más unidos que nunca
Crear una cuenta
Iniciar sesiónmás unidos que nunca
Victoria (47 años), primogénita de los Reyes Carlos Gustavo y Silvia y futura reina de Suecia, tuvo que atravesar siete años de sufrimiento, en los que pasaban largas temporadas en que su padre no le dirigía la palabra y se negaba, una y otra vez, a conocer a su novio, el empresario de gimnasios Daniel Westling (51 años).
Victoria siempre ha sido una persona responsable y paciente, pero también obstinada y, finalmente, consiguió que Westling se convirtiera en su novio oficial. Era uno de esos casos en que el amor se impone al interés de la monarquía. Victoria, como muchos de los herederos de su generación, amenazó con renunciar al trono. Sus padres entendieron que las reglas de juego de las monarquías habían cambiado. Los nuevos príncipes y princesas se casaban por amor con chicos y chicas corrientes.
A los reyes de Suecia les costó asimilar que Victoria, que había recibido una impecable educación en la Universidad y en el Ejército, hubiera elegido como consorte a un joven casi sin estudios, al que había conocido, en 2001, porque era su entrenador personal. Los fotógrafos captaron el primer beso de la pareja en 2002, en la fiesta de cumpleaños de un amigo. Era la primera vez en Suecia, desde la Edad Media, en que un hombre del pueblo se convertía en Príncipe con tratamiento de Alteza Real.
Pero no era la primera vez que una persona sin título ni ascendencia noble ocupaba el puesto de consorte. Su padre, el rey Carlos Gustavo, se había casado, en 1976, con una joven traductora de origen alemán a la que había conocido en los Juegos Olímpicos. De hecho, Gustavo tuvo que esperar al fallecimiento de su abuelo, Gustavo VI –él había perdido a su padre, el príncipe Gustavo Adolfo, cuando tenía apenas ocho meses– para anunciar su compromiso.
Victoria se convirtió en heredera cuando, en 1980, se cambio la Ley sobre la primogenitura y se puso en pie de igualdad a hombres y mujeres. Victoria tenía tres años y era la primera mujer llamada a ceñir la corona sueca desde hacía trescientos años. La joven princesa, siempre obediente y respetuosa, sufrió problemas de bulimia y anorexia cuando tenía veinte años y se marchó a Estados Unidos para curarse.
Su noviazgo fuera de lo convencional fue la única ocasión en que quiso imponer su voluntad. Y lo consiguió. Tiempo atrás, en julio de 2008, Daniel se había mudado a un apartamento del Palacio de Drottningholm. Seis meses después, el 24 de febrero de 2009, se anunció el compromiso.
Victoria escogió para la boda, celebrada ante 1200 invitados de todas las casas reales europeas y orientales, el día 19 de junio de 2010. El gran acontecimiento tuvo lugar en la catedral de Estocolmo. Eran la misma fecha y el mismo escenario que escogieron sus padres para su casamiento, 34 años antes.
La princesa eligió un vestido de seda duquesa y raso color perla con gran cuello barco y una larga cola de cinco metros, de la diseñadora sueca Pär Engsheden, y unos zapatos de Roger Vivier de la misma tela del vestido, especialmente creados para ella. La novia llegó al templo poco antes de las tres y media de la tarde, del brazo de su padre.
Lucía, como habían hecho su madre y varias de sus tías, la espectacular tiara de los camafeos, que perteneció a la emperatriz Josefina, y llevó también el mismo velo de encaje que ella y que perteneció a la princesa Sibila, la madre de Carlos Gustavo. Su bouquet de novia estaba confeccionado con flores blancas; lirios del valle, orquídeas, rosas, peonías, clemátides, guisante de olor y mirto de los jardines del palacio de Sofiero, como es tradicional.
En el interior de la catedral, la esperaban sus invitados y su futuro esposo, vestido con un elegante chaqué, que había llegado acompañado de su futuro cuñado, el príncipe Carlos Felipe. Estaba bastante nervioso. También había llegado su hermana Magdalena, que se llevó una de las mayores ovaciones del gentío agrupado a la puerta. Aquella era una de sus primeras apariciones tras la ruptura de su compromiso matrimonial con el abogado Jonas Bergstrom, que le había sido infiel.
Entre los invitados estaban las infantas Elena y Cristina, los entonces príncipes de Asturias, Kiryl y Rosario Nadal, la reina Rania, La reina de Dinamarca, los entonces príncipes de Dinamarca, Federico y Mary o Alberto de Mónaco y Charlène. Catalina de los Países Bajos y Ingrid Alexandra de Noruega estuvieron entre las damas de honor de la novia y el príncipe Christian de Dinamarca, ahijado de Victoria, ejerció de page.
La ceremonia estuvo oficiada por la máxima autoridad de la iglesia luterana sueca, el arzobispo de Uppsala. Los novios se intercambiaron los anillos, dos alianzas de la eternidad con veinticinco brillantes cada una. Victoria estuvo cariñosa y muy pendiente del novio, probablemente a punto de ser superado por los acontecimientos.
Al terminar la ceremonia, el rey Carlos Gustavo, impuso la orden de los Serafines a su yerno, a partir de entonces Su Alteza Real el duque de Vastergotland, Ya convertidos en marido y mujer recorrieron las calles de Estocolmo en una calesa tirada por cuatro caballos para dirigirse al muelle donde, según una antigua tradición, debían dirigirse al Palacio Real en una barcaza.
Han pasado 15 años y Daniel Westling no ha dado ni una razón para la queja. Ha resultado un hombre discreto y tranquilo que siempre ha apoyado a su esposa. Con los años ha ganado en elegancia y compostura. Hubo algunos rumores de crisis matrimonial en los últimos años, pero parece que todo volvió a su cauce. Victoria supo elegir.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.