La gran venganza de Iñaki Urdangarín: comenzar una nueva vida como si la infanta Cristina no hubiera existido jamás

La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín hacen oficial su separación con un escueto comunicado en el que anuncian que «hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial».

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en Washington. Si quieres ver la vida del rey Jun Carlos I en Imágenes, pincha en la foto. / gtres

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Cinco días después de que saltara el escándalo de las fotos de Iñaki Urdangarín y Ainhoa Armentia, (que ha dejado sin palabras a la infanta Cristina), la ya ex pareja (aquí, pòr curiosidad, todo sobre el hombre que podría haber sutituido a Iñaki, Álvaro Bultó) por fin ha hecho oficial su separación con eufemismos: como aquel 'cese temporal de la convivencia' entre la Infanta Elena y Marichalar hace 15 años, los ex Duques de Palma han anunciado que «hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial». En un escueto comunicado remitido a los medios, aseguran que se trata de una decisión tomada «de común acuerdo» y recalcan que «el compromiso con nuestros hijos permanece intacto». «Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto a todos los que nos rodean. Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin», concluyen las tres frases con las que el ex matrimonio pone punto y final a una relación en la que la polémica ha sido la protagonista.

Vídeo. Luces y sombras en la relación Urdangarin - Infanta

En esta historia, lo institucional se mezcla con lo personal. Tras el shock inicial que confirma la nueva relación del ex duque de Palma con una compañera de trabajo, un amor de oficina que lleva meses cocinándose entre las cuatro paredes del bufete Imaz y Asociados de Vitoria, surgen las dudas. Y, como casi siempre, los borbotones de información que comienzan a salir relativa a la nueva pareja contrastan con el silencio que se escucha por parte de los miembros de la familia del rey. Dicen que la infanta Cristina sabía desde hace tiempo que el matrimonio iba a pique. Aún así, estas Navidades reunieron a toda la familia en Baqueira para trasladar una imagen de normalidad. Sin embargo, Iñaki ya estaría intimando con Ainhoa: en su oficina, el coqueteo entre ambos era comentario general.

Ainhoa Armentia, la nueva novia de Iñaki Urdangarín. / gtres

Imposible saber a ciencia cierta si Cristina sabía o no de la relación paralela que ya disfrutaba Iñaki Urdangarín. Lo único cierto en toda esta historia ha sido la lealtad de la infanta con su futuro ex marido, al que no quiso dejar de lado (y por descontado rechazó divorciarse) a pesar de su condena a cinco años y diez meses de cárcel por el caso Nóos. Recordemos: en 2008, Iñaki fue encontrado culpable de prevaricación, malversación, fraude y tráfico de influencias, pero el escándalo de corrupción que protagonizó marcó un antes y un después en la consideración pública de la familia real española, amplió el foco hacia la actividad económica y sentimental del rey emérito Juan Carlos y dio pie a una reconsideración de la necesidad de transparencia que el legislativo debe exigirle a la Corona. Además, fue el origen del cisma definitivo en el seno de la familia Borbón, pues el rey Felipe VI despojó del título de duquesa de Palma a su hermana Cristina, pero más tarde acabaría expulsando del paraguas protector de la familia real a hermanas, cuñados y sobrinos.

Durante su encarcelamiento , la infanta Cristina trató de llevar una vida lo más normal posible en Suiza, sobre todo, por su hija menor, Irene, que aún va allí al colegio. Sin embargo, jamás faltó a sus dos o tres visitas mensuales en la cárcel ni se puso en duda el amor inquebrantable que ella tenía por Urdangarín. De hecho, su alejamiento total de Zarzuela siempre se interpretó como una apuesta de vida por su marido y su futura vida junto a sus hijos. La pandemia interrumpió esta asiduidad, una que hoy sabemos no fue suficiente para el ex duque de Palma. De hecho, en cuanto logró el tercer grado el pasado mes de mayo y se incorporó a su trabajo en Imaz y Asociados, algo en su cerebro dio carpetazo. Despojado de privilegios, marginado por todos y solo en Vitoria, comenzó una nueva vida. Una nueva vida que, a la postre, ha resultado tanto un reinicio como una venganza.

Tras vivir juicio, marginación, descrédito y cárcel, cabe imaginar a un Iñaki Urdangarín deseoso de borrar gran parte de su biografía, desde 1996 hasta acá. De hecho, este noviazgo con una mujer normal y corriente, una chica de su propia ciudad a la que fácilmente podría haber conocido hace 20 años, le permite trazar su vida como debió haber sido, si la infanta Cristina no se hubiera cruzado en su camino en las Olimpiadas de Atlanta. Iñaki Urdangarín pudo haber vivido una existencia fuera de la historia, con las preocupaciones, sinsabores y fatalidades de un ex deportista de élite, pero en un entorno controlado, familiar, en el que desenvolverse.

Puede que hoy, a la vista de los acontecimientos, considere una mala suerte haberse casado con la infanta Cristina, un matrimonio que le desarraigó de una vida previsible y le abocó a un nuevo mundo en el que encontrar su sitio. La torpeza con la que se condujo en el peligroso mundo del gran dinero rozó, lo pudimos comprobar en sus correos electrónicos, el patetismo. Iñaki Urdangarín fue un elefante en una cacharrería mientras operó como duque de Palma y un pez boqueante fuera del agua cuando la familia del rey le dio la espalda. Ahora, definitivamente marginado del univero Borbón, se conduce como lo que siempre fue: un señor como otro cualquiera.

Desafortunadamente , Iñaki Urdangarín no es un señor como otro cualquiera, claro. Aunque su mayor venganza ahora mismo puede ser, efectivamente, comportarse como tal. Su resentimiento ante la falta de apoyo de casa real a su situación judicial puede estar al fondo de su incapacidad para gestionar de una manera más diplomática su ruptura con la infanta Cristina, al final la más afectada por una situación imposible. Al mostrarse tan afectuoso en público con otra mujer, Iñaki Urdangarín subraya que no le debe ya nada a la familia real, la misma que descargó en su persona la responsabilidad de u na manera de hacer que, ahora lo sabemos, estaba instalada en instancias más altas.

Queda, claro, la cuestión personal. Porque si en lo institucional todo este escándalo se puede entender como una fría venganza, en lo familiar queda el daño a la infanta Cristina y a sus cuatro hijos. Ahí es donde el comportamiento de Urdangarín no encuentra más lógica que la del avestruz.

21 de marzo-19 de abril

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