El escándalo de la abuela de la reina Isabel II, las esmeraldas Cambridge y la amante de su hermano: la historia de por qué los testamentos royal son secretos en Reino Unido

En 1910 los testamentos de la familia real británica quedaron sellados para siempre y a resguardo de los ojos de los simples mortales. La responsable fue la abuela de la reina Isabel II, la princesa María de Teck (más conocida como Queen Mary), y la excusa, la amante de su hermano y unas valiosísimas esmeraldas.

Si quieres ver la vida de la reina Isabel II en imágenes, pincha en las fotos/Instagram

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Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

La historia de los Windsor está jalonada de jugosos escándalos, algunos de ellos con indemnizaciones posteriores como el de la niñera Tiggy Legge-Bourke. Pero además de escándalos también hay misterios y silencios pactados. El 16 de septiembre el Tribunal Superior de Justicia británico decidió sellar el testamento de Felipe, duque de Edimburgo, para «salvaguardar la dignidad de la reina». Hasta dentro de 90 años nadie, salvo la familia y su albacea, podrá saber qué dejó y a quién el marido de la reina Isabel II, un procedimiento que hoy se considera habitual en la corte británica, pero que no siempre ha sido así. De hecho, hasta 1910 los testamentos de las altas esferas de la familia real inglesa eran tan públicos como los del resto de los ciudadanos, pero la reina María, abuela de la reina Isabel II tuvo que actuar para que esa tradición cambiara para siempre por culpa de un escándalo real que afectaba a su propio hermano.

El escándalo de Francis de Teck

Todo comenzó con una muerte inesperada, una amante y una reina que nada más estrenar corona tuvo que tapar un escándalo sexual y acudir al rescate de las joyas de la familia. Corría el año 1910, la futura reina de Inglaterra Isabel II no había nacido todavía pero su abuela, la reina María, princesa de Gales, duquesa de York y consorte del recién ascendido rey Jorge V estaba en un buen aprieto.

El 6 de mayo de 1910 la princesa de Gales María se convirtió en Queen Mary y el 22 de octubre de ese mismo año su hermano Francis de Teck le proporcionó el primer escándalo de su reinado. Francis falleció en el archiconocido Balmoral de forma inesperada, con tan solo 40 años por una neumonía.

La reina María de Teck, princesa de Gales. / instagram

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No era la primera vez que a María de Teck una neumonía le arrebata a alguien y, de paso, le complicaba la vida. Cuando tenía 24 años esta misma enfermedad le arrebató a su prometido, el príncipe Alberto, nieto de la reina Victoria y heredero el trono, lo que provocó que finalmente acabara casada con el hermano de su primer prometido, el príncipe Jorge.

Mientras María de Teck destacaba por su vocación de servicio a la corona (o al menos su voluntad de dar lustre a su familia, considerados los pobres de la realeza británica), Francis de Teck llevaba una vida bastante distinta. Le gustaba apostar, aunque a menudo perdía, y sufría las consecuencias de sus actos. Sin ir más lejos fue expulsado del Wellington College por tirar por un seto al conserje simplemente porque había apostado que podía hacerlo.

La reina Isabel II de bebé, en brazos de su abuela la reina María. / instagram

Además de jugar, la otra afición del hermano menor de la reina era permanecer soltero… mientras acumulaba amantes. Pero de todos sus coqueteos el más destacado fue el idilio que mantuvo con una de las bellezas de la alta sociedad británica del momento, la elegante Ellen Constance Needham, a la que llamaba Nellie en la intimidad y que estaba casada con el conde de Kilmorey. Fue a ella a quién decidió legar en su testamento las joyas más valiosas de la familia Teck: las esmeraldas Cambridge.

Las esmeraldas son nada más y nada menos que cuarenta piedras talladas en cabujón de diferentes tamaños, que lo mismo pueden decorar una tiara que conformar un collar que un broche que unos pendientes. La abuela materna de la reina Maria las había conseguido en una lotería benéfica en Alemania y eran de lo poco que los Teck tenían para lucir y heredar antes de que ella se convirtiera en reina.

La reina Isabel II con las esmeraldas Cambridge al completo (en la tiara, el collar, los pendientes y el broche) / gtres

El hecho de que el hermano de la reina donara en su testamento las joyas familiares a una mujer casada era un escándalo que la reina no podía permitir, por eso acudió a los tribunales para pedir que el testamento de su hermano fuera secreto más allá de la familia próxima… Una costumbre que se mantiene hasta ahora y que se va a seguir manteniendo (sospechamos) dado que la vida privada de los Windsor no parece mucho más moderada que la de los Teck.

¿Y qué pasó entonces con las esmeraldas? Como había que cumplir el testamento, por muy oculto que permaneciera al público, la condesa de Kilmore pudo presumir de poseer las joyas de la familia de la reina durante un breve periodo de tiempo. La abuela de Isabel II se las compró en secreto por 10.000 libras de las de la época y un año más tarde pudo lucirlas en la ceremonia de coronación de su esposo. Aún hoy es posible ver a la reina Isabel II llevarlas como collar o colgando en la tiara Vladimir.

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