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Hubo una época en la que todo eso se llevaba: desde el modelo de lentejuelas al cinturón ancho sobre la cadera, pasando por las medias tupidas con sandalias. Afortunadamente, todo quedó en la adolescencia.
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Este estilismo tiene un buen envejecer. El tejido, y especialmente el drapeado en el pecho, hace del vestido algo difícil de lucir en 2018. El flequillo, marcado hacia dentro, termina de rematar la jugada.
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El ‘look’ es todo un acierto. El vestido tiene un color atemporal y un corte de inspiración griega con asimetrías que le sienta de maravilla y da un aire renovado al conjunto. El corte de pelo le aporta un toque ‘chic’, aunque los tonos oscuros no son los más favorecedores para ella.
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Es, con diferencia, uno de sus mejores estilismos. Primero por lo bien que sabe llevar el traje blanco y segundo por mezclar con maestría la lencería (el acto iba de eso) y un conjunto de vestir. El peinado es atemporal y muy favorecedor, y el maquillaje, acorde.
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En la moda, el atrevimiento siempre es de agradecer, y Úrsula últimamente está innovando con su vestuario y sus peinados. Aunque no siempre acierta. En la última gala de los Goya, el conjunto no llegó a su máximo esplendor. El vestido de Teresa Helbig era original y rico en detalles, gracias a los bordados y las cadenas, pero la manicura y el maquillaje no acompañaban. Y el peinado menos aún.
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