La princesa Charlène de Mónaco se sale con la suya: así es el refugio secreto en el que vive en Francia

Desde que se casaron hace ya una década el matrimonio de Alberto II de Mónaco y la princesa Charlène ha estado marcado por una constante: los rumores. A pesar de los esfuerzos del hermano de Carolina de Mónaco por acallar en prensa, las teorías que corren acerca de su mujer siguen su curso y así lo demuestra la última noticia sobre Charlène publicada en la revista alemana Bunte: afirma que tiene un refugio secreto en Francia.

El desencuentro Charlène-prensa-Mónaco se alimentó a lo largo de los meses que la princesa permaneció retenida en Sudáfrica por culpa de una enfermedad que le impidió volver a Mónaco durante casi un año.

Su retorno al principado en noviembre de 2021, lejos de acallar los rumores sobre el posible divorcio inminente de la pareja se ampliaron con otros aún sobre el estado de salud real de Charlène.

Que la princesa se alejara de la vida pública monegasca por completo y viviera internada en una clínica Suiza hasta su total recuperación fue un auténtico festín para lanzar todo tipo de teorías sobre qué le sucedía en realidad a la princesa Charlène.

Finalmente en mayo de 2022 Charlène, con el gesto serio y un look impecable, volvió a estar bajo los focos y las cámaras de los fotógrafos al acompañar a su marido en el premio de Fórmula E de Mónaco.

Pero entonces, en vez de su recuperación se habló de un acuerdo económico entre Alberto y Charlène: 12 millones de euros anuales estaría pagando el príncipe a la princesa para que no se divorciara, residiera en Mónaco y posara a su lado en algunas citas oficiales.

Desde el Monaco Matin, el periódico oficial monegasco, Charlène intentó entonces explicar en primera persona cómo vivía todas estas teorías en una entrevista en la que declaró « me parece lamentable que ciertos medios vendan rumores sobre mi vida y mi relación. Alberto me ha apoyado enormemente, discutimos juntos estos artículos maliciosos y él hizo todo lo posible (durante su enfermedad) para protegerme a mí y a nuestros hijos».

Ahora, tras algunas apariciones públicas (y sonadas ausencias como la del Baile de la Rosa) el fantasma de la separación de facto de la pareja monegasca en perpetua crisis matrimonial vuelve a las páginas de la prensa rosa.

Bunte asegura que la princesa, cuando no tiene citas a la vista, se refugia en los Alpes franceses en una casita sin demasiadas pretensiones pero acceso imposible (solo se puede llegar a pie o en 4x4) en el Parque Nacional de Mercantour.

Durante un tiempo se rumoreó que cuando se recuperar Charlène la princesa no volvería a palacio, sino que residiría en otra residencia Grimaldi mucho más opaca a las intrusiones de la prensa y sin posibilidades de coincidir con Carolina, Estefanía ni ningún otro miembro de la familia real monegasca: el palacio de Roc Agel, ubicado en el monte del mismo nombre ubicado en la frontera entre Mónaco y Francia.

Roc Agel es un lugar cargado de historia para los Grimaldi, de hecho fue el refugio de Rainiero y Grace Kelly durante mucho tiempo, pero desafortunadamente también forma parte de su leyenda negra: fue volviendo de Roc Agel cuando Grace Kelly sufrió el accidente de tráfico que acabó con su vida.

Finalmente parece que los que apuntaban a que la princesa Charlène acabaría residiendo fuera del principado en un lugar alejado de todos y en contacto con la naturaleza no se equivocaban. Según Bunte, Charlène se escapa a menudo a la propiedad francesa de los Grimaldi que su propio marido compró después de «enamorarse» del paraje natural que la rodea.

La casa donde se aloja la princesa está a dos horas de Mónaco y forma parte del pueblo (que solo cuenta con 15 casas más). Se encuentra a unos escasos 100 metros de la capilla (no olvidemos que Charlène atraviesa una etapa religiosa) cuya rehabilitación pagó Alberto II de Mónaco de su bolsillo.

La vivienda de montaña, en sí, ha sido completamente reformada (porque anteriormente era una edificación dedicada al ganado) y fue adquirida por el príncipe monegasco en 2007. Ahora es su mujer, su séquito y sus guardaespaldas quienes la disfrutan.

Quizá este refugio de montaña sea parte de la terapia que la princesa necesita para recuperarse por completo del estado de «agotamiento general» físico y psicológico que aún sufre a consecuencia de la enfermedad que la ha hecho recorrer un periplo definido por ella misma como « largo, difícil y doloroso».

Por lo menos los habitantes del pueblo pueden presumir de haber visto a Charlène jugando a la petanca en la plaza y pidiendo suministros (y cerveza) para su refugio, un espectáculo que los millonarios residentes en Mónaco no han contemplado de momento.