perdidas o subastadas

Las fabulosas joyas de Eugenia de Montijo que han llegado al joyero de los Alba: diamantes, tiaras y la cruz de esmeralda andina

La emperatriz Eugenia de Montijo reunió una espectacular colección de joyas, muchas de las cuales son auténticas obras maestras que se exhiben hoy en el Museo del Louvre, mientras que otras se han ido subastando y han acabado en manos privadas.

Eugenia de Montijo, en cuadro de Winterhalter, que se conserva en el Palacio de Versalles. ARCHIVO ABC
Las fabulosas joyas de Eugenia de Montijo que han llegado al joyero de los Alba: diamantes, tiaras y la cruz de esmeralda andina
Elena Castelló

La familia Alba guarda una gran cantidad de objetos personales de la emperatriz Eugenia de Montijo, hermana de la XV duquesa de Alba, María Francisca de Sales Portocarrero, casada con el duque Jacobo FitzJames Stuart y Ventimiglia, y abuela del padre de la duquesa Cayetana, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó. Entre estas pertenecías hay también varias joyas. Buena parte de las joyas que pertenecieron a la emperatriz está hoy en manos privadas, a otras se les ha perdido el rastro.

La excepcional colección personal de la emperatriz incluía tiaras, coronas, broches, collares y pendientes de oro con perlas, diamantes y esmeraldas. La mayor parte de su colección se perdió cuando partió de Francia al exilio, en 1871, tras la caída del imperio. Muchas de las piezas de Eugenia fueron subastadas, años más tarde, por la República Francesa, en 1887.

María Eugenia Ignacia Agustina, segunda y última hija de Cipriano de Palafox y Portocarrero, duque de Peñaranda, conde de Montijo, Teba, Miranda de Castañar y Guzmán y marqués de Ardales, y de María Manuela Kirkpatrick de Closeburn y Grevignée, se convirtió en una de las nobles más importantes de Europa, creadora de moda, de la mano de Worth, y de tendencias con las más exquisitas piezas de joyería.

Admiradora de María Antonieta

La emperatriz era una gran admiradora de María Antonieta, la última reina de Francia antes de la Revolución Francesa. Con varios diamantes que le habían pertenecido, la emperatriz encargó un broche diseñado especialmente para ella por los joyeros Alfred y Frédéric Bapst. Se llama el «broche relicario» y hoy se exhibe en el Louvre. Entre las joyas que alberga el Museo, se encuentran, también, algunas de las más conocidas.

La emperatriz Eugenia de Montijo, en una fotografía de Gustave Le Gray, en 1856. GTRES

Por ejemplo, la corona imperial elaborada por Alexandre-Gabriel Lemonnier en oro cepillado y labrado compuesta por varios arcos con águilas, decoradas con 1.353 diamantes y 56 esmeraldas. En 1988 la corona de la emperatriz fue subastada y después donada por el mecenas y filántropo Roberto Polo al Museo del Louvre, donde sigue. La corona imperial de Napoleón III que hacía juego con ésta está desaparecida.

Se utilizaron piedras de la corona del rey Carlos X para elaborarla. En las estancias del Museo puede admirarse también la tiara de perlas que Luis Napoleón le regaló a Eugenia por su boda. Está hecha en «vermeil» (plata bañada en oro), y decorada con diamantes y perlas también por Alexandre-Gabriel Lemonnier y con el que posó en numerosos retratos

Broches en el Louvre

Otra de las piezas que pertenecen a la colección del Museo del Louvre es un broche de «devant corsage» que imita un lazo con dos pompones y dos borlas, inspirado en una de las joyas más valiosas de María Antonieta. Era una de las piezas favoritas de la emperatriz. Tiene 2.634 diamantes. También puede admirarse en el Louvre otro broche elaborado por François Kramer, que estuvo en manos privadas durante más de un siglo antes de ser adquirido, en 2015, por el Museo. Parece que formaba parte de un juego de cuatro broches formados por perlas redondas, en forma de lágrima y 17 grandes diamantes que habían pertenecido a la emperatriz María-Luisa, la segunda esposa de Napoleón.

Retrato de la emperatriz Eugenia de Montijo, por Franz Xaver Winterhalter, exhibido en el Palacio de Liria. GTRES

Napoleón III, sobrino de Napoleón I, y Eugenia de Montijo, que contrajeron matrimonio en 1849, se instalaron en el Reino Unido, en Farnborough, en Camdem House, tras dejar Francia. Fueron protegidos por la reina Victoria, que era una gran amiga de Eugenia. El emperador murió en 1873. A partir de 1872, la emperatriz empezó a deshacerse de sus joyas para poder sufragar los gastos de su estancia en Reino Unido.

A pesar de deshacerse de una gran cantidad de joyas, conservó bastantes en su joyero. Una de estas espectaculares piezas fueron las esmeraldas en talla cuadrada, que compusieron la tiara Fontenay (del nombre del joyero, Eugène Fontenay), y que, más tarde le regaló a Victoria Eugenia por su boda. En 1879 perdió a su hija, con tan solo 23 años en la guerra anglo-zulú. En 1880 regresó a Inglaterra.

Las esmeraldas de Victoria Eugenia

La reina española, en 1906 –otras versiones sitúan el descubrimienteo en 1920) las descubrió escondidas en la caja de un abanico –casi estuvo a punto de deshacerse de ella– y con ellas elaboró un aderezo de collar, pendientes, broche y sortija y decoró la tiara Cartier, una de las «joyas de pasar» que hoy lleva perlas. La reina vendió la «parure» en 1961 al joyero Stuker de Berna para costear la boda de su nieto Juan Carlos con Sofía de Grecia, celebrada en 1962, y las esmeraldas fueron vendidas más tarde al Sha de Persia, montadas en un collar que regaló por su boda a Farah Diba. Parece que hoy ese collar está en manos de la familia Libanesa Chagoury.

Eugenia Martínez de Irujo lució la tiara de diamantes y perlas el día de su boda con Francisco Rivera. GTRES

Otra de las piezas de Eugenia que ha permanecido en manos de los Alba es la espectacular tiara de diamantes y perlas con la que contrajeron matrimonio doña Cayetana y su hija menor, Eugenia Martinez de Irujo, que es hoy su propietaria. Entre las joyas que conservó la emperatriz también figuran un espectacular brazalete creado en 1850 compuesto por una gran esmeralda rodeada de diamantes, que adquirió el empresario estadounidense Russell Sturgis, y heredó su hija, Lady Portsea.

Hace unos años fue subastado por Sotheby's. Hay otra pieza que, tras ser subastada, regresó a manos de la familia real española: la cruz de esmeralda andina. Unas deslumbrante pieza tallada por entero en una esmeralda y rodeada de diamantes. Parece que fue un regalo de Eugenia a la reina Victoria, que luego lo pasó a su hija menor, Beatriz, madre de Victoria Eugenia, que la exhibió muy a menudo con su «sautoir» de esmeraldas. Esta pieza fue vendida en el exilio y luego recuperada porla princesa Olimpia de Torlonia, hija de la infanta Beatriz, princesa de Civitella-Cesi, aunque se desconoce si sigue en la familia.

HORÓSCOPO

HORÓSCOPO

Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.