El efecto Leonor y Sofía, analizado por expertos en comunicación: «Necesitábamos ver que son personas y no robots»

El anunciado paso de la princesa Leonor y la infanta Sofía por los Juegos Olímpicos ha tenido una enorme repercusión en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Muchas de sus imágenes (en movimiento, es importante subrayar esto) se han viralizado en redes sociales y la cuenta de Instagram de la Casa del Rey se acercaba a los 675.000 seguidores en el momento de escribir este reportaje. Una cifra considerable, pues lo abrieron en junio.

¿Podemos hablar de un efecto Leonor y Sofía? ¿Acierta Casa Real con esta nueva estrategia de comunicación? ¿Cuáles son los nuevos retos que deben abordar en este sentido si quieren optimizar su imagen? Con la finalidad de dar respuesta a estas cuestiones nos hemos puesto en contacto con Ignacio Martín Granados, politólogo, experto en comunicación y miembro de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), y Nerea Sanabria, directora de comunicación de LaBase.

Martín Granados comienza situándonos en el contexto global en el que debemos apreciar el rol de las hijas de Felipe VI y la reina Letizia, el mismo para personas homólogas de otros países, representantes políticos, instituciones y deportistas: «La princesa y la infanta están teniendo un protagonismo muy grande. Hay que tener en cuenta que los Juegos Olímpicos entran dentro de lo que se ha llamado diplomacia deportiva, es decir, se busca obtener reputación, mejorar tu imagen o hacer marca. A través del ranking del medallero, pero también de la asistencia de personalidades relevantes. Tienen una enorme proyección internacional y en este caso lo han sabido ver muy bien».

El rey Felipe VI ya había anunciado que en estos días 'se repartirían' las competiciones, la reina Letizia, sus dos hijas, la reina Sofía y él, pero es indudable, por la novedad que supone, el efecto amplificador que ha supuesto la presencia de las dos nietas del rey Juan Carlos I.

«Han enviado como representantes de la Casa Real a la princesa de Asturias y a la infanta Sofía, que se mueven muy bien en este ambiente, les es propicio. Son dos chicas muy jóvenes y en los actos protocolarios oficiales se las ve más encorsetadas, más rígidas. Aquí las están dejando ser como son, lo que harían dos chicas de su edad si tuvieran la oportunidad de estar ahí. Las hemos visto hacerse selfies, fotos con deportistas…», comenta.

«Están haciendo algo con lo que la sociedad empatiza, porque animan, apoyan, celebran los éxitos. Están disfrutando y se les nota en la cara. No siguen ningún protocolo oficial y van vestidas como unas deportistas más, con las camisetas de la equipación oficial de la delegación española. Las hemos visto besarse y abrazarse con deportistas… Un ejemplo es lo emocionadas que se las vio con Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, una leyenda y quien parece destinado a ocupar ese lugar. Creo que es sencillo que la gente se pueda ver reflejadas en eso si pudiera estar en su lugar», añade.

Los comentarios en redes sociales, especialmente por parte de los más entusiastas, inciden en que por fin las vemos comportarse como dos personas de su edad, pero resulta pertinente afinar estas afirmaciones, como hace Martín Granados.

«Cuando se dice que están disfrutando como cualquier chica de su edad hay que matizar que otras personas que no estuvieran en su posición, por ejemplo, no tendrían acceso a la Villa Olímpica, ni ocuparían los lugares de ellas, lógicamente, pero eso permite soñar a los españoles que les ven, como si fueran ellos los que estuvieran en ese lugaar. Es muy inteligente por parte de Casa Real este movimiento, insisto, por la empatía que generan», explica Granados.

Un valor añadido de esta estrategia de comunicación es la repercusión que ha tenido mas allá de nuestras fronteras: «Otro elemento que debemos tener en cuenta es que a Leonor y Sofía las proyecta internacionalmente. Frente a otras casas reales europeas, ellas están despuntando y llamando la atención por su manera de desenvolverse y relacionarse con los deportistas. Es importante destacar dos aspectos, que apoyan al deporte español al mismo tiempo que mejoran su imagen», concluye.

A propósito del atribuido desapego de las nuevas generaciones con respeto a la monarquía, el politólogo hace un ejercicio de memoria para extrapolar situaciones del pasado al presente: «Es un debate que no es nada nuevo. Cuando Juan Carlos I es proclamado rey lo veían casi como el nieto de Franco, como el heredero del franquismo, puesto que había sido designado por él. Decían que no eran monárquicos sino Juancarlistas. Ahora veo una situación parecida en cierto sentido».

«Los jóvenes tienen desapego a todo, a las instituciones, a la política, a los medios de comunicación, porque se encuentran en esa fase de la vida. La monarquía la ven como algo lejano, que no va con ellos. Sin embargo, al encontrarse con las hijas de los reyes, que son de su misma generación o de su misma edad, se ven reflejados en lo que ellos harían en esa situación. Poco a poco se va allanando el camino. Se va cultivando la semilla», nos explica.

Sin mencionarlo explícitamente, Nerea Sanabria enfatiza el evidente golpe de timón que se ha dado en la institución desde la llegada a principios de año de Casimiro Villarino a la jefatura de la Casa de Su Majestad el Rey. Su máximo exponente están siendo la princesa Leonor y la infanta Sofía.

«Es clave todo lo que están haciendo porque han roto con lo que estaba haciendo hasta ahora la Casa Real. Era mucho más institucional, más sobria. Con todo este material, sobre todo vídeo, que están incorporando a sus redes sociales, a su perfil en Instagram, podemos ver todo el lenguaje gestual de la princesa y la infanta», explica Nerea Sanabria.

«Nos deja muchos detalles, como esa naturalidad que vemos al saludar a los deportistas, al personal de los Juegos… Hay mucha espontaneidad en sus reacciones cuando están animando. Es muy importante pasar de una imagen fija posando con sus padres a verlas interactuar con personas o entre ellas. Es un avance de frescura, de innovación, de futuro, de intentar hacer más cercanos y humanos sin traspasar ninguna frontera de intimidad», señala.

«De esta forma hemos podido conocer un poco más tanto de la princesa como de la infanta en esos gestos y en esa manera de actuar propia de unas personas de su edad. Hacía mucha falta. Necesitábamos ver que son personas y no robots, por decirlo de alguna manera. Más en dos personas que pertenecen a una generación que se mueven en redes sociales y en la comunicación como pez en el agua. Es muy acertado que hayan apostado por potenciar su imagen en redes y dejarlas ser personas de su edad, así como dejarnos ver un poco más de ellas», destaca.

A propósito del futuro de la institución y el apego de los sectores demográficos más jóvenes apunta a lo acertado de estas nuevas medidas: «Creo que hay un segmento de la población joven que estaba un poco desconectado de la institución. Es importante no solo porque la princesa Leonor y la infanta Sofía fueran las caras visibles, sino porque estas herramientas son la manera de comunicarse en la que se mueven los jóvenes».

«Apostar por las redes sociales es hacerlo por un público más joven y muy concreto. Pasan de ser perfectos desconocidos o de que no les interesen a saber un poco más de ellos, a conocer más de cerca su día a día. Es una manera también de que conozcan la función y la utilidad de una casa real», subraya.

Sobre los aspectos en los que Casa Real necesita mejorar afirma: «Sería muy positivo que tuvieran un perfil personal en redes sociales la princesa y la infanta. Las chicas de su edad tienen redes sociales. Seria importante verlas por separado, en un perfil individual, separarlas de la actividad de sus padres porque pierden naturalidad. De la otra forma se podría perfilar mejor ese liderazgo o esa responsabilidad que están llamadas a cumplir por su posición en la línea sucesoria. Ese sería el siguiente paso que deberían dar, los perfiles propios».