RECONCILIACIÓN marichalar-urdangarin
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Pasan los días, pero las repercusiones de lo visto en el funeral del rey Constantino de Grecia en Atenas continúan. Era inevitable, pues desde 2019 no podíamos contemplar a la familia del rey prácticamente al completo, aunque los reyes Felipe y Letizia decidieron que sus hijas, Leonor y Sofía, no hicieran acto de presencia. Por fin podíamos comprobar el estado real de las relaciones entre los Borbones.
Los reyes podrían haber buscado minimizar la información sobre este punto, el estado de su relación con el resto de la familia, como suelen hacer habitualmente. De hecho, a diferencia de lo que ocurrió en el funeral de Isabel II, cuando el protocolo los sentó junto a los reyes eméritos, aquí sí ocuparon un lugar diferenciado, con los monarcas en activo, en primera fila.
El rey Felipe, además, se mantuvo alineado con la política de Casa Real que procura mostrar una desconexión total con su padre, el rey Juan Carlos I, como prueba de su censura a los escándalos protagonizados por su progenitor y apoyo a la decisión del gobierno de exiliarlo a Abu Dabi. Esta fue una de las ficciones que se rompieron durante el funeral, pues una cámara griega registró el momento en el que padre e hijo se saludaban con un beso.
Lo que algunos pudieron pensar como problemático, para la mayoría significó una muestra de humanidad necesaria entre padre e hijo: la distancia pública impuesta por los asesores de imagen de la Corona podría terminar haciendo daño a un rey que, si pretende conectar con los tiempos que corren, debe mostrar mucha sensibilidad con todo lo que toca al mundo de los afectos.
Eso es algo que la reina Letizia ha entendido perfectamente bien, como nos ha demostrado en esta reunión familiar tan reveladora. Quizá por la abrumadora respuesta negativa a su famoso rifirrafe con la reina emérita Sofía en la catedral de Palma, quizá por las frecuentes críticas a su apariencia de frialdad, la monarca ha ido subiendo la temperatura de sus gestualidad en los últimos años. Objetivo: mostrarse más cálida.
Si la reina busca mostrarse más humana, afectuosa y conciliadora, si se ha convencido de la pertinencia de salir de su zona de confort (la ejecución a la perfección), no ha podido elegir un mejor momento para conseguirlo. Da igual si la reconciliación con Marie-Chantal Miller es o no falsa: su afectuoso gesto, exagerado para muchos analistas, muestra su intención de darle un giro a su imagen.
Si el abrazo de Letizia a Marie-Chantal Miller fue solo una ficción cara a la opinión pública, su manera de imponérselo a su 'archienemiga' ha supuesto una venganza más que fría, maléfica. Pero no es solo la inteligencia de esta escenificación, sino su conveniencia. Letizia ha logrado desactivar la narrativa que la ligaba a Miller y, con un gesto de magnanimidad, se ha elevado por encima de la nueva reina sin trono de forma incontestable.
No solo ha sido viral la aproximación de Letizia a Marie-Chantal, sino el constante apoyo y complicidad de la reina con la reina emérita Sofía, totalmente desolada por la pérdida de su hermano Constantino, lo que ha subrayado esta nueva tonalidad afectiva en la presencia pública de la monarca. ¿Ha entendido al fin Letizia que la profesionalidad, necesariamente, requiere de la emoción de su propia humanidad?
Desafortunadamente, no hemos podido ver más imágenes del funeral de Constantino de Grecia, pero los gestos de la reina Letizia y el enorme afecto que el rey Felipe demostró a su padre indican lo que muchos sospechaban: la relación puede ser tensa en lo institucional, pero en lo familiar los afectos se mantienen. Así quiso hacerlo ver la monarca, tirándole un beso a sus sobrinos al llegar a la Catedral Metropolitana de Atenas.
En este nuevo clima de reconciliación existen, sin embargo, algunas nubes. Aunque las crónicas anunciaron que la familia del rey se reunió en Zarzuela al completo (el rey Juan Carlos estuvo, aunque mediante videollamada), aún no hemos podido ver gestos de pacificación entre la reina Letizia y las infantas Cristina y Elena. ¿Por qué no dan las hijas del emérito el paso del perdón?
La foto de la paz entre Letizia y sus cuñadas sería la única que, ahora mismo, podría cerrar una larga década de peleas entre los Borbones, una familia que no conoce la paz desde que el caso Nóos imputara a la infanta Cristina y llevara a la cárcel a Iñaki Urdangarín y el escándalo de Botswana obligada al rey Juan Carlos a abdicar en su hijo.
¿Es la infanta Elena la más renuente a pasar página de todo lo ocurrido en esta década faltal? ¿Se convertirán los Marichalar Borbón en los royal disidentes de una familia que la monarquía necesita unida? Esa podría ser la más problemática de las herencias, una que Felipe y Letizia jamás quisieran dejarle a su hija y próxima reina.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.