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Parejas atrapadas y radiantes

Esther Perel, famosa psicóloga belga autora de best sellers como Inteligencia erótica o El dilema de la pareja, ha hecho un experimento pandémico que básicamente consiste en grabar sesiones de terapia de parejas de todo el mundo y recogerlas en un podcast: Where should we begin, ¿por dónde empezamos?.

Algunas parejas al borde de la separación se han reconciliado porque las catástrofes a veces provocan la búsqueda de un refugio / D.R.

Lourdes Garzón
LOURDES GARZÓN

Desde Estados Unidos a Alemania afloran dos conclusiones: algunas parejas al borde de la separación se han reconciliado porque las catástrofes a veces provocan la búsqueda de un refugio. Otras, que pensaban que eran felices, no soportan verse mañana, tarde y noche ni un minuto más, practican la teleinfidelidad y esperan el divorcio con la misma ansiedad que la vacuna.

Lo cuenta en una entrevista en The New Yorker en la que también da consejos profesionales para sobrellevar el tiempo (mucho) que pasamos juntos. La doctora Perel ejerce en su casa. Su marido, psiquiatra, también. Al parecer, no se molestan ni interfieren, por mucho que tendamos a imaginarnos que inevitablemente se cruzan los pacientes y que uno termina opinando de las sesiones del otro. Supongo que la casa es grande y ellos se concentran con gran facilidad. Todos sabemos que en este punto tenemos hasta amigos y enemigos imaginarios entre los compañeros de trabajo del otro después de meses escuchándoles cada mañana en el salón.

Perel es bastante concreta en sus recomendaciones. Por poner uno de sus ejemplos, si odiamos el sonido del banjo que está aprendiendo a tocar nuestra pareja durante 10 horas diarias, deberíamos empezar la frase diciendo: Soy consciente de la alegría que el banjo te proporciona pero preferiría que encontraras un espacio específico y privado para disfrutarlo. Esto podría servir, imagino por extensión, para cualquier otra actividad: Soy consciente de la alegría que te proporciona el bricolaje, la bachata, las películas suecas subtituladas... No ve problemas en la falta de intimidad. Y ya había definido con precisión en una charla TED los mecanismos del deseo: gustamos cuando nos vemos a nosotros mismos luminosos y vivos; nos sentimos atraídos cuando percibimos cercaníay misterio. Un poco de esto, un poco de lo otro y todo en su justa medida.

Así que yo, que siempre he pensado que es mejor echarse un poco de menos que un poco de más, tomo nota y me dispongo a cruzar el salón radiante, lejana y sutil. Distante pero confortable, autosuficiente pero cercana, camino de la cocina.

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