Así es Magdalena Nelson de Blaquier, la argentina que enamoró a Felipe de Edimburgo: una vida marcada por la tragedia, un carácter arrollador y la sombra de la infidelidad a Isabel II

Se dice que cuando Felipe de Edimburgo conoció a Magdalena Nelson de Blaquier quedó fascinado.

Felipe de Edimburgo y Magdalena Nelson de Blaquier nunca confirmaron su affaire. / gtres

Elena Castelló
ELENA CASTELLÓ

Se conocieron en un viaje de Felipe de Edimburgo a Argentina, en 1962. Dos días después de su llegada, el país sufrió un golpe de estado y para huir de la posible inestabilidad, el príncipe Felipe se refugió en una espectacular hacienda, de 6.000 hectáreas, La Concepción, en Lobos, provincia de Buenos Aires, a 140 kilómetros de Buenos Aires, en la que estaba enclavada una mansión de estilo francés, con capilla neogótica incluida, rodeada de un jardín de 200 hectáreas. Felipe Mountbatten llegó el 27 de marzo de 1962. Su anfitriona era la socialité Magdalena Nelson de Blaquier, una de las mujeres más bellas y encantadoras de la alta sociedad argentina.

Los militares habían nacionalizado varias empresas británicas y el ambiente era de un fuerte sentimiento contra la Corona. Para protegerlo, la embajada le propuso pasar unos días en la Hacienda de los Blaquier, antes de poner rumbo a Inglaterra. Felipe tenía entonces 41 años y exhibía todo el atractivo, muy masculino y elegante, que le había convertido en el centro de numerosas especulaciones sobre aventuras amorosas.

Magdalena Nelson de Blaquier era cinco años mayor que él. Estaba viuda de Juan José Silvestre Blaquier y tenía nueve hijos. Los íntimos la llamaban Malena y su arrolladora personalidad era conocida entre la alta sociedad argentina. De belleza «helénica», con unos ojos azules muy claros, de mentalidad muy abierta y avanzada para su tiempo, muy inteligente y audaz, era difícil resistirse a su atracción. Además tenía una pasión que compartía con el Duque: los caballos. El día en que llegó Felipe, se celebró un partido de polo que vieron juntos, en Camet, Mar del Plata, junto con otros nombres invitados de la jet local.

Felipe quedó fascinado y pronto corrió el rumor de que se habían enamorado. Malena lo negó en repetidas ocasiones. «La única pasión que comparto con Felipe es la cría de caballos de polo», aseguró cuando los comentarios arreciaron. «Es un disparate». La amistad, especial o no, de Malena y Felipe continuó durante varios años. Ella viajó a Windsor para encontrarse con él. La leyenda de su amor ha sobrevivido a través de las generaciones, pero nunca llegó una confirmación de ese amor. «Felipe compartió la granja con mis hijos y yo, además del matrimonio que nos cuida. Era muy simpático, un hombre muy gracioso, atento, tranquilo...«, recordó Malena en una entrevista.

Malena había nacido el 23 de noviembre de 1916 en una familia acomodada. Su padre, Juan Manuel Nelson era dueño de una conocida farmacia de Buenos Aires y su madre, Julia Elena Hunter Soler, era una rica heredera de una familia de terratenientes. Tenía cinco hermanos y vivió de niña la tragedia de la muerte de su hermana mayor a causa un tumor cerebral, con apenas once años. Siendo muy joven todavía conoció al joven que tenía fama de ser el más apuesto de Buenos Aires, Juan José Silvestre Blaquier Elizalde. Era un gran jugador de tenis y de polo, atractivo y muy rico. Se casaron en 1937, una semana antes de que ella cumpliera la mayoría de edad. La boda se retransmitió en directo por la radio. La novia llevó un diseño de la modista argentina más cotizada de la época: Henriette.

La luna de miel fue en Europa. Malena se quedó embarazada a los pocos meses y, cuando nació el bebé, decidió no tener más hijos. Pero después llegaron otro s ocho hijos más. El matrimonio se instaló en la Hacienda La Concepción, con canchas de polo propias, y se dedicó a viajar por el mundo, mientras la madre de ella cuidaba a los niños. Pero la tragedia tiñó de nuevo la vida de Malena. En 1959, su marido desapareció en aguas de América central, mientras pilotaba de vuelta en un avión que había comprado en Estados Unidos. Malena contrató a expertos radioaficionados y pilotos para tratar de dar con alguna pista de su marido. Se negaba a creer que estaba muerto. El 14 de agosto encontraron en una playa de Panamá un parte de la proa del avión y el cuerpo del copiloto. Era evidente que Blaquier ya no aparecería. Tenía 43 años.

Malena no guardó luto y tomó una determinación impensable para la época: decidió hacerse cargo de «La Concepción» y su explotación agropecuaria. Crió sola a sus hijos, con la idea de que siempre fueran libres, como lo era ella, que nunca se dejó amordazar por las ataduras sociales y el qué dirán. Murió el 27 de noviembre de 2016, con 100 años. Dejaba 38 nietos, 85 bisnietos y ocho tataranietos.

A pesar de los desmentidos, en el año 2013, una de sus nietas más famosas, Conccepción Cochrane de Blaquier, desdijo a su abuela en una entrevista en ABC: «Me contaron que mi abuela tuvo un affaire con Felipe de Edimburgo«, dijo. Testigos de aquel entonces confirman haberlos visto juntos y solos «más de una vez». Según ellos, «él estaba encantado por su belleza e inteligencia».

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