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María Dueñas: la violinista española que quiere mantener viva la música clásica

PUBLICADO

15 Julio 2025

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Redactor

Daniel

Mendez

Actúa en templos míticos como el Carnegie Hall o el Hollywood Bowl, graba con la legendaria Deutsche Grammophon y vive en Viena, la ciudad donde resonaron Mozart, Beethoven o Haydn. A sus 22 años, la granadina María Dueñas es una de las violinistas más virtuosas y solicitadas del mundo.

Su agenda lo confirma: de Madrid a Turín, Budapest, Helsinki, Salzburgo, Nueva York, Santa Cruz de Tenerife y varias ciudades más de Alemania y Austria antes de poder hacer una breve pausa. Pero volver a España sigue teniendo un significado especial. «Me encanta actuar en España porque significa volver a casa. Poder tocar para el público que me conoce desde el principio es muy bonito para mí», cuenta durante una sesión de fotos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En FUTURA, la sección de Mujerhoy que da visibilidad a mujeres que están marcando el rumbo del mañana, María Dueñas encarna a una nueva generación de artistas que llevan la tradición a otro nivel y asumen, sin dramatismos pero con firmeza, el peso de un legado. «Siento la responsabilidad de mantener viva la música clásica», afirma.

Una niña en Granada que se enamoró del violín

Su historia empieza en casa, en Andalucía, donde la música clásica formaba parte del día a día. «En mi casa se escuchaba mucha música clásica: violín, ópera, música sinfónica... En el coche, de camino al colegio o, simplemente, en casa. Siempre estaba sonando algo. Recuerdo escuchar a menudo el concierto de Mendelssohn, por ejemplo», dice.

El flechazo definitivo llegó en un escenario. «Cuando vi el violín sobre el escenario por primera vez me di cuenta de que eso era lo que yo quería hacer», recuerda sobre un concierto en el Auditorio Manuel de Falla de Granada. Tenía cinco años.

Ingresó en el conservatorio de Granada con siete y enseguida destacó. Pero no lo vivió como un sacrificio prematuro. «Al principio era pura curiosidad, una actividad más: tocaba el violín igual que practicaba natación. Ni era un esfuerzo ni sentía presión. Simplemente, me encantaba tocar, ensayar… Ese amor por la música, esa pasión, es quizá lo que me ha traído hasta aquí. Luego, casi sin darme cuenta, se convirtió en mi vida».

Con solo 11 años ya había terminado el Grado Medio, algo que la mayoría alcanza, con suerte, a los 18. Se quedó sin margen para seguir formándose en España y ahí llegó la primera gran decisión.

El salto de fe de una familia

La familia se trasladó a Dresden (Alemania) para que María pudiera seguir estudiando gracias a una beca de Juventudes Musicales de Madrid. «Yo no era muy consciente. Para mí era una aventura: viajar, vivir en otra ciudad, conocer una cultura nueva... Era un riesgo muy grande teniendo en cuenta que, a esa edad, en cualquier momento podría haber dicho que no tenía ganas de continuar. Pero confiaron plenamente en mí. Ahora me doy cuenta del enorme sacrificio que hicieron. Lo aprecio muchísimo», explica sobre la apuesta de sus padres –ella, profesora; él, guardia civil–.

Nada fue fácil: ningún miembro de la familia hablaba el idioma y María compaginaba sus estudios de secundaria a distancia en España con la universidad en Alemania. «Tenía 11 años y estaba en clase con gente de 18. Luego, cuando empecé a participar en concursos con 14 años, ya estaba claro que iba para profesional. En realidad, no creo que me haya perdido nada. Más bien al contrario».

Un año después, llegó otra mudanza decisiva: Viena, para estudiar con el prestigioso profesor de violín Boris Kuschnir.

De los concursos a los grandes escenarios

Desde ese momento, todo se aceleró. Con 14 años comenzó a ganar concursos internacionales y a debutar con algunas de las orquestas más importantes del mundo: la Metropolitan de Montreal, la Sinfónica de Pittsburgh, la Filarmónica de Oslo, la Orquesta de Filadelfia, la Sinfónica de San Francisco, la Staatskapelle de Berlín… Al mismo tiempo, llegaban llamadas de representantes, sellos discográficos y directores de orquesta. Se convirtió en protegida del maestro austríaco Manfred Honeck.

En 2022, el estreno del concierto para violín Altar de cuerda, compuesto especialmente para ella por Gabriela Ortiz, causó sensación y le abrió las puertas de la Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Gustavo Dudamel. «Tiene ese duende, esa magia. Va más allá del talento técnico. Tiene alma de artista. Es fuego. Pero al mismo tiempo puede ser agua», dijo el director mexicano sobre ella en un perfil que The New York Times publicó antes de su debut en el Carnegie Hall.

La crítica internacional coincide: diarios como The Guardian o Frankfurter Allgemeine Zeitung la señalan como una de las violinistas más prodigiosas del presente. Ella lo relativiza: «Supongo que significa que voy por el buen camino y eso me da impulso para continuar, pero me queda muchísimo por hacer. No sé si añade presión, pero sí responsabilidad».

Las etiquetas tampoco le quitan el sueño. «Nunca me ha molestado que digan de mí que soy una niña prodigio. No puedes controlar la forma en la que la gente te percibe o te define. Yo lo único que puedo hacer es trabajar y hacer mi música», comenta sobre las comparaciones con figuras como Anne-Sophie Mutter. En 2023, recibió uno de sus grandes reconocimientos en España: el Premio Princesa de Girona de las Artes y las Letras.

Un sonido propio, entre Stradivarius y partituras nuevas

Pese a su agenda, María insiste en que su vida «sigue siendo muy parecida a la de cualquier persona de mi edad». Solo que, cuando tiene un rato libre, compone. «Empecé escribiendo cadencias para conciertos de Mozart, Beethoven o Brahms. Siempre tengo ideas nuevas en la cabeza. De hecho, voy a todas partes con una grabadora», cuenta.

Se ha convertido en la tercera española en grabar con Deutsche Grammophon, después de Montserrat Caballé y Plácido Domingo. «Empecé a tocar Los Caprichos de Paganini cuando era muy pequeña para concursos y algún concierto. Siempre me ha acompañado», explica sobre su segundo disco con el sello.

Toca dos instrumentos históricos: el Stradivarius Camposelice de 1710, cedido por la Nippon Music Foundation, y un violín de Nicolò Gagliano del siglo XVIII. «Son dos piezas de lutería increíbles, que te permiten tocar todo tipo de colores musicales. Pero sí, es una responsabilidad enorme», reconoce.

Recordar de dónde vienes

Con tanto foco internacional, mantener el ego a raya parece un ejercicio necesario. «Supongo que sí… Siempre es importante recordar de dónde vienes. Al no proceder de una familia de músicos, tampoco tuve ninguna ayuda. Era un mundo totalmente nuevo para mí y no ha sido fácil hacer este camino», admite.

Su gran obsesión no es la fama, sino el sonido personal. «Cuando era una niña escuchaba a los violinistas más célebres de la historia, como Heifetz u Óistraj, y lo que más me llamaba la atención era el sonido único que les hacía tan reconocibles. Y eso es lo que yo intento conseguir con mi música».

Pese a su juventud, entiende su papel como el de un eslabón en una cadena mucho más larga. «Siento la responsabilidad de mantener viva la música clásica y de ser una inspiración para las siguientes generaciones», explica.

Una vida en aeropuertos… y paseando por Viena

Cuando habla de futuro, a María le brillan los ojos: ampliar repertorio, explorar obras menos conocidas, tocar en los mejores auditorios, colaborar con grandes artistas. Mientras tanto, su calendario está lleno hasta bien entrado 2026: «El único peaje que se me ocurre es viajar. Das un concierto en una ciudad y, al día siguiente, te vas».

Aun así, insiste en que su vida tiene momentos muy normales: «También me gusta hacer deporte, salir con mis amigos, pasear por Viena…», cuenta. En sus auriculares, además de violín, suenan otras voces. «Me gustan solistas como Whitney Houston o Céline Dion. También me encanta Sinatra». ¿Reguetón? «No tanto, aunque algunas veces sí», responde entre risas.

Desde Granada al corazón musical de Viena, pasando por los escenarios más exigentes del mundo, María Dueñas simboliza el espíritu de FUTURA: una mujer joven, talentosa y consciente de su papel, que mira hacia adelante con responsabilidad y pasión, decidida a que la música clásica siga siendo parte del futuro.

María Dueñas: la violinista española que quiere mantener viva la música clásica

Actúa en templos míticos como el Carnegie Hall o el Hollywood Bowl, graba con la legendaria Deutsche Grammophon y vive en Viena, la ciudad donde resonaron Mozart, Beethoven o Haydn. A sus 22 años, la granadina María Dueñas es una de las violinistas más virtuosas y solicitadas del mundo.