CUMBRE DE LA OTAN EN LA HAYA
CUMBRE DE LA OTAN EN LA HAYA
Mientras parte del mundo contenía la respiración ante lo que se acordaba y firmaba en la Cumbre de la OTAN en La Haya, otras asistíamos estupefactas a la sobresaliente presencia de la reina Máxima en los ceremoniales diplomáticos. Por si alguien se viera tentado a considerar a la esposa del rey Guillermo como parte del decorado, la argentina quiso vestirse de verde lima y eclipsar absolutamente a los mandatarios que posaron para la primera foto oficial de la reunión. Pudo haber sido elegante y silenciosa, como la misma Melania Trump. Se situó en el lugar opuesto.
Merece la pena analizar el look de Máxima de Holanda en esta recepción en el palacio Huis ten Bosch que cerró el primer día de cumbre, probablemente la más importante que se celebra desde el fin de la Guerra Fría. Llevó, además del impactante mono verde con efecto capa de Natan Couture, la melena suelta, las uñas burdeos (atrevimiento máximo, pues muchas royals rechazan las manicuras llamativas) y muchos diamantes. Sin duda, quería impresionar al presidente Trump.
La cena tuvo lugar en el Salón Naranja del Palacio Huis ten Bosch, el mismo donde hace 126 años se celebró la Primera Conferencia de Paz de La Haya, sin más contratiempos. Aunque, en realidad, fue antes de que los mandatarios europeos se sentaran en las nueve meses dispuestas para ellos cuando sucedió la primera escena polémica. Una que significó la primera humillación del presidente Donald Trump ante su público viral. Infligida, además, por la princesa Amalia.
La primera escena de la polémica se produjo en el primer saludo entre los reyes Máxima y Guillermo y su hija, la princesa heredera Amalia, al presidente estadounidense. No incluiremos como tal el estrechón de manos entre el monarca y Trump, en el que el primero logró hacerse con el control e imponer, evidentemente, su fuerza. Recordemos que Donald Trump es famoso por apretar ostensiblemente la mano de sus interlocutores y aprovechar para casi empujarles hacia sí para mostrar su dominio. Con el rey Guillermo no pudo hacerlo.
Ya en ese primer saludo pudo comprobarse una verdad que humilla al presidente Trump, tan empeñado en demostrar control, fuerza y superioridad sobre sus homólogos. El estadounidense Siempre ha afirmado medir 1,90, pero en ese saludo a los reyes de Países Bajos (y también en la foto de grupo previa al banquete) se observa que es más bajito que el rey Guillermo y que mide prácticamente lo mismo que Máxima. Sin embargo, fue Amalia la que humilló definitivamente al mandatario: hasta la princesa es más alta que Trump. ¿Por qué se empeña en mentir sobre su altura real?
En ese momento, trascendió a la opinión pública de Países Bajos que los reyes Máxima y Guillermo, solícitos, habían invitado a Donald Trump a pasar la noche en su palacio. Un honor que se reserva a invitados a los que se pretende agasajar claramente. Seguro que el presidente estadounidense se sintió halagado, sobre todo porque no se enteró de las bromas que comenzaron a circular fuera de Huis ten Bosch. La más popular la lanzó la cadena de supermercados Huma, en forma de anuncio de un producto de limpieza que utilizaba el siguiente eslogan: «¿Manchas naranjas en las sábanas reales?».
Pero, claro, la polémica no se quedó ahí. Tras pasar la noche en el palacio de los Orange en la Haya, estaba previsto que Donald Trump desayunara con los monarcas de Países Bajos. Unos minutos antes, se fijó un primer saludo mañanero para tomar una nueva foto del presidente de Estados Unidos con Máxima y Guillermo. Cámaras de OTAN grabaron el momento de los buenos días, en los que Donald Trump desplegó el repertorio de gestos y muecas que suele realizar para las fotos.
La escasa naturalidad de Donald Trump contagió de incomodidad hasta el mismo rey Guillermo, quien tratando de convertir ese momento en algo más o menos normal, le dijo: «Espero que haya dormido bien…». A lo que Trump contestó: «Oh, fue magnífico. Muchas gracias a todos». Máxima, absolutamente ignorada por el mandatario estadounidense, decide en ese momento hacer lo impensable. Imitando la peculiar manera en la que Trump pone la boca, haciéndole burla casi en su cara, le imita por lo bajo: «Muchas gracias a todos. Maravilloso».
El momento en el que la reina Máxima decide imitar la idiosincrática gesticulación de Donald Trump, atrevidísimo, fue recogido por la misma cámara convocada a inmortalizar el saludo de desayuno de los monarcas y su invitado. ¿Fue, quizá, un desliz irónico de la reina argentina o pensó, equivocándose, que la broma pasaría inadvertida? Sea como fuere, se ríe directamente del presidente estadounidense, algo muy peligroso dada la obsesión de este por parecer el más duro de la clase. Lo escribió Margaret Atwood: «Los hombres tienen miedo a que las mujeres se burlen de ellos; las mujeres tienen miedo de que las maten».