LA FIERA DE MI NIÑO Escándalos, contestaciones sin filtro y ataques a la prensa: de quién ha heredado Froilán de Marichalar el mal carácter (y por qué la infanta Elena se ha ido con él a Abu Dabi)

Juan Felipe Froilán de Marichalar ha tenido algunas contestaciones desafortunadas, como aquella vez que respondió cortante (y un poco vacilón) a los periodistas que le preguntaban por su hermana, Victoria Federica. «Nada, un besito. Ya vale». El verano pasado el hijo mayor de la infanta Elena respondió a los reporteros de Europa Press en ese mismo tono sarcástico cuando le preguntaron qué tal estaba tras el tiroteo que vivió en una discoteca de Marbella. «Vivito y coleando», dijo. A los expertos en la casa real no se les ha escapado que esas contestaciones recuerdan a alguien muy cercano a él: su padre, Jaime de Marichalar.

Aunque su hermana Victoria Federica también ha estado en el foco mediático y ha tenido respuestas impropias de una royal, Froilan se lleva la palma. Tras sus numerosos traspiés ante la prensa, la infanta Elena ha decidido tomar medidas y mandarle a Abu Dabi. Quiere que su primogénito tenga una temporada de calma (y lejos de controversias) con su abuelo, Juan Carlos I. Y su madre, según Vanitatis, ha decidido acompañarle unos días para ayudarle con su aterrizaje a una nueva vida.

La periodista Pilar Eyre describió en una columna cómo cambió la manera de ser del ex marido de la infanta Elena tras superar un ictus. «Pasó de ser un hombre exquisitamente educado a una persona malhumorada, iracunda, capaz de expresar las mayores inconveniencias», afirma la cronista real.

En aquel periodo de convalecencia se desató el infierno. «Jaime soltaba todo lo que se le ocurría, sin filtros, desde llamar fea a una señora a decirle a otra que iba mal vestida», apunta Pilar Eyre. Mientras, la hija de Juan Carlos I intentaba salir del paso: trataba de arreglar sus desaguisados y sufría horriblemente.

La separación de la infanta Elena y Jaime de Marichalart solo fue el inicio de un largo distanciamiento y enormes quebraderos de cabeza para la hermana del rey Felipe. Hace apenas unos meses estalló frente a unos reporteros de Telecinco, después de una exhibición de hípica: «¿Me puede dejar, que ya estoy acabada? ¿Me puede dejar? No voy a contestar a nada». Pero el culmen llegó cuando los reporteros la llamaron por su nombre de pila. «Doña Elena», corrigió.

La hija de la reina Sofía se ha preocupado por apagar los fuegos que generan las polémicas de su círculo. Ella no está atravesando por un buen momento, según han afirmado sus allegados a Vanitatis, y los expertos en la casa real tienen en su punto de mira a sus dos hijos.

Por ejemplo, Jaime Peñafiel, critica la altivez de Froilán a sus 24 años y su frase «no sabes quién soy». Han reavivado las conversaciones sobre el royal su presencia en una pelea a navajazos a la salida de una discoteca con su respectiva versión de los hechos (en todo caso se siente «una víctima, y ni eso»).

El periodista recomienda a Felipe VI la ruptura total. «La ejemplaridad es obligada en la monarquía. Un método para acabar con esto es reducir las familias reales, como ha hecho el rey Carlos III», ha aconsejado.

Se dice que su padre decía lo primero que se le pasaba por la cabeza, pero Froilán parece moverse más por impulsos. Como cuando su ex novia, Mar Torres estaba en una discoteca con un chico y él decidió enfrentarse a él. Al final, se tuvieron que meter sus amigos para parar la pelea, como se explicaba en el programa Ya es verano. Para Jaime Peñafiel, solo es un gesto más de su esencia: «Este chico es el más rebelde. Va de sobrino, de nieto de la familia real y es un golfo de primera».

Victoria Federica, aunque no se ve tan tentada por las salidas nocturnas como su hermano, se ha adentrado en el mundo influencer. Ella dice que no se dedica a ello profesionalmente, pero se estima que cobra unos 6.000 euros por cada evento o photocall, como publicó Vanitatis.

Por ejemplo, participó en un evento de Fundación Infantil Ronald McDonald (FIRM), una ONG que se encarga de facilitar casas a las familias de niños hospitalizados, que sufren enfermedades de larga duración en España. Según El Mundo, la joven habría cobrado una cantidad de cinco cifras por su «acción solidaria».

Además de estas afirmaciones, ese día se criticaron sus nervios, sus dudas al hablar, sobre todo porque estaba leyendo un papel y lo recitaba confusa. Después, cuando los periodistas le consultaron si era verdad que había cobrado esa cifra, respondió algo inesperado: «Usted siempre está preguntándome cosas». La reportera le respondió que sí, que ese era su trabajo.

No obstante, la joven es la quinta en la línea de sucesión y defiende que se siente preparada para afontar las polémicas. «Lo único que se puede hacer es seguir tu camino, respetando a los demás e intentando no dar mucho motivo para alimentar debates», dijo en InStyle.

Si es cierto aquello de que «una imagen vale más que mil palabras», las fotos de la familia Marichalar y Borbón dejan una sensación de ruptura. En los últimos años hay muy pocas instantáneas de Froilán y su padre, quienes parecen haberse distanciado.

En cambio, Jaime de Marichalar asistió al último desfile de Loewe en la fashion week de París junto a su hija de 22 años. Vic, como la llaman, llevaba un mono negro de dicha firma. Según El Mundo, el empresario se siente orgulloso de ella. «Mi hija es totalmente Marichalar, me recuerda mucho a mi madre».

En cambio, la relación de Victoria Federica y su madre es más tensa. La prensa defiende que la royal tiene miedo de que su hija deje la carrera de Marketing y Comunicación en The College for International Studies (CIS) de Madrid, que cuesta unos 20.000 euros al año. «No lo he dejado», concluyó la joven ante la prensa.

Queda en el aire si Victoria se ha mudado al Palacio de la Zarzuela para distanciarse de su progenitora. El ex marido de la infanta mostraba su incomodidad cuando le preguntaban sobre la mudanza. Al él no le preocupa el futuro de su vida. Comentó al diario La Razón que ella no estaba haciendo una ingeniería. «Mi hija sale y se divierte», concluyó.