ruptura y amargura
Crear una cuenta
Iniciar sesiónruptura y amargura
La ruptura con Mario Vargas Llosa anunciada tras ocho años de relación anunciada ayer por Isabel Preysler a través de una exclusiva en su revista favorita tiene más lecturas de las que parece a simple vista. Celos, abandono y desamor son los temas que Isabel planteaba en su descarnado anuncio. Y con él, rompía con un tradición de benevolencia pública que se tornaba acritud. Aunque siempre con palabras muy medidas y sin perder las formas, como es habitual en una de las mujeres esenciales de la crónica social española.
Una de las polémicas literarias de este 2022 que se despide afectó a la escritora francesa Annie Ernaux (82 años), galardonada con el mismo premio Nobel de Literatura que ya recibiera Mario Vargas Llosa. Sus detractores no encuentran valor en su militancia en la autoficción, esto es, la asunción de la propia vida como material literario. Arnaux ha narrado un aborto clandestino (en 'El acontecimiento') o la violencia de su padre (en 'La vergüenza) a cara descubierta. Sin esconderse.
La sinceridad brutal de Ernaux, una escritora que admite en todo momento que lo que narra es real, ha llegado a ser descartado como «pornografía literaria» por aquellos que no encuentran mérito alguno en relatar la propia vida. Es algo que, en realidad, sucede en un grado mayor o menos toda obra literaria. El escritor y sus circunstancias siempre están ahí. Por eso este cuento de Mario Vargas Llosa (83) es, en plena ruptura con Isabel Preysler, una bomba.
El cuento se llama 'Los vientos' y se publicó en noviembre de 2020 en la revista literaria 'Letras Libres'. Por supuesto, en la literatura del 'establisment tradicional' hablar de autoficción es casi un pecado y los autores rechazan identificar trazas de su experiencia vital en lo que consideran una 'ficción pura'.
Aún así, es fácil encontrar resabios de Mario Vargas Llosa en este cuento, protagonizado por un señor mayor amargado por el presente y por haber dejado a un amor de juventud, Carmencita (Patricia Llosa), por un arrebato sexual «violento y pasajero» del que ha olvidado hasta el nombre (¿Isabel Preysler?).
El cuento incluye muchas referencias al mundo que rodea a Vargas Llosa hoy. Su cultísimo personaje protagonista vive en el mismo barrio del centro de Madrid donde el escritor tiene su ático y también tiene que subir muchos pisos por la escalera para llegar, a duras penas, a su casa.
Además, añora el siglo XX y sus certezas: la religión, la alta cultura, la elevación intelectual… Y retrata una ciudad distópica en la que cierran los cines, la gente se estupidiza debido a la tecnología y a los jóvenes no les interesa el sexo. Pasea las calles del centro desorientado.
Pero volvamos a las polémicas referencias sentimentales de 'Los vientos', un cuento que se publicó cuando Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler convivían en armonía (o eso parecía) en la gran casa de ella en Puerta de Hierro. Incluso acudían juntos a fiestas literaria. Entonces, no se podía adivinar decepción por ninguna de las partes, aunque el escritor ya escribía pasajes tan inquietantes como este.
«De Carmencita, mi mujer por muchos años, me acuerdo muy bien (...). Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena. Ella nunca me perdonó, por supuesto, jamás pude amistarme con ella, y, para colmo, Carmencita se casó con Roberto Sanabria, mi mejor amigo hasta entonces».
«Es el único episodio de mi remoto pasado que mi memoria no ha olvidado y que me atormenta todavía. Todas las noches, antes de dormir, pienso en Carmencita y le pido perdón. Ella no lo sabe, por supuesto, a no ser que haya otra vida después de esta y los muertos se entretengan espiándonos a los vivos. Nunca más volví a verla, y solo muchos años después de ocurrido me enteré del accidente en el que había perdido la vida«.
«Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Nunca la quise. Fue un enamoramiento violento y pasajero, una de esas locuras que revientan una vida. Por hacer lo que hice, mi vida se reventó y ya nunca más fui feliz».
No es el único pasaje en el que el protagonista de Vargas Llosa, ese viejo que da vueltas por el centro de Madrid intentando encontrar su casa. De hecho, vuelve a retomar la misma idea, subrayando cómo este episodio sentimental vuelve recurrentemente a la memoria de un pobre desmemoriado.
«Es el único episodio de mi remoto pasado que mi memoria no ha olvidado; y me atormenta todavía, sobre todo en las noches. Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí. ¿Por qué sigo diciendo «pichula», algo que no dice nadie en España? La fuerza de la costumbre, por supuesto.
«Abandonar a Carmencita es un episodio que me atormenta todavía. Nunca más volví a verla y solo mucho después de ocurrido supe que había perdido la vida atropellada por un auto. Nunca he podido recordar el nombre de la mujer por la que abandoné a Carmencita».
¿Se refiere Vargas Llosa a su ex mujer, Patricia Llosa, además su prima, con la que estuvo casado medios siglo, tuvo tres hijos y a la que conoció con solo 15 años? ¿Ha sido Isabel Preysler un mero arrebato que no dejará en su memoria ni tan siquiera su nombre?
Obviamente, las reglas de la ficción protegen en todo momento al escritor, que jamás reconoce qué instancias de su biografía o qué personas de su entorno están presentes en sus relatos. A veces incluso pueden aparecer sin el permiso del autor, pues la escritura puede poseer una autonomía sorprendente.
TE RECOMENDAMOS
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.