El estrés engorda: por qué el aumento de los niveles de cortisol te hace acumular grasa

Sara Flamenco Publicado · 24 de junio de 2025, 08:15 h

Has pasado un día terrible en el trabajo, te has comido un atasco de vuelta a casa, duermes poco y todavía tienes mil responsabilidades que atender antes de irte a dormir. ¿Te suena? El ritmo de vida que llevamos nos avoca a un estrés constante que tiene serias consecuencias en nuestra vida.

El hambre voraz que te entra en situaciones de estrés quizá no sea la consecuencia más grave, pero sí tiene implicaciones que van más allá de lo físico. Y es que cuando no puedes más, quien más y quien menos atraca el frigorífico para calmar la ansiedad. No, no eres solo tú, es tu cortisol, que te da hambre.

El cortisol se conoce como la hormona del estrés porque se produce en el organismo en respuesta a situaciones estresantes. Al elevarse rápidamente, nos ayuda a reaccionar en situaciones de emergencia ya que regula nuestros niveles de energía aumentando los niveles de glucosa en sangre para darnos esa energía extra.

Pero claro, esos picos de glucosa, al bajar, producen ese hambre emocional aunque en realidad no necesitemos el alimento. Y en especial, suelen apetecer alimentos más ricos en grasas o azúcares, ya que aportan más energía y el sabor que suelen tener también nos ayuda a aliviar un poco el malestar que nos puede estar causando una situación estresante.

Este cambio de hábitos genera un mayor almacenamiento de grasa como método de supervivencia. Más concretamente, la grasa aumenta sobre todo desde las extremidades hasta la zona abdominal. Y siempre y cuando ocurra de manera aislada no pasa nada, pero cuando se convierte en algo habitual, puede desarrollarse una dolencia conocida como el síndrome de Cushing o hipercortisolismo.

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El cortisol es una hormona necesaria, pero las situaciones de estrés constantes provocan un aumento desmesurado de su producción, lo que genera ese aumento del hambre de que hemos hablado, pero también puede dañar la conexión entre las células cerebrales o dañar nuestro sistema inmune, por ejemplo. ¿Y cómo contrarrestarlo? Entre otros métodos, la alimentación puede ayudarnos:

1. Magnesio: puedes encontrarlo en ciertos alimentos como el arroz integral, los garbanzos, las judías, los guisantes, los caracoles o algunos frutos secos como las avellanas, los pistachos o las nueces. Y si consumes estos alimentos después de practicar ejercicio aeróbico, sus ventajas se multiplicarán.

2. Omega-3:este ácido graso está presente en el pescado azul (especialmente las sardinas, las anchoas y el salmón), el marisco, la lechuga, las espinacas, las fresas y productos vegetales como el aceite de soja, las semillas de chía y linaza y las nueces.

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3. Triptófano:el triptófano es un aminoácido esencial que estimula la producción de serotonina, conocida también como la hormona del bienestar. Se encuentra en ciertos alimentos como los huevos, la leche, el chocolate negro, la levadura de cerveza, los frutos secos, la carne de pavo y pollo, el pescado azul, las legumbres, las semillas o frutas y vegetales como la piña, los plátanos, el aguacate, las espinacas, el brócoli y la remolacha.

Por otro lado, no estaría mal reducir ciertos alimentos como la cafeína, las bebidas excitantes, los edulcorantes artificiales y el alcohol. Además, como el objetivo es relajarse, puedes practicar alguna actividad que reduzca la ansiedad como la meditación, escuchar música lenta o dormir ocho horas diarias.

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