He ido con mi madre a Lisboa una semana: básicos que las portuguesas me han animado a comprar

Hay ciudades que parecen hechas para el verano, y Lisboa es una de ellas. El cielo tiene ese azul limpio que solo se consigue cerca del mar, las calles empedradas reflejan la luz como espejos antiguos y todo —desde las fachadas hasta el café— parece tener un filtro cálido y melancólico. Es una ciudad para caminar lento, mirar hacia arriba y perderse sin prisa. Y, aunque vayas por primera vez, tienes la sensación de que ya has estado. Que en otra vida desayunaste en esa terraza o compraste un vestido en esa tienda escondida entre azulejos.

Pero si algo me sorprende de Lisboa cada vez que voy es cómo visten las portuguesas. Tienen ese estilo silencioso, sobrio y sensual que parece heredado de madres y abuelas con buen gusto. Nunca van recargadas, nunca parecen disfrazadas, y aún así están llenas de vida, ¿Cómo lo consiguen? Porque apuestan por prendas sencillas, bien hechas y con ese toque diferente que no busca llamar la atención.

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Y, claro, una observa. Y copia. O al menos lo intenta. Así que entre paseo y paseo, entre una copa de vinho verde y un café con leche en taza pequeña, he ido tomando nota de esos básicos lisboetas que funcionan siempre. Prendas que no pasan de moda, que se adaptan al calor sin perder estilo, y que ahora ocupan un lugar especial en mi maleta.

Vestido blanco de algodón bordado de Simorra, 228 euros. Vi uno muy parecido en una tienda pequeña del Bairro Alto la última vez que estuve y el flechazo fue instantáneo. Largo, ligero, con detalles de bordado inglés y escote cuadrado, no hay prenda más fresca ni más romántica. Es como un suspiro de verano. Lo llevas con alpargatas, sandalias planas o incluso con una cesta de mimbre, y pareces salida de un cuadro de Amadeo de Souza-Cardoso.

Camisa masculina de lino de Adolfo Dominguez, 113 euros. En Lisboa las camisas no se llevan ceñidas. Se llevan amplias, con las mangas remangadas, casi como si se las hubieran robado a sus novios. En lino blanco, azul claro o rayas finas, son perfectas para las mañanas de calor suave o las noches de terraza.

Sandalias de piel planas de Wonders, 85,96 euros. Ni cuña, ni plataforma, ni glitter: sandalias de piel, planas y muy cómodas. De tiras finas o en forma de T. En tonos cuero, negro o crudo. Con el pie bonito, el tobillo al aire y el paso firme. En Lisboa se anda. Y se anda bien. Así que lo de sufrir por estética no entra en su guion.

Bolso de rafia estructurado de Maradji, a la venta en Zalando, 129,95 euros. No, no es el típico capazo de playa. Es un bolso de rafia mediano, con forma definida, asas cortas y a veces algún detalle en piel. Lo justo para llevar lo necesario y que combine con todo. Lo ves en cafés, en librerías y donde quiera que vayas.

Gafas de sol con aire retro de Jimmy Fairly, 135 euros. Nada estridente, este tipo de gafas que nunca pasa de moda, siempre se ven elegantes, y con el sol de la ciudad en verano, créeme, las vas a necesitar.

Pantalón fluido de talle alto de Mango, 39,99 euros. Los pantalones que llevan son amplios, con pinzas, y con caída bonita. En lino o viscosa, de esos que parecen flotar cuando caminas, nuestro consejo es que los escojas en tonos como el beige, blanco, azul marino o verde oliva.

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