Una montaña rusa

Por qué la vida de Mary de Dinamarca no ha sido un cuento de hadas: una muerte prematura, amor a distancia y una suegra en contra

Mary Donaldson, la nueva reina de Dinamarca, ha recorrido un camino lleno de obstáculos para llegar hasta el trono. Así es la mujer que lo dejó todo por el «amor» de uno de los príncipes más atractivos de Europa.

Los príncipes Mary y Federico de Dinamarca el día de su proclamación. / instagram

Elena Castelló
ELENA CASTELLÓ

Hace apenas un mes que Mary Donaldson celebró su primer cumpleaños convertida en la reina de Dinamarca. La australiana sopló 52 velas el 5 de febrero y desde el pasado 14 de enero es, junto a su marido Federico X, la soberana del pueblo danés. Ha sido un largo y no siempre agradable camino para llegar hasta el trono.

Desde aquel 14 de mayo de 2004 en que atravesó el pasillo central de la catedral de Copenhague, tocada con una tiara de diamantes y un velo de encaje, la abogada australiana Mary Donaldson ha recorrido un largo camino. Un camino lleno de tragedias, contratiempos y dificultades que ha sabido sobrellevar con una dignidad impresionante.

En una década, Mary se ha convertido es una pieza central en el tablero de la Familia Real de Dinamarca, y una de las más valoradas por la opinión pública. Patrona de decenas de asociaciones, fundaciones y ONG centradas en la sostenibilidad, la lucha contra el acoso escolar o el bienestar de la infancia, es guapa, inteligente, elegante y discreta y pocos pueden creer que su matrimonio con el príncipe Federico, que tardó cuatro años en llegar desde que se conocieron en los Juegos Olímpicos de Sidney, pueda ser hoy poco más que una pantomima.

Después de la publicación de las fotografías del futuro rey danés con Genoveva Casanova, muchos medios aseguraron que el matrimonio estaba roto desde hacía tiempo, que Federico escapaba a un piso de soltero cada dos por tres y que Mary ejercía su papel por disciplina y compromiso.

Aquel noviazgo que parecía un cuento de hadas se había topado con la realidad: en algún punto se mantendría solo por deber. Sin embargo, este giro de guion (la abdicación de la reina Margarita al filo del nuevo año y la proclamación de Federico como nuevo rey) lo ha cambiado todo.

La vida de Mary de Dinamarca, un camino lleno de dificultades

La vida de Mary no ha sido un cuento de hadas. Nació en Hobart, Tasmania, Australia, el 5 de febrero de 1972. Era la menor de los hijos del profesor de matemáticas aplicadas John Donaldson y de Henrietta Clark, que se habían casado en Edimburgo, en 1963, antes de emigrar a Australia. Su madre trabajó como asistente en la Universidad de Tasmania. El primer gran golpe de la futura princesa llegó cuando su madre falleció de cáncer en noviembre de 1997. Su padre se volvió a casar en 2001 con Susan Elizabeth Horwood, una escritora británica.

Mary tiene dos hermanas mayores, Jane Alison y Patricia Anne, y un hermano, John Stuart. Mary se educó en una escuela elemental de Texas, donde se habían instalado sus padres, por trabajo, y siguió en su ciudad nata después. Desde la infancia fue una chica muy deportista.

Terminó su bachillerato en Hobart y se matriculó en la Universidad de Tasmania, donde se licenció en Comercio y Leyes. Luego se especializó en Publicidad y Marketing. Trabajó en Melbourne, en la agencia DDB Neddham y en MOJO Partners, lo que le permitió viajar por todo el mundo. De regreso a Australia, trabajó como ejecutiva en Young and Rubicam, en Sidney.

Mary de Dinamarca lo dejó todo por un príncipe danes

En los primeros meses de su relación con Federico, en 2002, se trasladó a París, donde impartió clases de inglés en un colegio. Se habían conocido en un pub durante los Juegos Olímpicos de Sidney, en 2000, y la joven tomó la decisión para estar más cerca del príncipe, mientras la reina Margarita se decidía a aceptar el noviazgo. El príncipe se declaró en Roma, con un anillo de diamantes y esmeraldas. Pero tuvieron que pasar todavía dos años más antes de que Mary y Federico llegaran al altar, el 14 de mayo de 2004.

Mary Donaldson y el príncipe Federico de Dinamarca. / / GTRES

La exitosa ejecutiva de publicidad lo dejó todo para darle el «sí quiero» a uno de los príncipes más atractivos de Europa, ante toda la realeza, que luego festejó el evento en el palacio de Fredensborg. Mary inició su andadura de princesa entre críticas de superficialidad y derroche en su guardarropa. A la princesa heredera le faltaban ocupaciones.

Poco a poco fue labrándose un impecable papel de abogada de los derechos de los niños o de la moda sostenible, de la que es una gran embajadora. Y, por supuesto, fue madre. Primero llegó el heredero, Christian, que acaba de cumplir 18 años, y, a continuación, Isabella, en 2007, y los mellizos Vincent y Josefina, en 2011.

Toda la prensa habló de «cuento de hadas», pero la propia interesada describió su romance con su príncipe de manera más discreta. «Nunca soñé con convertirme en una princesa», aseguró en una entrevista. «Pero cuando conocí a Federico, sin saber que era él, se produjo una suerte de excitación, aunque no fuegos artificiales». Desde el momento en que Mary se encontró con Federico, su vida se tornó en un esfuerzo continuo.

Primero fue la relación a distancia, después la estrategia para ganarse el favor de Margarita II, la renuncia a sus hijos en caso de divorcio, su conversión a la fe luterana y, finalmente, un largo proceso para merecer su título de princesa heredera. «La felicidad y la fuerza que me das es como el sol de la mañana, con su resplandor, que deshace la oscuridad y las dudas en la tierra». Este fue el brindis de Federico en el banquete de bodas. Parece que el resplandor se ha disipado.

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