Slim Keith, la mujer que 'creó' a Lauren Bacall y perdió al amor de su vida por una de las socialités más odiadas de su época

Slim Keith fue el cisne con garra de Truman Capote. Una de las socialités estadounidenses más prominentes, admirada por su clase y temida por su despiadada ironía, escondía dos grandes heridas: la muerte de un hermano durante la niñez y la pérdida del amor de su vida.

Cuando nació en Salinas (California), en 1917, la bautizaron como Mary Raye. Más tarde su madre se lo pensó mejor y la llamó Nancy. Cuando era una adolescente, un actor de Hollywood le dio su tercer y defitivo nombre: Slim. Y acabó sus días con un título nobiliario gracias a su matrimonio con un lord inglés: Lady Keith.

Slim Keith fue uno de los llamados cisnes de Truman Capote, esposa de hombres prominentes y, sobre todo, una mujer fascinante, creativa, herida (una tragedia familiar y un amor de la vida perdido) e inteligentísima. Tanto, que a menudo alardeaba de no haber trabajado un solo día en su vida.

A pesar de esto, sus orígenes no eran muy prometedores en cuanto a glamour se refiere. Su padre, Edward B. Gross, era empresario. Su madre, Raye Boyer, era ama de casa. Tenía una hermana, Theodora, y un hermano. Cuando eran pequeños, su hermano se prendió fuego accidentalmente mientras su madre les contaba un cuento y murió.

Slim, que aún era Nancy, decidió dejar el instituto a los 16 e irse de viaje al Valle de la muerte. Allí, en un rancho de lujo, conoció a William Powell. El actor, que había sobrevivido a la criba del cine mudo, cambió su vida. Primero, la rebautizó como Slim, por su delgadez. Después, le presentó al magnate de la prensa, William Randolph Hearst, y a su amante, Marion Davis. Ambos la introdujeron en el universo Hollywood.

Tuvo escarceos con Clark Gable o Ernest Hemingway, con quien mantendría una relación de amistad duradera, e iba a todas las fiestas de las estrellas: a menudo se la veía con Gary Cooper o Cary Grant. En una de ellas, en 1938, conoció al director y guionista Howard Hawks, que se empeñó en casarse con ella... Aunque ya estaba casado (con Athole Shearer, la hermana de Norma Shearer), y tenía tres hijos. Tres años después se divorciaría y se casaría por fin con Slim, con quien tuvo una hija.

El matrimonio no duró mucho (en 1949 se divorciaron), pero gracias a su unión nació otra, icónica para el cine y para la cultura pop. Slim se fijó en una chica rubia, alta y delgada que vio en la portada de una revista de moda, y le pareció perfecta para darle la réplica a Humphrey Bogart en la película que estaba a punto de rodar su marido, Tener o no tener.

Ella se llamaba Betty Joan Perske, y como bien sabía Slim, un nombre te lo podía dar o quitar todo. Por eso, con ayuda de Hawkes, le inventaron otro: Lauren Bacall. En aquella película, nació la Bacall y lo heredó todo de su descubridora: su manera de moverse, de vestir, de fumar... Además, encontró a su gran amor, Boggie. Cuando la actriz perdió a su alma gemela Slim perdió a la suya, pero eso pasaría en el siguiente capítulo.

Las infidelidades y el carácter de Hawkes terminaron cansando a nuestra flaca, que se mudó a La Habana con Hemingway, llevándose a su hija Kitty, y allí se topó con Leland Hayward. El productor de Broadway también estaba casado, con la actriz Margaret Sullavan, y también tenía tres hijos. Sin embargo, ambos se divorciaron y se casaron enseguida.

Slim a menudo aconsejaba y daba ideas para producir nuevos espectáculos a su nuevo marido. Su unión era intensa, intelectual y físicamente, aunque también hubo traición: ella tuvo un par de affaires, uno con Frank Sinatra. Cuando Bacall llevaba más o menos un año viuda, Slim se la llevó de viaje a España y Francia para animarla. Al parecer, mientras, la socialité Pamela Harriman-Churchill (otra de las protagonistas de nuestros jueves señoriales) empezó a interesarse por Hayward. Y él por ella, por eso pidió el divorcio y en 1960, el mismo día que se lo concedieron, se casó con Pamela en Canadá.

Nuestra espigada lady estaba destrozada, y siempre mantuvo que Leland fue su gran amor: «Cuando perdí a Leland perdí la mejor parte de mi vida», llegó a decir. Sin embargo, le quedaba un matrimonio más: esta vez con Kenneth Keith, un riquísimo empresario y banquero inglés con quien pasó por la vicaría en 1962 y del que se separó en 1972. Durante esa década, Slim vivió principalmente en Inglaterra para evitar toparse con su ex y Pamela en los eventos de la alta sociedad.

En la década de los 70 volvió para reinar en Nueva York, aunque fue una década amarga. Su amiga Babe Paley enfermó y murió de cáncer, no sin antes asistir a la traición del gran confidente de ambas, el escritor Truman Capote. La publicación de parte de lo que sería su última novela -inacabada-, Plegarias atendidas, las caricaturizaba y ficcionaba, sin demasiado esmero, episodios de sus vidas. Paley falleció sin perdonar a Capote y Slim nunca volvió a dirigirle la palabra.

Nuestra heroína siguió siendo una figura mítica de la alta sociedad neoyorquina. Murió a los 72 años de cáncer de pulmón. Antes, había publicado sus memorias, 'Slim: Memories of a rich and imperfect life', o como una reseña del New York Time las retituló en un artículo publicado pocos meses después de su muerte en 1990: «Cómo me casé por amor, estatus y dinero y pudé conservar dos de los tres cuando los matrimonios terminaron».