parece un robot Charlène de Mónaco se queda congelada: por qué la princesa no responde a los gestos de afecto del príncipe Alberto

La primera dama de Mónaco está bajo la lupa como nunca. El problema con la princesa Chàrlene ya no es que esté triste. Es que parece congelada. No reacciona ni a los gestos de cariño de Alberto.

Charlène de Mónaco ha sorprendido en sus últimas apariciones con una actitud ausente, incluso cuando se dirigía a ella el príncipe Alberto. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Los observadores de los Grimaldi se confiesan estupefactos: nadie se esperaba este giro en la situación de Charlène de Mónaco en su matrimonio, sentimental e institucional, con el príncipe Alberto. No hablamos de un mal día ni de algunas malas tardes. Se acumulan los ejemplos de una princesa que, a todas luces, ha dejado de intentarlo. Últimamente, ni reacciona a los gestos de afecto.

No se ha borrado de la memoria de la ciudadanía el recuerdo de la primera y joven Charlène Wittstock, exultante nadadora que prometió resucitar el glamour de una Grace Kelly y, durante años, lo consiguió. La princesa de Mónaco ha servido looks inolvidables con una elegancia contemporánea que, en su momento, fue de agradecer. Por fin veíamos una princesa verdaderamente moderna.

Charlène de Mónaco ha tirado la toalla

Indudablemente, la larguísima enfermedad que la llevó a refugiarse en su hogar Sudáfrica marcó un antes y un después. Pese a su aparente recuperación física, ya nada ha vuelto a ser lo mismo. De hecho, desde que retomara agenda oficial no hemos visto ni un solo look de Charlène que le hiciera justicia. Pensábamos que se había despistado. Ahora sospechamos que, sencillamente, ha tirado la toalla.

Cuidado: puede que Charlène, enfocada en su recuperación, haya dejado de invertir tiempo y energía en un asunto tan exigente y dedicado como la moda. Quizá hoy le importa más su salud y menos figurar en la lista de las más bellas, elegantes y mejor vestidas. De alguna manera, ha dejado de competir con las reinas y princesas europeas.

Sin embargo, otros síntomas detectados en las últimas apariciones de Charlène en Mónaco podrían indicar cuestiones más profundas, que difícilmente se pueden explicar sin conocer más detalles del estado emocional actual de la princesa de Mónaco. Algunos expertos en lenguaje no verbal han dado la voz de alarma: la primera dama parece no reaccionar. Parece ausente. No responde.

La foto de familia de Alberto y Charlène de Mónaco, junto a sus hijos Jacques y Gabriella, en el Gran Premio de Montecarlo. / instagram

La escena que ha captura la atención de estos observadores informados de los Grimaldi ocurrió durante la aparición de la familia real en el Gran Premio de Mónaco, celebrado el pasado fin de semana en Montecarlo. Se trata de un evento muy esperado, pues es posible contemplar a gran parte de la familia relacionándose en público, más allá de los estudiadísimos posados de rigor.

Charlène, Alberto y sus dos hijos, Gabriella y Jacques, fueron las estrellas de una jornada en la que les pudimos ver en acción. Preguntada por el diario británico Express, la experta en lenguaje no verbal Judi James detectó un ambiente de tensión entre los príncipes de Mónaco que, recordemos, aparece intermitentemente en las crónicas desde 2017.

Charlène y Alberto llevan casados casi 12 años y, como decíamos, esta tensión se ha relatado en otras ocasiones. Sin embargo la experta asegura que esta actitud ausente de la princesa de Mónaco es nueva. La observó tanto en el circuito de Montecarlos donde se celebró el Gran Premio como en la cena de gala de la noche anterior.

Charlène se muestra tan rígida que parece una muñeca

«Incluso durante el himno nacional, cuando Charlène debería haberse mostrado conectada y atenta, la vimos rígida, aislada y con una expresión congelada como de muñeca», analizó la experta en lenguaje no verbal. «Su postura sugiere tensión y no reacciona a los movimientos y gestos del príncipe Alberto para tratar de integrarla».

Durante todo el tiempo en el que los príncipes de Mónaco estuvieron frente a los monegascos, el príncipe Alberto se mostró de lo más solícito con su esposa, rodeándola con su brazo en un gesto protector cada vez que la veía desconectada o aislada. La princesa Charlène, sin embargo, se mostró ausente. «Su mirada era triste y su actitud, reflexiva», describe James.

Algunos observadores de la escena fueron un paso más allá y confesaron haber creído ver en el príncipe Alberto cierta preocupación por si Charlène tropezaba o perdía el equilibrio. Sea como fuere, esta inestabilidad solo se detectó en este evento, aunque es cierto que la actitud de la princesa ha perdido la presencia, tanto en el vestir como en el mirar, que tuvo antaño. No es de extrañar que los monegascos estén preocupados.

21 de marzo-19 de abril

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