Por qué la princesa Estelle será la última reina de Suecia según los expertos (y la culpa la tiene su abuelo)

Herman Lindqvist, periodista, historiador y pesadilla de la casa real Bernadotte (la del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia) lo tiene claro: Suecia será una república y la hoy diminuta princesa Estelle está destinada a ser la última reina sueca. Y la culpa de todo, o de buena parte, la tiene el actual monarca, Carlos Gustavo y ¿ la reina Silvia?

Para este erudito en reyes y reinas suecos el principio del fin de los Bernadotte empezó cuando el rey más ligón del árbol familiar Bernadotte, Carlos Gustavo, contrajo matrimonio con una plebeya llamada Silvia Sommerlath. Un idilio que estuvo atento de mantener bien en secreto a su propio abuelo, el hombre que le crió desde que se quedó huérfano siendo un bebé, y al que le encantaba expulsar miembros del árbol familiar por contraer matrimonios poco «convenientes» y con nulo pedigrí royal.

Para el abuelo del actual rey sueco era un auténtico orgullo que su nieto pudiera alardear en el resto de cortes europeas de que sus ancestros, hasta la cuarta generación, eran todos genuinamente royals de padre y madre.

Con su propia boda el rey Carlos Gustavo aniquiló ese legado de «pureza» al convertir a la plebeya Silvia en su reina y no sabemos cómo le sentaría esta noticia a su antecesor, pero lo que sí tenemos claro es que el historiador Herman Lindqvist lo lleva fatal habida cuenta de que cataloga esta unión como el primer punto de inflexión que ha precipitado la caída al abismo de la dinastía Bernadotte.

Que Carlos Gustavo tampoco «pode» su árbol de herederos tanto como el periodista quisiera también es un punto en contra la monarquía según éste y hará que los Bernadotte pierdan en cuarenta años su corona. Actualmente hay once personas (los propios hijos del rey y los hijos de estos) en la línea sucesoria. «Históricamente nunca ha habido tantos», afirma Herman Lindqvist. Según él, sobra gente.

De nuevo el paradigma es el abuelo del actual rey, al que no le temblaba tanto el pulso a la hora de expulsar a familiares de la casa real. Él mismo eliminó de la línea sucesoria y quitó el tratamiento de duques y príncipes a dos de sus hijos ( Sigvard Bernadotte, por casarse con la alemana Erica Maria Patzek y Carl Johan Arthur Bernadotte, por casarse con la periodista Elin Kerstin Margaretha Wijkmark) y obligó a un tercero, el príncipe Bertil, a vivir «en pecado» con su novia, la plebeya Lilian May Davis, desde 1947 hasta el día de su muerte, en 1973.

La boda de Carlos Gustavo y Silvia hizo que sus hijos pudieran casarse con quien quisiera, desde monitores de gimnasio a estrellas de realities y la conclusión es que. Para el historiador, la línea sucesoria de los Bernadotte ha perdido su «magia». Si cualquiera puede ser royal, es que nadie es, en realidad, royal.

«Con cada nuevo matrimonio en el que un miembro de la realeza se casa con una persona que no pertenece a la realeza, el brillo real se apaga. Los miembros de la realeza son cada vez más comunes. Se casan con gente corriente y tienen hijos corrientes que van a escuelas corrientes y eligen profesiones corrientes», escribió el periodista en 2013 a propósito de la boda de la princesa Magdalena con Chris O'Neill.

El tercer gran error que ha cometido el monarca y que acabará convirtiendo a Suecia en una república según Herman Lindqvist es la facilidad que ha demostrado el monarca para meterse en jardines.

Una cualidad que ha empeorado con la edad. El rey a veces se siente frustrado por no poder expresar su opinión personal sobre determinadas cuestiones y cuando lo hace se lía la que se lía, como cuando este mismo año habló de nuevo sobre lo injusto que le parecía que su hija, la princesa Victoria, heredera el trono, y no su hijo, el príncipe Carlos Felipe.

«El rey tiene que morderse la lengua, porque si tose en la dirección equivocada, algún politólogo loco aparecerá en Lund o en cualquier otro lugar y dirá que ha cometido el peor crimen que se haya cometido jamás en la historia de Suecia», afirma el historiador. Pero también afirma que cuanto mayor se hace, más se atreve a decir lo que piensa y lo que es peor, opinar sobre cuestiones políticas, y eso siempre acaba mal.

Entre unas cosas y otras el experto calcula que la monarquía sueca no sobrevivirá más de 40 años y que su nieta la princesa Estelle no llegará a ocupar el trono o lo ocupará por muy poco tiempo. «Ya casi la mitad de la población y la mayoría de los representantes en el Riksdag están en contra de la monarquía. Nuevos escándalos sólo acelerarán el proceso de liquidación», afirmó este mismo experto en una entrevista de 2012. Ahora, en 2023, sigue afirmando lo mismo. ¿Se cumplirá su profecía?