Victoria Martín, la matriarca de Las Berrocal: «No me ha costado hablar de la doble vida de mi marido porque mujeres como yo hay millones»

Victoria Martín Serrano, de 78 años, es la matriarca del clan. Del clan B. Las cuatro fantásticas que protagonizan Las Berrocal, la docuserie que se estrena este martes 20 de mayo en Movistar Plus. Cuatro episodios, a uno por semana, para conocer la vida y milagros de la madre, la hermana y la hija de la diseñadora de moda, y perejil de todas las salsas, Vicky Martín Berrocal.

Nos hemos citado con ellas, y la verdad es que son en sí mismas una fiesta improvisada, un anda jaleo jaleo. Desde luego, un gineceo en toda regla. En Victoria, la madre, donde empezó todo, hemos visto a una mujer que se ha puesto el mundo por montera, a pesar de haber sido «la otra» en su historia de amor con el ganadero José Luis Martín Berrocal, el padre de sus hijas.

Una andaluza más de Huelva que el fandango, como escapada de un cuadro de Romero de Torres, avant la lettre, y que sufrió mucho por amor, como en el mejor Lorca. Hasta vivió el drama de las dos familias. Regentó tiendas de moda, fue modelo y dicen las buenas lenguas que un bellezón. A ella, nos confiesa, le habría gustado ser gitana. Si la quieren encontrar, búsquenla en El Rocío.

MUJER HOY. ¿Cómo la convencieron para embarcarse en este proyecto?

VICTORIA MARTÍN. Me dijeron que querían hacer un docu y yo les dije que ni loca, pero bueno. Luego lo acepté porque, además, me ha venido muy bien. Pero eso te lo cuenta mejor mi hija. (Vicky le responde que no, que lo cuente ella).

¿Por qué le ha venido bien?

Porque he salido de mi zona de confort. Me he movido más, he salido más, he bebido más. (Se ríe). De otra manera. Me ha dado vida.

Cuenta su historia de amor apasionado con su marido, José Luis Martín Berrocal, a pesar de su doble vida, de tener otra mujer y otros hijos, ¿le costó hablar de esto en público?

No me ha costado ningún trabajo porque mujeres como yo hay muchos millones y he vivido lo que yo he querido. Tampoco me pusieron un puñal y me dijeron: «Usted tiene que elegir esta vida». Yo la elegí porque quise. Y no me arrepiento de nada.

¿Habría reaccionado hoy, que todo ha cambiado tanto, de una forma diferente?

No, hubiese hecho lo mismo.

¿Se considera feminista?

Soy muy de la mujer. Nosotras somos así. Vivimos para y por la mujer, y es lo que les he inculcado a mis hijas. Somos una familia de mujeres.

¿Cómo ve a su nieta Alba, que ya pertenece a un mundo radicalmente diferente al suyo?

Yo la veo muy bien. Además, mi nieta lo tiene todo muy claro. Ella, cuando la conoces, te deja callada. Coge, me cuenta una cosa y yo le digo: «No, Alba, eso no es así». Pues consigue cambiarme la opinión mía por la de ella. Y yo digo: «A ti no se te puede dejar hablar. Que como se te deje hablar me convences».

¿Aprende de ella entonces?

Mucho, muchísimo. Da gusto aprender de la juventud y ella tiene las ideas muy claras.

La verdad es que parecen un grupo de amigas, a pesar de la diferencia de edad.

Lleva razón.

¿Cuál se parece más a usted?

Rocío se parece a mí físicamente, cuando yo era joven. Y en su manera de ser también.

¿Cómo la definiría?

Muy sufridora. Se parece mucho a mí, igual, igual. Ella es sufridora.

¿Y también sentimental?

Mucho, muchísimo. Somos muy parecidas.

Usted fue modelo, ¿no?

Sí, y Miss Huelva.

Parece actriz o bailaora, como si el arte le corriera por las venas.

También me han dicho que si era gitana. Y yo, con mucho orgullo digo: «Ojalá hubiese sido gitana». Me encanta.

Tuvo tiendas de ropa, fue modelo, ¿qué le habría gustado ser además?

Me habría gustado ser gitana.

¿Y bailaora también?

Y cantaora. Todo, lo que caiga.

¿El flamenco es su reino?

Sí.

¿Se siente en su salsa en una fiesta flamenca?

Sí, porque yo bailo cuando lo siento, y los gitanos bailan con sentimiento.

Eso es una manera de vivir, más allá de la fiesta.

Es una manera de vivir, de comer, de sentir, de beber, de todo.

Victoria, sabemos que agua no bebe.

No, agua, no. Yo bebo vino. Yo me bebo el agua justa para tomarme las pastillas. Y, luego, vamos a ver, yo estoy acostumbrada a tomarme una copita de vino comiendo y otra cenando. Y alguna vez, en lugar de una copa de vino, me tomo una cervecita. Y ya cuando salgo por ahí, como hay que tomar algo y te dicen: «Qué vas a tomar», pues me pido whisky solo con hielo, aunque no me hace mucha gracia. Y tequila a veces. Pero la verdad es que yo soy de Aranda de Duero y de La Rioja.

El agua para regar las viñas, ¿no?

Ja, ja, ja, esa ha sido buenísima.

¿Cómo lleva esto de la fama y la exposición en redes, porque creo que hasta reza a la Virgen por sus seguidores?

Sí, llevas razón. Yo pido por todo el mundo, por mi familia y por los seguidores de Instagram. No me cuesta trabajo.