Una conflictiva propiedad
Una conflictiva propiedad
En el corazón del pintoresco condado inglés de Shropshire se ubica la mansión de Chyknell Hall, con más de dos siglos de historia y que tiene en la actualidad una ilustre propietaria: Corinna Larsen. Pero esa situación puede cambiar pronto, ya que la que se autodenominara amiga entrañable del rey Juan Carlos I ha decidido ponerla a la venta. Una decisión que, curiosamente, coincide con la demanda que el rey emérito va a interponer ante ella en Suiza.
Esta no es la primera vez que la antigua princesa de Sayn-Wittgenstein-Sayn trata de desprenderse de esta histórica propiedad de estilo regencia construida en 1814. Tras adquirirla en 2015 por 6,8 millones de euros y gastar una millonaria suma en reformarla, trató de deshacerse de ella en 2023 poniéndola en el mercado por cerca de 17 millones de euros.
Ahora Corinna Larsen está de nuevo tratando de encontrar comprador para Chyknell Hall y para ello ha rebajado considerablemente el precio que pide por ella: poco más de doce millones de euros. La estrategia habría funcionado, ya que, según adelanta la revista Vanitatis, ya habría una persona muy interesada en hacerse con ella.
Cuando Corinna Larsen decidió vender la casa por primera vez hace dos años, el Daily Mail citó fuentes cercanas de su entorno para asegurar que la empresaria «temía por su seguridad» debido a «fuerzas oscuras» que en su opinión trabajaban para la casa real española que la habría sometido a una «vigilancia hostil constante desde 2012».
La alemana denunció ante la policía un allanamiento en su mansión en 2017. Entonces, según relató el diario británico, Corinna Larsen descubrió que faltaba un agujero redondo perfectamente cortado, del tamaño de un plato, en un cristal de la ventana de su dormitorio. Los intrusos no se habían llevado nada de la casa.
Chyknell Hall, situada en un terreno de 200 acres, con derechos de caza sobre 500 acres más, es una espectacular propiedad con once dormitorios y diez baños, una bodega, una sala de billar, una biblioteca neoclásica y papel pintado de Nicky Haslam en las habitaciones. También presume de una piscina, una pista de tenis y su propio campo de críquet. Para completar un paraje idílico, la finca tiene cinco casas de campo en los terrenos y 57 acres de bosque.
Corinna Larsen se gastó con el tiempo una auténtica fortuna en remodelar la casa, incluyendo una moderna cocina nueva y una sala de desayunos, obra de la prestigiosa diseñadora Isabel Bannerman. Estas reformas no gustaron especialmente a sus vecinos, que indignados declararon a The Times que aquella «ya era una finca muy bonita» y que «daba la sensación de haber arrancado una cocina perfecta simplemente porque sí».
En principio, todo indicaba que la intención de Corinna Larsen era que Chyknell Hall se convirtiera en una residencia permanente en el Reino Unido para su hijo Alexander, que ahora tiene 20 años. El joven, fruto de su segundo matrimonio con el príncipe alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, del que se divorció en 2005, es el niño que saltó a las titulares por las fotos de barbacoa junto al rey Juan Carlos.
De hecho, según publicó el diario El País, existen documentos que aseguran que la propiedad fue adquirida, al parecer, a través de una fundación con sede en Panamá, cuyo principal beneficiario es precisamente el hijo de Corinna Larsen.
Alexander, que asiste a la universidad en el Reino Unido, organizaba en la mansión a menudo fiestas a las que asistían amigos ricos y bien relacionados de la alta sociedad británica. Pero en los últimos tiempos, esas invitaciones han dejado de llegar a sus destinatarios.
A lo largo de sus siglos de historia, Chyknell Hall no ha sido ajena a otros escándalos sociales. Uno de sus antiguos propietarios, Henry Cavendish Taylor, oficial del 17 regimiento de Lanceros, se casó el 22 de julio de 1862 con Selina Elizabeth Gage, descrita como «muy bien relacionada» en la sociedad londinense. Tuvieron tres hijos.
Sin embargo, Selina se enamoró de un vecino, el capitán Moseley. Según cuentan los periódicos de la época, Cavendish fue un día a los establos de la mansión y se sorprendió al encontrarse allí el caballo del militar.
Luego entró en la casa y encontró al capitán y a su esposa en un sofá y la ropa interior de ella en el suelo. Según la crónica de lo sucedido que fue la comidilla de la prensa entonces, Cavendish «administró un severo castigo» a Moseley, antes de ordenar a la pareja que abandonara la casa, algo que hicieron sin dilación, casándose más tarde después de que ella se divorciara de Cavendish, que murió en la propiedad en 1901.