los más favorecedores
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Cada verano es una excusa para darle una vuelta a nuestro armario. Porque cuando suben las temperaturas, también lo hace nuestra necesidad de sentirnos más frescas, cómodas y elegantes. Es en ese momento cuando la moda se convierte en lo que verdaderamente es, una herramienta de expresión que nos sirve de vehículo emocional para que lo que llevamos no solo nos vista, sino también nos defina. En esta época del año, todo parece adquirir una cualidad más suave, casi etérea. Las telas se deslizan con otra cadencia, las siluetas se relajan y las combinaciones que antes parecían imposibles, de repente encajan con una facilidad encantadora.
Hay una elegancia natural en lo simple, y este verano más que nunca, esa sofisticación se tiñe de calma y de matices sutiles. Los colores que empiezan a dominar las calles (y las pasarelas) hablan de la elegancia sin alardes. De esa belleza que no necesita gritar para ser escuchada.
No se trata de las estridencias más llamativas (ni de ese maximalismo que vimos a principios de la primavera), sino más bien de tonalidades que te envuelven en lugar de imponer. Tonos que funcionan como un susurro que reinventa los códigos del lujo silencioso en medio de todo el ruido de las tendencias que se hacen virales en redes sociales.
Y aunque todas las temporadas traen consigo nuevas propuestas cromáticas, este verano 2025 hay algo distinto, como una necesidad compartida de volver a lo esencial, a lo que nos hace sentir bien y a lo que nos ayuda a transmitir una imagen desenfadada de lo que permanece.
Melocotón. Entre lo cálido y lo delicado, el tono melocotón ha escalado posiciones hasta convertirse en una de las apuestas más sofisticadas del verano. Tiene esa cualidad casi poética de aportar luz sin robar protagonismo. En vestidos fluidos, conjuntos de lino o toques satinados, su encanto reside en lo natural. Combina a la perfección con blancos rotos, tostados suaves o incluso vaqueros lavados, y tiene la capacidad de hacer que cualquier look —por sencillo que sea— se vea muy romántico, femenino y elegante.
Azul bebé. Es uno de los tonos más atemporales. Tiene una pureza que refresca y relaja, pero también una elegancia que se impone en piezas estructuradas o tejidos con caída. Imagínalo en una camisa masculina de lino, en un vestido de invitada minimalista o incluso en unas sandalias de piel.
Rosa empolvado. En 2025, lo encontraremos más maduro y más arquitectónico. Olvida los lazos y los volantes: este rosa quiere pantalones de pinzas, camisas oversize y americanas sin forro. Es sutil, pero no tímido. Funciona especialmente bien cuando se combina con otros neutros suaves —crema, arena, gris claro— y tiene una cualidad envolvente que le da un aire que reinventa los códigos del lujo silencioso.
Blanco. Este año se convierte en la base del armario más elegante a través de blusas de popelina con detalles escultóricos, vestidos de algodón bordado y conjuntos de dos piezas que invitan a las tardes lentas. Es limpio, fresco y capaz de adaptarse a cualquier ocasión.
Amarillo mantequilla. Ni chillón ni pastel. Simplemente un amarillo cremoso, luminoso, y delicado. Tiene algo reconfortante y alegre al mismo tiempo, como un rayo de sol filtrado por una cortina blanca. En sastrería ligera, vestidos camiseros o tops de punto fino, este tono realza el bronceado y aporta ese aire despreocupado que tanto buscamos en verano.