, con quien mantiene diferencias irreconciliables, mientras en Madrid sí parece verse con bastante frecuencia con su hijo menor, Christian, y la mujer de este, Sassa de Osma