El gran error de Alberto de Mónaco que le podría costar el divorcio: a la princesa Charlène le interesa más Sudáfrica (rinocerontes incluidos) que lo que sucede en el principado

Han pasado 10 años desde que la pareja real monagasca formada por la exnadadora olímpica Charlène Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco se dieron el «sí, quiero». Pero el regente del principado monegasco ha fallado en una de sus tareas más importantes: conseguir que la política principesca europea le interese (aunque sea un poco) a su princesa. A la vista de lo que ha sucedido los últimos seis meses, está claro que ha fallado estrepitosamente.

Si quieres ver los mejores looks de la princesa Charlène, pincha en la imagen/gtres

Si quieres ver los mejores looks de la princesa Charlène, pincha en la imagen / gtres

Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

A la princesa Charlène no le interesa la política de Mónaco, ni los eventos de Mónaco, ni los millonarios de Mónaco. Si no fuera porque sus adorados mellizos, Jacques y Gabriela, viven en Mónaco seguramente alargaría aún más su estancia en su país natal, Sudáfrica. A los que siempre han acusado a la mujer de Alberto II de Mónaco de desidia absoluta por cualquier actividad monegasca el Instagram de la princesa les está dando bastantes satisfaciones durante estos días.

Charlène se ha caracterizado durante estos diez años en el principado por su adoración por su marido, sus dificultades para lograra darle un heredero y sus mohínes tristes ante las cámaras en el más puro estilo Diana de Gales en sus peores momentos. De hecho las malas lenguas afirman que esa dejadez en sus funciones es el principal argumento que tiene Carolina de Mónaco para no soportar a su cuñada.

Última imagen de la princesa Charlène en su cuenta de Instagram con el nuevo monarca de la nación zulú en Sudáfrica / instagram

No podemos saber qué hay de mala uva y qué hay de fantasía en la afirmación de que a Charlène lo que pase en el principado le importa un bledo, pero la realidad es que la princesa se ha caído de cartel en más de una ocasión dejando a su marido «solo ante el peligro» y no ha acudido a actos en los que se esperaba su presencia. De hecho, antes de su viaje a Sudáfrica en el mes de mayo Charlène solo fue vista en un acto oficial... y fue en enero. Esos son muhos meses sin saber dónde estaba la princesa.

Esta situación contrasta con el compromiso acérrimo con Sudáfrica, el medio ambiente sudafricano y la política sudafricana que está demostrando en s u cuenta de Instagram la princesa desde que reside en su país natal. Postrada por la enfermedad y en espera de su recuperación Charlène se inció en este proceso politizador inaudito en ella cuando acudió en solitario al entierro del rey de la nación zulú Goodwill Zwelithini fallecido en marzo.

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A lo largo de su estancia obligatoria en Sudáfrica Charlène ha seguido dando pistas de lo involucrada que se siente con el proceso de sucesión del trono zulú que hasta se pfreció a mediar si nos e ponían de acuerdo sobre su nuevo rey y ha aparecido en su cuenta de Insstagram felicitando al nuevo monarca, Misuzulu kaZwelithini.

Los detractores de la princesa han visto en estos movimientos de apoyo a los zulúes y en las múltiples iniciativas de Charlène durante su convalecencia para dar a conocer sus programas de conservación de los rinocerontes como una muestra más del desinterés que muestra por lo que sucede en Mónaco. En sus meses de ausencia apenas en un par de ocasiones se ha referido a grandes eventos monegascos o ha declarado algo al respecto de ellos. ¿Se ha convertido la incapacidad del príncipe Alberto de vincular a su mujer con su patria adoptiva su peor fracaso?

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