DÍA HISTÓRICO PARA LOS ROMANOV
DÍA HISTÓRICO PARA LOS ROMANOV
Cuando descuelga el teléfono, Victoria Romanovna, mujer de Jorge Romanov y nuera de la Gran Duquesa María I, nos contesta en ruso. Enseguida se da cuenta que es el español el idioma que requería nuestra conversación, así que estalla en carcajadas. Su casa es una torre de Babel, no en vano ella es italiana, es bilingüe en castellano, y habla perfectamente el idioma de su familia política y el inglés. Encantadora como siempre, se dispone a narrarnos uno de los días más felices de su vida.
Victoria Romanovna está ahora forjando los recuerdos del bautizo de su segunda hija, Kyra Leónida, que tuvo lugar el pasado 13 de julio en Moscú. Fue un día muy feliz para los Romanov y los Bettarini, que lograron convocar a familiares y amigos íntimos para la ceremonia en la capital rusa que les bendijo también con un tiempo espléndido. La pequeña utilizó el mismo faldón que su bisabuela, su abuela, su padre y su hermano Alexander: «Ha ido pasando de unos a otros. Tiene más de cien años de historia», apunta su madre.
«En las ceremonias ortodoxas la gente se queda en pie, no hay asientos. Son muy interesantes, porque los invitados se mueven de un lugar a otro y, de alguna forma, son un poco caóticas, en el buen sentido. Fue una ceremonia muy bonita, solemne e intensa emocionalmente, como suele ocurrir», nos dice Victoria Romanovna, quien el 1 de octubre celebrará su cuarto aniversario de boda, la primera de los Romanov celebrada en Rusia después de la caída de los zares.
Los preparativos y la logística llevaron su tiempo, porque los invitados, algunos de ellos padrinos y madrinas, llegaron a Moscú desde distintos lugares del planeta. No todos lo lograron, como nos devela Victoria (Rebecca Bettarini de soltera). «Algunos no pudieron venir, como el padre de mi marido, desgraciadamente, porque por motivos de salud no pudo hacerlo. También faltó por el mismo motivo la queridísima tía Elena, hermanastra de mi suegra, pero estaban en espíritu. Pasamos un día muy feliz, todos juntos, reunidos».
Se refiere Victoria al príncipe Francisco Guillermo de Prusia, casado en segundas nupcias con Nadia Nour el-Etreby (sigue manteniendo una gran relación con su ex mujer, la Gran Duquesa María I) y Elena Kirby, que es hija de la princesa Leónida, bisabuela de la neófita, y su primer marido, Summer Moore Kirby. En la actualidad cuenta con 90 años y ha sido siempre una figura muy discreta en la alta sociedad.
En el capítulo de las asistencias destacaron miembros de varias casas europeas no reinantes con las que los Romanov mantienen no solo parentesco sino también grandes vínculos afectivos. «Sí pudo venir Emanuele Filiberto de Saboya -aspirante al trono italiano-, que, además, de ser primo, es una persona a la que queremos mucho. Siempre que vamos a Italia nos vamos. También el archiduque Maximiliano de Habsburgo, que fue uno de los padrinos…»
«Aquí se estila tener muchos padrinos. Hubo padrinos católicos y ortodoxos. Entre los segundos se encontraba Boris de Bulgaria, pero tuvo la mala suerte de perder el avión así que no pudo venir», manifiesta en alusión, nieto del rey Simeón de Bulgaria, e hijo del recordado príncipe Kardam y Miriam Ungría, actualmente casada con el príncipe Ghazi de Jordania. «La logística era más complicada que si la hubiéramos celebrado en Roma. En el último minuto algunos perdieron el avión, como te decía, y otros que parecía que no llegarían porque era complicado desde donde estaban y nos sorprendieron porque asistieron al bautizo», concluye.
A propósito de la diseñadora y socialité Adriana Abascal, nueva pareja de Emanuele Filiberto de Saboya, que acudió a la ceremonia, Victoria Romanovna nos comenta: «No la conocíamos, todo el mundo nos decía que era encantadora. Así ha sido, es muy simpática. Ella fue Miss y yo escribí un libro sobre ese tema, así que ha sido también una coincidencia».
Respecto al lugar del bautismo hay que subrayar el simbolismo de Moscú para la familia Romanov y también la catedral por su adscripción a la fe ortodoxa. «La catedral del Cristo Salvador es la principal para los ortodoxos rusos. Para entendernos, es para ellos el equivalente del Vaticano para los católicos. La familia Romanov tiene una gran vinculación con la iglesia ortodoxa y hay que recordar que los zares eran también los jefes de la iglesia», nos comenta a propósito del templo construido en el siglo XIX a las orillas del río Moscova y que fue destruida con explosivos en 1930 para construir el palacio de los Soviets, lo que obligó a su reconstrucción en 1990 y su posterior consagración en 2000.
Después de la ceremonia, disfrutaron de un banquete en Moscú y el matrimonio Romanov organizó distintas actividades para los invitados, entre otras, un crucero por el río Moscova: «En estos días el clima es estupendo, no como cuando bautizamos a nuestro hijo Alexander, porque era octubre. De hecho, aquí seguimos, porque hemos decidido pasar unos días aquí para aprovechar el fresquito. Más adelante nos iremos a la playa».