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A no ser que un médico o un dietista-nutricionista te indique lo contrario (porque, por ejemplo, tengas problemas en la vesícula) puedes comer lácteos enteros sin problemas y sin miedo a engordar. En serio, los lácteos desnatados no son más sanos que los enteros (siempre que estos los consumamos en sus versiones sin azucarar, evidentemente). De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard comprobó que tanto la leche desnatada como el resto de lácteos desnatados no solo perdían poder saciante (lo que hacía que se comiera más cantidad), sino que contenían mayor cantidad de azúcar.
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La dieta vegana tiene muchos puntos a favor en lo que a virtudes saludables se refiere, pero los ultraprocesados aptos para consumo de veganos, no. Un producto altamente procesado vegano puede ser tan malo para una dieta saludable como un producto ultraprocesado no vegano. Una bebida vegetal de almendra, por ejemplo, puede ser poco saludable si lleva más azúcar y agua que frutos secos. Unas hamburguesas vegetales listas para consumir pueden contener tanta sal que las conviertan en una mala opción nutricional. Vigilar bien en las etiquetas la cantidad de proteína vegetal incluida en el producto, la cantidad de sal y la de azúcar es importante para que nuestra cesta de la compra vegana sea tan saludable como queremos que sea. No todo lo que lleva la etiqueta vegano tiene la misma calidad nutricional.
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En la carrera de la industria alimentaria por ofrecer una alternativa “saludable” al azúcar de toda la vida hay varios competidores. Y entre ellos están los fabricantes de sirope de agave (que el lo mismo que la miel de agave y el néctar de agave). Este edulcorante extraído de una planta que crece en el desierto tiene el doble de poder endulzante que el azúcar… y también mucho más contenido en fructosa (del 70 al 90% de su composición es fructosa comparado con el 50% del azúcar tradicional). La fructosa, como habrás deducido ya, es el azúcar natural que podemos encontrar en las frutas. Cuando comemos una pieza de fruta la fructosa no crea problemas en nuestro organismo porque junto a este azúcar consumimos muchas más cosas incluida la fibra. Pero cuando la fructosa llega a nosotros sin esa fibra, si se consume en exceso puede provocar problemas metabólicos graves.
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Las bebidas para deportistas se diseñaron para deportistas. Así de sencillo. Están cargadas de cosas buenas para aquel que ha gastado calorías y sudor tras una sesión de ejercicio intenso. Pero tomarlas fresquitas sentados en una terracita en verano no tiene ningún tipo de sentido (pero aún si las elegimos como bebida de rehidratación porque estamos enfermos de la tripa). Aportan casi la misma cantidad de azúcar que un refresco y eso significa que son calorías líquidas: justo el tipo de calorías que nuestro cuerpo convierte en grasa con mayor rapidez.
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¿Hay algo más sano que una ensalada? Sí, una ensalada con un aderezo casero. Si haces tuu propio aderezo en casa no solo estás 100% seguro de la calidad de los ingredientes sino que controlas la cantidad de grasa que aportas a tu ensalada y no la conviertes en una bomba de calorías. La mayoría de aderezos comerciales tienen ingredientes que sabotean cualquier dieta saludable, como grasas trans, aceites vegetales de baja calidad o, incluso, azúcar. Antes de comprar, verifica lo que pone en la etiqueta y tu ensalada dejará de ser tan sana como crees.
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Hace décadas la grasa saturada se demonizó con una evidencia científica endeble (a día de hoy pensar que la grasa saturada es el origen de todos nuestros desequilibrios nutricionales es algo obsoleto) y eso provocó que las estanterías del súper se llenaran de productos ultraprocesados con el reclamo de “light”, “sin grasa” o “bajo en grasa”. El problema de esta reducción de la grasa en en este tipo de productos es que para compensar la pérdida de palatabilidad los fabricantes incrementan el nivel de azúcar al máximo haciendo que un producto que ya de por sí no era muy bueno se convierta en otro aún peor.
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