Squidgygate: cuando a Diana de Gales la grabaron en secreto mientras confesaba a su amante, James Gilbey, que estaba embarazada

El Camillagate no fue el único escándalo de grabaciones secretas en la familia real. Un año antes, en 1992, se había publicado en la prensa una conversación entre Diana y un amigo íntimo, supuestamente grabada de forma accidental por un ejecutivo de banca jubilado radioaficionado.

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El escándalo, del que no habla «The Crown», se llamó Squidgygate –de squidgy, «blandito», una palabra cariñosa– o Dianagate. La grabación se había hecho dos años atrás, durante la tarde del 31 de diciembre de 1989. La conversación de teléfono era entre la princesa de Gales y su amigo James Gilbey, heredero de la ginebra británica Gilbey, y fue publicada por el diario sensacionalista 'The Sun'.

En la grabación Gilbey llamaba de forma cariñosa «squidgy» y «squidge» a Diana de Gales en 53 ocasiones, y «darling» otras 14. La princesa, que se encontraba en el palacio de Sandringham, pasando el fin de año con la familia real, le confiesa a Gilbey que está preocupada porque quizá esté embarazada. La publicación de 'The Sun' causó una gran conmoción en la opinión pública británica justo en el momento de mayor tensión en el matrimonio de Diana y Carlos y cuando los rumores sobre una separación o divorcio arreciaban.

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Gilbey y Diana eran amigos desde la infancia y habían vuelto a contactar a finales de los años ochenta. No está claro si Diana y Gilbey eran amantes, pero la intimidad de su conversación llama la atención. Ella siempre lo negó y Gilbey, vendedor de coches de lujo y actor en la popular serie de televisión británica 'Eastenders', nunca habló del asunto, aunque terminó reconociendo que era él quien estaba al otro lado de la línea conversando con Diana y quien aseguraba que hubiera querido abrazarla y tenerla cerca. Diana se quejaba de que su marido, Carlos, hacía que su vida fuera «una auténtica tortura».

Un mes después de la conversación, dos reporteros de 'The Sun' se citaron con Cyril Reenan, el radioaficionado que había grabado la conversación, en un aparcamiento. Reenan les hizo escuchar extractos de la grabación sin decirles de qué se trataba. Luego aseguró que estaba muy nervioso y que solo quería que los periodistas se llevaran la cinta y aseguró que había considerado la posibilidad de avisar a la propia Diana por su seguridad, pero después tomó la decisión de contactar a la prensa.

El contenido de la grabación fue publicado en agosto de 1992, en primera página. La cinta, que comenzaba en mitad de una conversación ya iniciada, empezaba con la pregunta de Gilbey a Diana: «Entonces, dime, querida, ¿que más problemas has tenido hoy?». Y Diana responde: «Me encontraba muy mal en la comida, casi me pongo a llorar. Estaba tan triste y vacía y pensaba 'después de todo lo que he hecho por esta maldita familia'. Es todo desesperante. Siempre reteniéndome, para no hacer algo drástico porque no pueda aguantar más los límites de este matrimonio. Él convierte mi vida en una tortura, lo tengo claro«.

Diana se quejaba también de las miradas que le lanzaba la reina madre: «No son de odio, es una mezcla de lástima y de interés al mismo tiempo. Cada vez que levanto la mirada, me está mirando, y luego desvía los ojos y sonríe». Diana expresaba su preocupación de que un encuentro reciente entre ellos fuera descubierto. Entonces le confiesa que tiene miedo de estar embarazada.

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'The Sun' publicó la opinión de un miembro de Buckingham que aseguraba que todo era una maniobra para ensombrecer la imagen de Diana, en un momento en que tanto ella como Carlos querían atraer la atención de los medios de manera positiva para sacar ventaja. Los duques de York, Sarah y Andrés, acababan de separarse y todas las miradas estaban centradas en los Gales, los futuros reyes.

Pero la discusión sobre las cintas no quedó ahí. Varios expertos en grabaciones y tecnología del sonido consultados aseguraron que la grabación era muy sospechosa, que era poco creíble el hecho de que se hubiera hecho entre dos móviles, separados por 150 kilómetros, con tanta calidad. Hubo quien insinuó que la grabación había sido hecha por los servicios de inteligencia británicos, MI5, pero el ministro del Interior de la época, el conservador Kenneth Clark lo desmintió tajantemente. «Las grabaciones del MI5 están estrictamente controladas. Son afirmaciones enloquecidas y estúpidas», dijo. Lo que sí quedó claro es que las grabaciones no habían sido hechas al azar por un radioaficionado, según se dijo al principio.

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