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¿El amor entre dos personas es algo que surge espontáneamente o es algo que se puede provocar? Esa es una de las preguntas que se hizo el psicólogo e investigador Arthur Aron. Para contestar a este interrogante, el doctor ha pasado gran parte de su vida diseñando estudios para analizar las relaciones humanas. Su trabajo más conocido consistió en elaborar un cuestionario de 36 preguntas que iban dividas en varios grupos. Unas eran de lo más triviales, otras trataban de buscar cosas en común entre los participantes y otras profundizaban más en sentimientos y pensamientos.
Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?, ¿cuándo fue la última vez que cantaste a solas? ¿y para otra persona?, ¿qué importancia tiene el amor y el afecto en tu vida? Estas son algunas de las famosas 36 preguntas, pero también recrea situaciones ficticias: tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro, después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto, ¿cuál escogerías y por qué?
El estudio demostró científicamente que era más eficaz realizar el cuestionario para establecer un vínculo entre dos desconocidos, que tener una conversación espontánea. Estas preguntas se realizaban en un plazo de 45 minutos. Además, tuvo resultados curiosos e inesperados cuando se comprobó que, si las personas eran de diferente raza, el nexo alcanzado era incluso más intenso.
Lo más sorprendente fue cuando años más tarde, mientras el autor ojeaba el New York Times, se encontró con un artículo de la escritora Mandy Len Catron. En él, la autora narraba como se había enamorado y emparejado con un desconocido haciendo el test del Dr. Aron. Tal fue la repercusión, que la publicación se convirtió en viral haciendo que el trabajo fuera mundialmente conocido.
Los sentimientos del amor y la felicidad no se producen en el corazón, salvo de manera metafórica. Pero la felicidad puede producir consecuencias como una frecuencia cardíaca o una presión arterial más bajas. Con el paso de los años, estos pueden dar lugar a grandes diferencias en la salud de este órgano. En un estudio del año 2010 se analizó el enfado y estrés laboral en 2000 personas. Años más tarde, se comprobó que los más felices tenían menos probabilidades de padecer enfermedades coronarias. También, en algunos estudios se ha podido comprobar un aumento de entre siete y diez años en la esperanza de vida.
Además, las personas más felices controlan mejor la ansiedad, como se ha podido observar analizado los niveles del cortisol (una de las hormonas que se eleva en situaciones tensas), y además tienen una mayor facilidad para recuperarse de situaciones estresantes. También se ha descubierto que las personas que son felices combaten mejor el dolor.
La felicidad puede fortalecer el sistema inmunitario. Varios estudios muestran que las personas felices tienen menos tendencia a resfriarse, más facilidad para generar defensas al ponerse una vacuna como la de la hepatitis B o incluso una misma persona genera mayores niveles de anticuerpos (defensas del organismo) si es más feliz.
El amor, la amistad o la felicidad son algo muy difícil de medir y analizar científicamente. Y de hecho, el estudio del Dr. Aron ha servido de base a otros muchos trabajos empleando, por ejemplo, la resonancia magnética para estudiar la actividad cerebral o los niveles de neurotransmisores durante estos estados.
En definitiva, las personas felices con amor y amistad tienen menos probabilidades de tener problemas de salud a largo plazo y, por consiguiente, puede alargar su esperanza de vida y sobre todo la calidad de esta.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.