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En la víspera de la boda de la infanta Pilar y Luis Gómez-Acebo se celebró un gran baile en el Hotel Palacio de Estoril, en Cascais, cerca de donde residía la familia real española en el exilio, y a él acudieron familiares y miembros de la realeza de toda Europa: los Orleans, los Aosta, los Saboya, los Calabria, la duquesa de Wurtenberg o la princesa Maria Gloria de Orleans-Braganza. La reina Victoria Eugenia, abuela paterna de la novia e invitada de honor, no se lo perdió. Lució la impresionante tiara de la flor de lis, sus brazaletes de diamantes y el collar y los pendientes de chatones.
Las fotos la muestran vestida de azul claro con brocado, charlando amigablemente con los príncipes de Mónaco, Rainiero y Grace, con los que mantenía una gran amistad. La entonces princesa Sofía acudió con un vestido de tirantes, con cuerpo bordado, la tiara prusiana con la que se había casado y la «parure» de rubíes, regalo de boda del armador Niarchos.
Los novios se habían conocido años atrás en casa del rey Simeón de Bulgaria y Margarita Gómez-Acebo, prima del novio, que era hijo de los marqueses de Deleitosa y nieto del marqués de Cortina. Nacida el 30 de julio de 1936, la hermana mayor del rey Juan Carlos contrajo matrimonio, en 1962, cuando ya había cumplido los 30 años, en la iglesia de los Jerónimos de Lisboa, Portugal. Los padrinos fueron el Conde de Barcelona y la Marquesa de Deleitosa. Tras la boda, su padre le otorgó el título de Duquesa de Badajoz, compartido con su marido.
Don Juan, jefe de la Casa Real, hubiera preferido como marido para su hija mayor, una infanta de España, un miembro de la realeza. Durante un tiempo, la familia especuló con la idea de una unión con el rey Balduino de Bélgica. Los Borbón hicieron incluso un viaje a Bruselas, con el pretexto de visitar la Exposición Universal, pero no hubo ningún resultado. Más tarde, la reina Victoria Eugenia hizo un nuevo intento: organizó una cita secreta en su casa de Lausana, en Suiza, a la que acudieron Balduino y doña Pilar.
Para que no tuviera que viajar sola, pidieron a una joven aristócrata que la acompañara: Fabiola de Mora y Aragón, hija de los marqueses de Casa Riera. El destino hizo que de aquella visita saliera una boda, pero no la que esperaban los Borbón. Tuvieron que pasar varios años antes de que doña Pilar encontrara a su compañero de vida. Fue una boda por amor, a pesar de que sus padres no lo aceptaron al principio. Pero ella lo tenía muy claro. La infanta renunció a sus derechos sucesorios al contraer matrimonio con un aristócrata, pero no miembro de la realeza.
En aquel baile previo, la Infanta Pilar lució un primaveral vestido con cuello a la caja, manga corta y corte evasé, bordado con motivos florales, diseño de Pedro Rodríguez. Escogió la tiara de zafiros de los Orléans, que su madre le había regalado tras ser presentada en sociedad. Esta tiara, que llevaron en sus bodas dos de sus nueras –Laura Ponte y Bárbara Cano– y que también ha lucido la infanta Margarita, la llevó doña Pilar en numerosas ocasiones.
Está compuesta por siete círculos que decrecen en tamaño hacia los laterales. Cada uno de estos círculos, compuestos por diamantes, lleva en el centro un zafiro y otros ocho más pequeños en la parte superior entre cada uno. Su decoración está inspirada en los pétalos de una flor. Doña Pilar la llevó en la boda de los reyes eméritos, en 1962, y en la del rey Constantino con Ana María, en 1964.
En su baile nupcial la combinó con unos pendientes de diamantes y un elegante recogido. María de las Mercedes, condesa de Barcelona, por su parte, lució la tiara rusa, que hoy forma parte de las joyas de pasar y lleva doña Letizia, y que perteneció a la reina María Cristina. Compuesta por círculos de diamantes coronados con perlas, fue un encargo de la reina al diamantista Francisco Marzo, en 1886.
La boda de doña Pilar fue un acontecimiento para la aristocracia española, aunque la prensa del momento en España no le dedicó casi atención. Las relaciones de Franco con don Juan no atravesaban su mejor momento, a pesar de que el Caudillo sí había dado su beneplácito al enlace. Doña Pilar confesaría años después que la boda le había resultado «demasiado grande» y que hubiera preferido algo más modesto.
Pero era consciente de que tenía una vertiente política. Franco había promulgado la Ley de Sucesión para nombrar sucesor a título de rey y don Juan sentía que estaba cada vez más lejos de ser el elegido. Sin embargo, la ceremonia sí protagonizó portadas por toda Europa. Se casaba la hija de un heredero al trono, aunque estuviera en el exilio.
Las fotos de aquella recepción que nos han llegado muestran a una infanta Pilar feliz junto a su prometido. Ambos tienen una luz especial en el rostro. El vestido que lució la novia, al día siguiente, fue realizado por la modista Isaura, y confeccionado en organza natural francesa, bordada con abalorios y cristal. Era un diseño de linea princesa.
La cola, realizada en el mismo tejido, salía de los hombros. Para esta ocasión, doña María de las Mercedes le prestó a su hija la misma tiara que ella había lucido la noche anterior: la rusa. La impresionante diadema sujetaba un sencillo verlo de tul. El peinado era obra de Isaac Blanco.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.